Líderes del mundo se dieron cita en la cumbre del G20 en Japón. (Foto: AFP)
Líderes del mundo se dieron cita en la cumbre del G20 en Japón. (Foto: AFP)

Julián Cubero
Economista Líder del área de Modelización Económica y Análisis de Largo Plazo de BBVA Research


El resultado de la reunión del G20 en Osaka se puede valorar como positivo, es un volver a empezar tras el fracaso de anteriores reuniones multilaterales, con más detalles y énfasis en asuntos ya tratados anteriormente (gobernanza de comercio global, cambio climático, economía digital), y añadiendo algunos nuevos, como el envejecimiento de la población.

Sin embargo, eso no quiere decir ni que el nuevo comienzo se produzca desde el mismo punto ni que las expectativas abiertas, sobre todo en lo que se refiere al enfrentamiento entre EE.UU. y China, se terminen sustanciando en algo concreto y positivo.

En primer lugar, la mera existencia de un comunicado conjunto ya es reseñable, aunque incluya un párrafo en el que EE.UU. reafirma su posición frente a los demás de salida del Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.

A pesar de esta existencia de un G19+1, el comunicado es más detallado que el de Buenos Aires de noviembre pasado sobre asuntos que, sea por su urgencia o por su efecto en el escenario económico mundial de mediano y largo plazo, deben ser tratados a nivel global.

En lo que se refiere al comercio internacional, el compromiso con el libre comercio se reafirma en términos más precisos de lo que se hizo en Argentina ("... Nos esforzamos por crear un entorno comercial y de inversión libre, justo, no discriminatorio, transparente, previsible y estable, y por mantener nuestros mercados abiertos...").

Esta intención se acompaña de un llamamiento a actuar ya para mantener el funcionamiento del mecanismo de resolución de disputas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que dejará de poder actuar al finalizar 2019 si no se adoptan medidas. Este será un buen test de que el comunicado no se quedó en una suma de buenas intenciones.

Otro asunto al que se dedica atención es el del impacto de la transformación digital en la economía. Se subrayan los riesgos derivados del aumento de las barreras para el flujo de datos entre diferentes jurisdicciones, algo que va en contra de la digitalización como palanca de innovación y con ella de aumento de la productividad y del crecimiento.

Y ello, salvaguardando la privacidad, y con esta la confianza en el uso de los datos. Para lograrlo, y dada la directa relación del libre flujo de datos con el libre comercio internacional, el G20 reafirma el liderazgo de la OMC para desarrollar la gobernanza del comercio electrónico.

Los avances efectivos en esta materia serán otra prueba de que el G20 es algo más que una sucesión de buenas intenciones. El envejecimiento de la población, de especial interés para la presidencia japonesa del G20, es una cuestión de impacto menos evidente en el corto plazo que las disputas comerciales, pero que es clave en las tendencias que definen el escenario económico global.

Se convierte en un nuevo desafío a monitorear en el G20, que hace un llamamiento a los ministros de trabajo del grupo para que definan las líneas de acción prioritarias que favorezcan la empleabilidad de una población que tendrá vidas laborales más largas y, a la vez, afrontará una dependencia también mayor.

Finalmente, en lo que se refiere a las relaciones comerciales entre EE.UU. y China, la reunión sirvió, de nuevo, de telón de fondo para el anuncio de la reanudación de sus negociaciones y, por tanto, para una nueva tregua comercial tras la escalada de represalias comerciales y tecnológicas de los dos últimos meses.

Está por ver cuál será el resultado efectivo de esta nueva tregua, en una situación igual a la que se vivió en Argentina en noviembre pasado, que ha terminado fracasando.

De este modo, el punto de partida de este nuevo comienzo es más negativo: las barreras comerciales son más elevadas, las disputas se han ampliado al campo de la tecnología, la confianza entre los dos rivales estratégicos globales es menor y la negociación, cuyos detalles se siguen esperando, estará en el centro del debate político en EE.UU., con elecciones presidenciales a finales de 2020. Todos los ingredientes para que no sea descartable un nuevo volver a empezar

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