Entre el 26 y 28 de septiembre, los países integrantes de la OPEP se reunieron en Argelia. El objetivo: sentar las bases de un acuerdo que permita reducir el exceso de oferta que prevalece en el mercado y elevar los precios del crudo. Las negociaciones concluyeron con consenso para retirar 750,000 barriles diarios del mercado, lo que colocaría la producción total del cartel en 32,5 millones de barriles diarios, cifra similar a la observada a principios del año. Los detalles sobre la cuantía del recorte que corresponderá a cada país se darán a conocer en noviembre, durante la reunión plenaria en Viena. La decisión tomó por sorpresa a los mercados, quienes esperaban la repetición de los fracasos para alcanzar un acuerdo ocurridos en la primera mitad del año.

Presionado por el fuerte deterioro de sus finanzas públicas y la necesidad de implementar ajustes cada vez más drásticos e impopulares, Arabia Saudita relajó su postura frente a Irán, Libia y Nigeria, hasta tal punto que es probable que estos países no tengan que recortar su producción, que se ha visto mermada por la violencia en el caso de Libia y Nigeria y, en el caso de Irán, por la aplicación de sanciones económicas anteriores al acuerdo nuclear entre este país y las potencias internacionales.

Por otra parte, la posición relativa de Irán en las negociaciones mejoró. Su producción ha repuntado significativamente, ubicándose en alrededor de 3,6 millones de barriles diarios, sólo 400,000 barriles por debajo de los niveles previos a la aplicación de las sanciones económicas. El país goza de una situación fiscal holgada, gracias a las reformas implementadas en 2012 y 2013, para hacer frente a dichas sanciones, y su economía podría crecer un 4% este año según el Fondo Monetario Internacional. Lo anterior le permitió obtener concesiones de Arabia Saudita, un adversario poderoso, pero más necesitado de lograr un acuerdo. Mientras tanto Rusia, quien sirvió de intermediario entre los dos rivales, se ha mostrado dispuesto a ajustar su producción una vez que el acuerdo de la OPEP se concrete.

¿Será el recorte de la OPEP por sí mismo capaz de revertir el entorno actual de precios bajos del petróleo y dar un respiro a los países productores, dentro y fuera de la organización? Probablemente no. La eliminación de 750.000 barriles diarios del mercado podría no ser suficiente en un entorno en el que la producción de los principales miembros de la OPEP, además de Rusia, se encuentra en máximos históricos. Proyectos de gran escala, como Kashagan en Kazajstán, están a punto de reanudar operaciones, y en el que la producción estadounidense podría recuperarse rápidamente, como lo sugiere el aumento reciente en el número de plataformas de perforación.

Asimismo, la evolución esperada de la demanda representa un problema más para los productores. Las principales agencias encargadas de analizar el mercado petrolero coinciden en señalar una desaceleración en el crecimiento de la demanda en el corto plazo. Esta disminución proviene principalmente de Asia, en donde un menor crecimiento económico y fenómenos climatológicos tendrán un impacto negativo en la demanda de combustibles fósiles.

Desde una perspectiva de largo plazo, los retos son aún mayores. Algunos analistas han planteado la posibilidad de que la demanda de petróleo estaría cerca de alcanzar un máximo (peak demand) como resultado de la cada vez mayor eficiencia en el uso de la energía, el rebalanceo de la economía China y la consecuente ralentización de su aparato industrial, los esfuerzos por descarbonizar la economía global y el desarrollo del automóvil eléctrico. En este entorno cabría esperar una eventual caída en la demanda de crudo, en favor de otras fuentes de energía como el gas natural y las energías renovables.

Los países productores de petróleo, dentro y fuera de la OPEP, celebrarán el acuerdo alcanzado el 28 de septiembre. Sin embargo, la sensación de triunfo durará muy poco. El mercado de la energía está cambiando rápidamente y se encamina hacia una mayor diversificación. Los tiempos del petróleo como combustible líder y de la OPEP como estabilizadora del precio están llegando a su fin. Sus miembros lo saben.

Por Marcial NavaEconomista del BBVA Research