FOTO 7 | Blockchain Developer

Este empleado debe tener conocimientos sobre bases de datos no relacionales, bases de criptografía, principales blockchain de código abierto, programación, algoritmos y estructura de datos. Es el que se encarga de desarrollar redes para distribuir la información digital, además del desarrollo de contratos inteligentes integrados y distribuidos en servidores.

Algunos muy complejos y otros que se le antojarían a cualquiera. Existen otros empleos que se han vuelto relevantes para las compañías, dentro de ellos podemos encontrar al auditor interno, al que maneja las relaciones con clientes, entre otros ¿Cuál de estos te llamó más la atención? ¿Cuál estarías dispuesto a desempeñar?
FOTO 7 | Blockchain Developer Este empleado debe tener conocimientos sobre bases de datos no relacionales, bases de criptografía, principales blockchain de código abierto, programación, algoritmos y estructura de datos. Es el que se encarga de desarrollar redes para distribuir la información digital, además del desarrollo de contratos inteligentes integrados y distribuidos en servidores. Algunos muy complejos y otros que se le antojarían a cualquiera. Existen otros empleos que se han vuelto relevantes para las compañías, dentro de ellos podemos encontrar al auditor interno, al que maneja las relaciones con clientes, entre otros ¿Cuál de estos te llamó más la atención? ¿Cuál estarías dispuesto a desempeñar?

A partir de la invención de la máquina de vapor a finales del siglo XVIII, la innovación tecnológica ha sido la principal fuente de crecimiento de las economías desarrolladas. En particular, ha sido la clave para que hoy, en España, el trabajador medio dedique un tercio menos de horas a la vez que se le remunere ocho veces más que a principios del siglo XX. Dado este origen tecnológico del crecimiento económico, no sorprende que este venga acompañado por la continua reconfiguración del mercado laboral, tanto en términos de las ocupaciones desempeñadas – el 60% del empleo en 1900 se concentraba en el sector agrícola frente al 5% de la actualidad – como de la mayor formación requerida para poder trabajar – el analfabetismo, que alcanzaba al 64% de la población a principios de siglo, no era impedimento para un buen desempeño en la mayoría de las ocupaciones de entonces.

En estos dos últimos siglos, las sociedades modernas han aprendido a adaptarse a un progreso tecnológico constante y paulatino. Sin embargo, ha habido olas de innovaciones altamente disruptivas que, a pesar de abrir un gran abanico de nuevas oportunidades, han traído efectos colaterales difíciles de entender y administrar. Hablamos de fenómenos que van desde el desempleo rural y la migración a las grandes ciudades hasta el abandono de las minas de carbón. Hoy, nuevamente, nos encontramos en ciernes de una de estas olas, bautizada como la Cuarta Revolución Industrial.

Con el objetivo de comprender y gobernar los cambios que se avecinan, en un estudio reciente de BBVA Research hemos medido y contrapuesto dos importantes canales a través de los cuales las nuevas tecnologías están reconfigurando el mapa ocupacional/laboral en España. Por un lado, el canal de la recapacitación, medido como la necesidad de formarse en el uso de nuevas tecnologías; por otro, el canal de obsolescencia, aproximado por el riesgo de automatización de una ocupación. Estos canales son independientes. Por ejemplo, tanto profesores como los servicios de cuidado de mayores son empleos con un riesgo bajo de automatización. Sin embargo, mientras muchos profesores pueden aumentar significativamente su productividad a través del buen uso de las nuevas tecnologías, esto no es tan inmediato en el caso de los cuidadores de personas dependientes.

¿Qué ocupaciones corren mayor riesgo de automatización y cuáles requieren una mayor recapacitación? Siguiendo la literatura reciente, las ocupaciones con mayor riesgo de automatización son aquellas que desarrollan tareas repetitivas. Este resultado en sí no es novedoso, ya que la automatización siempre se ha dirigido a suplantar este tipo de tareas. La novedad es que ahora el riesgo de mecanización de una ocupación empieza a ser independiente del conocimiento y de las habilidades cognitivas necesarias para ejercerla (por ejemplo, ciertos servicios rutinarios de abogacía). Esta arista no es menor, ya que las clases medias de los países desarrollados se han concentrado en ocupaciones relativamente rutinarias, en las que el nivel educativo tradicional ha sido la llave para acrecentar la propia productividad y base salarial.

En términos de recapacitación, nuestro análisis se centra en las ocupaciones que requieren un amplio uso de tecnologías informáticas, como resultan ser algunos puestos de dirección, ingenieros o profesores. Estas nuevas tecnologías digitales sí siguen patrones históricos y favorecen en mayor medida a ocupaciones de remuneración alta. No obstante, no basta con formarse en el uso de herramientas informáticas concretas. La creciente automatización de procesos cognitivos rutinarios implica cambiar el paradigma de “acumular conocimiento para luego trabajar”, y revela la creciente importancia de la educación continua como clave para el desarrollo profesional.

Hay pocas dudas de que, en el largo plazo, la Cuarta Revolución Industrial implicará una mayor productividad y crecimiento económico agregado (muy pocos estarían hoy contentos con el trabajo y salario de sus bisabuelos). Pero para transitar a ese punto con fortaleza hay que saber gobernar el cambio. Lo que este y muchos otros estudios dejan en evidencia es la necesidad de adoptar estrategias de formación continua que van más allá de las asociadas al uso de herramientas informáticas y apoyar activamente a los trabajadores en ocupaciones con mayor riesgo de automatización. Entender y medir los distintos canales en juego es clave para que tanto gobiernos como empresas lideren el cambio con eficacia.

Por Luis Diez y Alejandro Neut
BBVA Research