(Foto difusión)
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Por ComexPerú


Al hacer un balance del primer año del gobierno del presidente Vizcarra, resalta el logro de recuperar el liderazgo político, fortaleciendo la imagen presidencial, fundamental para la gobernabilidad del país. Logró altos niveles de popularidad, hasta llegar al 68% a fines de 2018; sin embargo, ese apoyo popular ha ido cayendo este año por diversos factores.

Un factor es que ese liderazgo político no se tradujo en liderazgo económico. Basta recordar el mensaje presidencial posreferéndum, donde se comprometió a enfocarse en recuperar el dinamismo del crecimiento económico, fundamental para la generación de empleo y la reducción de la pobreza. Pero no solo no se emprendieron las reformas económicas, sino que en los últimos meses se han adoptado una serie de decisiones que preocupan enormemente. El manejo de la huelga de camioneros, de los daños al Oleoducto Norperuano y del bloqueo en la mina Las Bambas, entre otros. A ello se suma la forma en que se ha venido formulando el marco legal de la llamada “Ley Antielusiva”, la cual es necesaria, pero que hoy está en manos del Congreso por la incapacidad del Ejecutivo de corregir errores en su diseño oportunamente.

Queda clara la incapacidad del Gobierno para manejar conflictos sociales, además de los terribles mensajes para el entorno de las inversiones y la seguridad jurídica. De igual manera, queda en la retina la incapacidad para proveer servicios de calidad al ciudadano, con ejemplos como la reconstrucción, el aniego de San Juan de Lurigancho y la calidad de los servicios de salud y educación. Finalmente, no despega el tan necesario Consejo Nacional de Competitividad y Formalización (CNCF), promesa también del jefe de Estado a fines de 2018.

En este contexto, el nuevo Gabinete tiene retos, pero también enormes oportunidades. Urge corregir estos mensajes si se pretende recuperar la confianza empresarial; pero, más allá de eso, resulta clave buscar avances en lo económico y dejar de enfocar la agenda únicamente en lo político.

Una clara oportunidad es trabajar rápidamente con el Congreso en la extensión del régimen de promoción agraria, el cual ha convertido a la agroexportación en un motor de desarrollo económico y social de las zonas rurales del país, modelo que puede servir de ejemplo para impulsar otros sectores. Otra es la de impulsar el CNCF, bajo el liderazgo de los propios ministros, con una cabeza técnica y empoderada para ejecutar medidas de corto y mediano plazo que impulsen la competitividad. Para ello, es importante revisar la experiencia exitosa de articulación multisectorial que se dio en el marco de la implementación del TLC con EE.UU, liderada por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, lo que generó una segunda ola de reformas (después de la efectuada en los 90), gracias a una insuperable combinación: voluntad política, liderazgo y eficiencia en la gestión pública. ¿Por qué no replicar y construir en base a esta experiencia? El presidente tiene en Edgar Vásquez a un ministro con la experiencia de haber formado parte de estos procesos exitosos de gobernanza y gestión pública.

Ante el apoyo popular que el primer ministro, estamos seguros, sabrá recuperar, urge capitalizarlo con reformas concretas en favor de la población, y esto solo se logrará a través del destrabe de proyectos de inversión, impulsando la actividad económica y generando empleos y oportunidades para la población. Priorizar la mejora de la calidad de los servicios y, con ese fin, la mejora de la calidad regulatoria, debe ser una prioridad de su gestión.

No atender estos desafíos solo nos pondrá nuevamente al borde del abismo en 2021, a merced de aquellos que quieren implementar políticas probadamente fallidas y que solo generarán pobreza y miseria en nuestra población. Ojalá sea un gabinete “salvador”.