USI
USI

Por Santiago Fernández de Lis  y Ana Rubio del

La política monetaria ha adquirido un gran protagonismo en la reciente crisis internacional como arma contra el estancamiento y la deflación, como instrumento para restablecer la estabilidad financiera y, en el caso de la Eurozona, como herramienta crucial para combatir la fragmentación financiera que llegó a amenazar la propia pervivencia del euro.

De acuerdo al ha habido una cierta sensación de que la política monetaria era el único instrumento disponible, ante el escaso margen de maniobra de la política fiscal, el endurecimiento de las políticas microprudenciales y la bisoñez de las políticas macroprudenciales.

Los resultados han sido en general exitosos: se ha evitado una crisis más profunda y se han sentado las bases de una recuperación que se va consolidando.

Sin embargo, para el estas medidas extraordinarias han tenido efectos secundarios preocupantes. En particular, los tipos de interés negativos y la curva de rendimientos plana o decreciente ponen mucha presión sobre la rentabilidad bancaria.

Ésta se ha situado en Europa por debajo del coste del capital, que es la rentabilidad que exigen los mercados, llevando a una situación que no es sostenible. Así para el existe un cierto temor de que, si se mantienen demasiado tiempo, los efectos secundarios negativos de estas políticas terminen superando sus efectos beneficiosos, como un medicamento cuya dosis resulta excesiva.

En Estados Unidos, el proceso de retirada de los estímulos se encuentra bastante avanzado; en Europa es más incipiente y su impacto sobre los distintos países no será uniforme. En particular, las entidades o sistemas bancarios con un mayor peso de créditos a tipo variable, más depósitos minoristas, con una financiación menos dependiente de la de su soberano y con unas menores tenencias de deuda pública serán los más beneficiados.

Tomando en conjunto todos estos factores, el sistema bancario español debería ser uno de los más favorecidos por la retirada de los estímulos, como también fue uno de los más perjudicados por su introducción, refiere el .

La retirada de los estímulos conlleva un riesgo de vuelta de la fragmentación financiera en la eurozona, ya que los bancos europeos se verán obligados a caminar sin las muletas de la liquidez abundante y barata del BCE. Este riesgo exige que el cambio en la política monetaria sea gradual y se comunique adecuadamente, así como completar la Unión Bancaria con un fondo de garantía de depósitos único y un respaldo al Fondo de Resolución.

Una vez retirados los estímulos, la reacción de los bancos a la política monetaria no será la misma que antes de la crisis, por dos motivos refiere el BBVA Research. En primer lugar, es poco probable que los mercados interbancarios sin garantía (o colateral) vuelvan a funcionar con la agilidad previa a la crisis.

Los bancos centrales jugarán un papel más destacado en la intermediación de los flujos interbancarios, por lo que las entidades serán más dependientes de las decisiones de política monetaria, que afectarán de manera más directa a las condiciones o cantidad de financiación disponible.

En segundo lugar, la experiencia de haber utilizado herramientas de política monetaria con un impacto importante sobre la rentabilidad bancaria tendrá repercusiones sobre las estrategias y el modelo de negocio de los bancos. Por ejemplo, ahora sabemos que los tipos de interés a corto plazo pueden ser negativos por periodos prolongados, lo que afectará a la estrategia de concesión de créditos a tipo fijo o variable.

No hay que perder de vista que en el futuro seguiremos experimentando los efectos de otras transformaciones profundas, como una regulación bancaria más exigente (a medida que se implementen las reformas acordadas en los últimos años) o la transformación digital de la banca y la competencia de nuevos intermediarios con fuerte base tecnológica.

Aunque, de entrada, el restablecimiento de condiciones monetarias más normales tiene que ser positivo para el sector, por ser un reflejo de la mejora del escenario económico, su impacto final dependerá de su interacción con un conjunto de factores complejo. Una vez eliminada la sobredosis de medicamentos, la mejoría del enfermo dependerá en primer lugar de su propia salud y en segundo lugar de su entorno.