Lo ideal es identificar nuestras fortalezas y aprovecharlas al máximo para amainar parte del choque que enfrentamos. (Foto: GEC)
Lo ideal es identificar nuestras fortalezas y aprovecharlas al máximo para amainar parte del choque que enfrentamos. (Foto: GEC)

Por Juan José Marthans León, Economista PAD – Escuela de Dirección de la Universidad de Piura

Estamos tras un reto extraordinario. El covid-19 se extiende y no hay duda de que enfrentamos una pandemia. Sin embargo, no se trata de mencionar, irresponsablemente, que viene una crisis internacional y una recesión abierta comparable con la que experimento el mundo con la Gran depresión iniciada en 1929 o la reciente crisis financiera internacional desatada el 2008. La historia es un referente, pero en economía, nunca una copia.

Para empezar, debe entenderse que hoy en día resulta técnicamente imposible ponerle una cifra al impacto del covid-19 sobre la actividad económica global y de Perú. Esto debido a que, simplemente, aún desconocemos la magnitud final del problema y el tiempo de su permanencia.

Es cierto que, en el marco de la pandemia, la cadena de suministro global se viene afectando seriamente, es cierto que el inevitable cierre de fronteras afecta la dinámica comercial y, con ello, la dinámica financiera y de servicios. Lo que no es necesariamente cierto es que, a pesar de ello, haya una recesión abierta y profunda en economías con los fundamentos de la nuestra. Recordemos que en la reciente crisis financiera internacional el mundo decreció alrededor de 1.7% durante el 2009. Esto es lo objetivo. Que hubo alta volatilidad e incertidumbre en los mercados, que los mercados cambiarios denotaron fuertes sobresaltos, que las principales bolsas licuaron gran parte del valor de las acciones de muchos conglomerados empresariales, es cierto. Pero, luego del 2009 el mundo creció 4.3% para luego alcanzar un crecimiento continuo por más de una década.

Veamos las cosas en su real dimensión. Muchas veces los analistas cometen el error de ver la cresta de la ola, pero no que hay detrás de la misma. La dinámica productiva es una continuidad, no termina con una crisis, estas se superan. El empresario de éxito, justamente, es el que ve más allá de los problemas que le toca enfrentar.

¿Por qué en Perú debemos ser prudentes, por qué debemos alejarnos de llamados apocalípticos y por qué debemos proyectarnos mucho más allá de la actual restricción sanitaria?

Primero, no debemos olvidar que disponemos de fundamentos económicos muy superiores a los de muchas economías de la región. Si se requiriese financiamiento, aun en la peor de las circunstancias, llegaría en las mejores condiciones y plazos; si se presentaran nuevos choques de oferta de naturaleza externa nuestro mercado cambiario sería uno de los menos volátiles; si la banca internacional se debilitara, la nuestra dispondría de holgura patrimonial suficiente para operar sin quiebras y sostener la cadena de pagos. Debemos estar claros que cualquier desaceleración global nos afectaría, pero sustancialmente menos que el resto de economías de la región.

“No debemos olvidar que disponemos de fundamentos económicos muy superiores a los de muchas economías de la región. Si se requiriese financiamiento, aun en la peor de las circunstancias, llegaría en las mejores condiciones y plazos”.


Segundo, quiérase o no, la actual administración gubernamental se ha adelantado al problema. Al menos mucho más que la mayoría de nuestros pares y vecinos. Hemos sido conscientes que tenemos una debilidad en la infraestructura de salud y producto de ello las medidas extremas que se han anunciado y que reciben el beneplácito de varias organizaciones internacionales. Tenemos un problema, pero estamos tratando de controlarlo al máximo. Problemas los tiene, España, Italia y más cerca Brasil, Chile o Panamá. Ninguna de estas economías actuó como Perú hoy en día.

Tercero, la inflexión de la crisis global llegará. Aunque no se dispone, a nivel internacional, de los grados de libertad en materia fiscal y monetaria que se disponía durante la crisis financiera subprime, es claro que nuevamente se concertarán políticas contracíclicas a nivel global a fin de salir cuanto antes de cualquier escalada recesiva. Adicionalmente, está claro que la naturaleza del covid-19 será pasajera independientemente del daño que genere en ciertos segmentos poblacionales de mayor vulnerabilidad y de su repercusión en materia económica a nivel global. No debemos vender esta lamentable restricción como si fuera el fin del mundo.

Cuarto, en toda crisis hay oportunidades a nivel de los agentes económicos. Aunque es evidente que las empresas en Perú y a nivel global, dispondrán de limitaciones en capital de trabajo que deberán ser atendidas por las autoridades monetarias con prontitud, también es cierto que aquellas que dispongan de holgura de liquidez podrán, estratégicamente, recomponer su participación en los mercados mediante un proceso selectivo de adquisición de acciones, previo al ajuste contracíclico que experimente la política pública a nivel internacional. La crisis genera oportunidades.

Los problemas se enfrentan. Hoy estamos puesto a pruebas todos y debemos salir airosos de estos retos. Evidentemente, asumir una posición pesimista, desalentadora y oscura, presagiando recesiones extremas y cataclismos económicos es fácil. En contraste, lo ideal es identificar nuestras fortalezas y aprovecharlas al máximo para amainar parte del choque que enfrentamos.

El buen empresario, buen gobernante, buen analista, buen poblador, no debe quedarse inmóvil con el anuncio de una crisis, lo que debe hacer es explorar cómo enfrentarla, minimizar su impacto y sacar oportunidades de las mismas restricciones que enfrenta. Los grandes hombres y las grandes economías no se han dejado mediocrizar por heraldos negros, sino que se han hecho de lucha, entereza y éxito.