Claudia Espinoza
Consultora senior de Psicología Ocupacional de Marsh
Los lamentables hechos ocurridos la semana pasada, que se transformaron en una crisis política y social en el país, provocaron escenarios de gran incertidumbre y temor sobre lo que pasaría en el futuro de los peruanos. Esto no podemos dejar de reflexionar sobre el impacto en la salud mental y emocional de las personas ante una situación de crisis.
Es indudable que la mayoría de ciudadanos han experimentado diversas emociones como angustia, tristeza, impotencia, miedo, frustración, entre otros. Es indudable afirmar que una crisis implique desestabilización. Y es que, ante cambios desconocidos, las personas sientan la necesidad de pensar de manera constante en el futuro ¿Qué va a ocurrir conmigo, con mi trabajo, con mi familia? o incluso en el pasado ¿Qué se pudo haber hecho diferente para no llegar a esto?
Recordemos que antes de esta crisis política, ya nos encontrábamos en una crisis sanitaria en la que ya se veía una afectación psicosocial, traducido en niveles altos de estrés y ansiedad, provocado por el miedo al contagio, la incertidumbre generada por la continuidad del empleo y las responsabilidades familiares-económicas. Como se refleja en datos del Ministerio de Salud, donde 7 de cada 10 peruanos han visto afectada su salud emocional y mental.
No obstante, estos pensamientos y emociones son esperadas y válidas, sin embargo; es recomendable tener en cuenta que las crisis son temporales y lo único que permanece constante es el cambio. En estas situaciones complejas, la aceptación de lo que está pasando, es el primer paso para abrirse al cambio, el afrontamiento nos prepara para recibir el impacto y la resiliencia nos equipa para sobreponernos a lo que vivimos y aprender, saliendo fortalecidos para situaciones similares que puedan presentarse en el futuro.
Estos pensamientos desesperanzadores, que generan emociones negativas, también podrían afectar el desempeño de algunos de los trabajadores. Esto, más allá de afectar la productividad de la compañía, se puede traducir en un clima laboral tenso y complicado, lo que terminaría por afectar la estabilidad de todos.
Por tal motivo, es importante que las empresas continúen implementando medidas para asegurarles tranquilidad emocional y laboral a los trabajadores en tiempos de crisis.
Además de la asesoría psicológica, se pueden implementar sesiones grupales, ofrecer charlas informativas (sobre emociones o temas coyunturales), promover espacios de conversación y diálogo, en donde cada uno pueda tener la oportunidad de compartir sus ideas y emociones relacionados a los acontecimientos, además de preguntar qué podemos hacer desde nuestro rol como padres, trabajadores, líderes para aportar al cambio.
Todo ello con el objetivo de fomentar la resiliencia y, a su vez, mantener el rendimiento, priorizando su salud y tranquilidad. De esta manera, los trabajadores podrán saber y estar mejor preparados para afrontar crisis políticas, sociales, económicas y personales.
Es evidente lo beneficioso que resultaría que las empresas inviertan más en la salud mental de sus colaboradores. Es muy probable que las crisis puedan agudizar el estrés o ansiedad, pero si las personas han desarrollado previamente su fuerza mental, se puede afrontar de mejor manera este escenario.
Finalmente, no se debe olvidar que la resiliencia facilita un mejor desarrollo personal, viviendo el hoy, identificando nuevas posibilidades para seguir preparándonos para el futuro, a pesar de cruzarnos con acontecimientos desestabilizadores o con condiciones de vida difíciles. Los invito a cuestionarse: ¿qué cosas he ganado frente a esta situación de pandemia y crisis política?, ¿qué voy a hacer a partir de hoy para promover mi resiliencia? Y ¿qué puedo aportar como ciudadano o persona para mejorar las cosas?