Redacción Gestión

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Existen varios niveles en los que los jóvenes podemos participar en la conducción del Estado. A nivel macro, en las políticas públicas, ya sean como iniciativas legislativas o como parte de la exigencia del cumplimiento de derechos básicos presentes en la constitución y en las normas legales.

A nivel político, formando parte de organizaciones políticas o colectivos ciudadanos, y también, a nivel empresarial, a través de emprendimientos social y ambientalmente sostenibles.

Esta participación, en muchos casos, ha estado alejada de los esquemas tradicionales que suponen formar parte de partidos políticos, grupos de presión o activismo directamente comprometido.

Para muchos el funcionamiento del Estado, los actores políticos que los rodean y las organizaciones políticas que lo presiden son aún oscuros y difíciles de comprender.

Esta es la razón por la que es crucial conocer cuáles son las reglas tanto formales (normas legales) como informales (prácticas y costumbres) del Estado y cómo, desde nuestros roles, como empresarios, activistas, universitarios, podemos generar valor compartido para el país.

¿Cómo participar entonces, en un sistema cuyas reglas formales e informales juegan en contra de nuestras iniciativas? Tal parece hay dos formas.

La primera a través de una comprensión cabal del sistema político. No se trata solo de contar con plataformas políticas o formular ideas contrapuestas. Esto implica conocer las consecuencias, comprender sus implicancias y también estar en la posición de generar alternativas viables y sostenibles. En suma, se trata de una posición mucho más propositiva.

La segunda forma, parte de liderar iniciativas que puedan generar valor compartido para la sociedad. Es decir, trabajar juntos, asociarnos bajo comunidades que nos permitan impactar con más relevancia en nuestro entorno.

Iniciativas valiosas como Enseña Perú, que busca para el 2032 que ocho de cada diez jóvenes tengan educación de calidad; o Doktuz, desde el sector privado, que busca conectar médicos de confianza con un público interesado en información clínica de calidad, son ejemplos de emprendimiento que tienen un impacto generoso en la sociedad civil.

Ninguno de ellos hubiera sido posible sin colaboración de otros profesionales y activistas, mucho menos dentro de instituciones tan rígidas como partidos políticos o el servicio público.

Las redes sociales se han convertido en una herramienta potente para que los jóvenes puedan discutir e influir en lo público. Preguntémonos ¿qué temáticas en los últimos meses han tenido mayor relevancia en los medios de comunicación tradicionales y de dónde han partido estas iniciativas?

Caeremos en cuenta que muchas de estas han sido lideradas por jóvenes cuya preocupación por el ámbito público genera valor compartido para todos los ciudadanos. Es otra forma de participación.

Sin embargo, urgen reformas que permitan optimizar el funcionamiento de nuestro sistema político, pero también de liderazgos talentosos, visionarios, con objetivos en el corto y mediano plazo. Porque la política ya no es la única forma de cambiar las cosas, ni de liderar iniciativas que tengan impacto en la vida de las personas.

Tenemos a favor la juventud, la tecnología, vientos favorables de una nueva forma global de pensar nuestro país como parte de una comunidad global, y de nuestro trabajo como una labor compartida y complementaria a los objetivos nacionales.

La CADE Universitario 2015 busca estos talentos: jóvenes líderes con iniciativa, talento y capacidad de liderar proyectos que generen una huella en nuestro país. Tal vez podamos pecar de optimistas, pero bueno, ¿quién en su juventud no lo ha soñado con un país mejor?

Diego SalazarExpositor de CADE Universitario 2015 y analista de Ceplan