Por Carlos Reyes
Director médico de Sanofi Pasteur
En el Perú la vacunación forma parte de los derechos a la salud, pero, a pesar de los esfuerzos que se realizan anualmente, existe un importante número de personas que no se encuentra al día con el calendario de inmunizaciones. A los retos habituales, este año se ha sumado uno muy importante: el COVID-19.
La pandemia ha generado la suspensión de los programas de vacunación, no solo en Perú, sino en todo el mundo. Por ejemplo, en esta oportunidad, la llegada del COVID-19 al país coincidió con el pico epidemiológico de la influenza, y la falta de vacunación aumentó el riesgo de enfrentarnos a una doble pandemia. Si bien ya se reactivaron las campañas de inmunización contra la influenza, dando prioridad a los grupos de riesgo, la cantidad de personas sin inmunizar aún es grande.
Un estudio publicado en el diario internacional Human Vaccines & Immunotherapeutics investiga las barreras sociales y conductuales que impactan en la cobertura de vacunación contra la influenza en las zonas urbanas del país, bajo el modelo de las tres C: confianza, complacencia y conveniencia.
La confianza, tal y como su nombre lo indica, hace referencia tanto a la tranquilidad que se genera en relación a la efectividad y la seguridad de la vacuna, como con el sistema de salud. La complacencia, por su parte, se da cuando se percibe que el riesgo por no inmunizarse es bajo y, por ende, no se ve necesario. Finalmente, la conveniencia se refiere a la influencia de otros factores ─como la disponibilidad, la asequibilidad, la accesibilidad geográfica, entre otros─ en la decisión de optar por la vacuna.1
De acuerdo con los resultados de la investigación con respecto a la influenza, en las zonas estudiadas es necesario aumentar la confianza que hay en torno a la vacuna y al sistema de salud peruano; reducir la complacencia, al resaltar las consecuencias de la falta de inmunización, principalmente en medio de la coyuntura actual por el coronavirus, para que se identifique como una acción fundamental que se debe realizar anualmente; y mejorar el acceso (conveniencia).
Ante este panorama y tomando en cuenta que estamos a puertas de un nuevo pico epidemiológico en Perú, se nos presenta una segunda oportunidad para mejorar la cobertura de vacunación contra la gripe estacional.
En ese sentido, resulta imperativo que las jornadas de vacunación, además de realizarlas de forma segura y siguiendo todos los protocolos de bioseguridad, vayan de la mano de una estrategia de sensibilización a través de la comunicación, que permita, en primer lugar, reforzar el concepto de seguridad y efectividad de las vacunas; y, en segundo lugar, aportar en el aumento del interés de la población por inmunizarse contra esta patología.
Asimismo, es necesario que dichas campañas cuenten con un plan logístico que brinde la posibilidad de que cada vez más personas puedan vacunarse contra la influenza.
De esta manera, será posible aportar de forma significativa a la reducción de la brecha de vacunación y lograr que estos resultados sean realmente duraderos y se repitan año tras año.