Carlos Casas Tragodara
Universidad del Pacífico
Hubo apuestas de que no volvíamos a la cuarentena, se dijo inclusive que no iba a haber segunda ola, pero ahora estamos nuevamente en cuarentena. No es tan severa como la que tuvimos en marzo, que duró hasta junio, sino que está más orientada a las personas que a los negocios.
Existen actividades económicas que obviamente se van a ver afectadas, pero debemos reconocer que activar la fase 4 fue un error, porque fue un elemento más que sumó a las aglomeraciones que vimos a fin de año. Al abrir la puerta de manera generalizada, sumado al comportamiento más relajado de las personas, se conformó la tormenta perfecta que nos tiene confinados en nuestras casas. Esperemos que por poco tiempo.
De aquí en adelante debemos ser más selectivos en abrir la economía. Insistir en las medidas de protección personal será crucial y generar incentivos para que las personas se cuiden. No puede ser, y lo digo por experiencia personal, que uno salga a hacer deporte y vea a muchas personas corriendo con las mascarillas en la barbilla o ciclistas sin mascarilla porque como van más rápido nadie les puede decir nada. Obviamente no son todos, pero en los últimos meses se veía que la proporción de los que no respetaban las reglas iba en aumento y el salir a correr se volvía en un deporte de riesgo o de obstáculos donde había que ir casi en zigzag para lograr estar a una distancia prudencial del resto.
En las actividades productivas uno podía ver que en muchos negocios también se relajaban los controles sanitarios. Por supuesto que no son todos, pero se iba viendo una tendencia al relajo.
El aumento significativo de casos ha llevado a retroceder a una especie de fase 2 y fracción que va a golpear la economía y los estimados de crecimiento. He visto reportes que se mantienen en un crecimiento del 10% para este año, pero ello es más un buen deseo que algo que se vaya a dar en la realidad. Como ya lo he mencionado en una columna pasada, el 2021 es un año de incertidumbre que es alimentada desde varios frentes, y en estas circunstancias debemos hablar de rangos y no de números puntuales. El rango prevaleciente creo que se estaría moviendo hacia abajo en alguna magnitud que la tendremos clara más adelante.
Muchos creían que estábamos en un camino de volver a los niveles previos a la pandemia y que la forma de hacer las cosas volvería a ser la misma. Distintas publicaciones ya hablan del nuevo escenario que regirá la economía en el futuro en el que las cosas no se harán de la misma manera. Muchas empresas con esta cuarentena están interiorizando este hecho y están empezando a adaptarse. Ello implica una transición para aquellas que tengan las espaldas financieras suficientes, pero ese no es el caso de la mayoría de las empresas. El lema de cambiar o morir cobra más vigencia que nunca.
La transición no será indolora. Muchas empresas cerrarán, pero aparecerán en otros sectores. La transformación productiva de la economía y de las empresas se dará de todas maneras, y lo que debemos hacer es que sea lo más suave posible. En ello, el Estado y el sector privado tienen mucho que hacer, identificando las áreas que serán las más dinámicas en el futuro y cuáles se reducirán. La tecnología jugará un rol crucial en esta transformación y debemos identificar las que se desarrollarán en el futuro en la nueva normalidad para fomentar su adopción creando incentivos para ello. Ese rol deberá ser liderado por el sector público y es necesario escuchar a los candidatos qué van a hacer al respecto en vez de proponer medidas populistas que nos harán seguir en el camino de la mediocridad.