Editorial de Gestión.  Además de la desprotección de los trabajadores, la informalidad y el subempleo lastran su productividad”. (Foto: Gonzalo Córdova | GEC | Referencial)
Editorial de Gestión. Además de la desprotección de los trabajadores, la informalidad y el subempleo lastran su productividad”. (Foto: Gonzalo Córdova | GEC | Referencial)

DATA OFICIAL. El desempleo en el país se encuentra en niveles propios del mundo desarrollado, y la tasa registrada por el INEI en el segundo trimestre (4%) haría pensar que el mercado laboral peruano comparte la escasez de recurso humano que hoy enfrentan Estados Unidos y otros países ricos. Es que como ya lo hemos señalado anteriormente, el principal problema laboral del Perú no es la falta de trabajo, sino las precarias condiciones en las que la mayoría trabaja. La informalidad y el subempleo siguen siendo los grandes obstáculos, pues además de la desprotección de los trabajadores, lastran su productividad.

En su discurso del 28 de julio, el presidente Pedro Castillo tocó el tema del empleo haciendo comparaciones con los niveles previos a la pandemia. Pero los números que recitó pintaban una realidad incompleta –y con errores, pues redujo a menos de la tercera parte el número total de puestos de trabajo–. Y obvió los datos preocupantes, que son abrumadores. Por ejemplo, en el periodo de doce meses que terminó en junio, había 9.77 millones de trabajadores informales en el ámbito urbano a nivel nacional, una cifra récord que superó los niveles prepandemia en 1.05 millones de personas.

También comparando con épocas previas a la pandemia (a junio del 2019), se observa que mientras la informalidad laboral en el ámbito urbano aumentó 12.1%, el empleo formal se contrajo 9.8%. En este caso, Castillo –o quienes le redactaron el discurso–, prefirió referirse a la variación positiva de mayo del 2022 respecto del mismo mes del año pasado, aunque también obvió señalar que el incremento de los puestos de trabajo formales ocurrió mayormente en la administración pública.

Retornando a los niveles prepandemia, si al ámbito urbano se le suma el rural, el empleo informal total en el país pasó de 72.7% el 2019 a 76.1% a junio de este año. Lógicamente, otro dato del que no se podría sacar pecho ante la población, ni en televisión ni mucho menos en plazas y Consejos de Ministros descentralizados. Lo mismo ocurrió con el subempleo, que aumentó (es decir, empeoró) 23.5% respecto de junio del 2019, y con el ingreso promedio, 3% por debajo de hace tres años.

El informe del INEI no analiza las causas del constante deterioro de las condiciones laborales, pero se podría argumentar que una muy relevante sería el estancamiento de la inversión privada, provocada por el mal manejo del Gobierno –con la colaboración del Congreso y sus desaciertos–. Y a falta de empleos adecuados, muchos han tenido que aceptar cualquier otra ocupación.

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