BCE
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¿Quién y cómo se pagará la siguiente crisis bancaria en Europa? Una de las lecciones aprendidas de la última crisis financiera global es que hay que acabar con los rescates públicos a la banca. Para ello es necesario definir qué acreedores y qué pasivos (y en qué orden de preferencia) absorben pérdidas en caso de resolución de una entidad. Para implementar legalmente este rescate interno (“bail-in”), por parte de accionistas y acreedores, se han desarrollado nuevos requisitos regulatorios.

El requerimiento mínimo para fondos propios y pasivos elegibles (MREL por sus siglas en inglés) se introdujo para los bancos de la UE a través de la Directiva de Recuperación y Resolución de Bancos en 2014. Su objetivo es garantizar la implementación efectiva del “bail-in”. A diferencia del estándar internacional TLAC (Total Loss Absorbing Capacity), requisito únicamente exigido a entidades sistémicas a nivel global, MREL afecta a toda la banca europea y representa la piedra angular del nuevo marco de resolución para entidades financieras.

MREL tiene tan solo unos pocos años de vida. Sin embargo, sus aspectos principales están siendo objeto de revisión por parte de los legisladores de la UE. Se espera que el marco definitivo se apruebe a finales de 2018 o comienzos de 2019.

Uno de los objetivos principales de dicha reforma es adecuar MREL a TLAC. El requisito de subordinación, presente en TLAC, es una de las modificaciones más relevantes que se introducirán en el marco de MREL. Establecerá qué parte del requisito MREL se tendrá que cumplir con pasivos subordinados (por ejemplo, instrumentos de capital regulatorio incluyendo los famosos “CoCos” o deuda senior no preferente), que, en caso de resolución, absorben pérdidas antes que la deuda senior tradicional. Hasta el momento, las autoridades europeas han alcanzado un acuerdo en cuanto a la nueva fórmula de cálculo de MREL, pero todavía discrepan sobre el nivel de subordinación exigible. La relevancia del nivel de subordinación requerido estriba en el coste para los bancos de dichas emisiones, mayor al de la deuda senior tradicional.

Con datos de diciembre de 2017, hemos estimado el déficit de MREL para una muestra de 63 bancos europeos bajo tres escenarios de diferentes niveles de subordinación. Los resultados muestran que el déficit agregado de MREL es de 195.000 millones de euros bajo la subordinación recomendada por la EBA (escenario suave); 301.000 millones de euros bajo el texto de compromiso del Consejo (escenario medio); y 526.000 millones de euros bajo el escenario en el que MREL se cumpliría únicamente con pasivos subordinados (escenario más exigente). ¿Podrán los mercados absorber tal cantidad de emisiones en un corto periodo de tiempo? Si tomamos 2022 como la fecha límite para cumplir con MREL, esto supondría unas emisiones muy significativas, de entre 65.000 - 175.000 millones de euros al año.

Los bancos de países periféricos presentarían el mayor déficit agregado de MREL en puntos porcentuales (pp) de activos ponderados por riesgo (3.7% en el escenario suave, 4.4% en el medio y 6.4% en el más exigente). En particular, las naciones más afectadas serían Grecia (10%), Portugal (6%-9%) e Irlanda (5%-7%).

Los bancos de países centrales tendrían déficits de MREL más manejables, en términos de activos ponderados por riesgo. Sin embargo, dichos déficits aumentan más rápidamente bajo escenarios de subordinación más rigurosos.

La heterogeneidad observada en los niveles de déficit, entre bancos y países, se deriva del hecho de que algunos sistemas financieros y algunos bancos dentro de esos sistemas dependen en mayor medida de la deuda senior para su financiación. Mientras que otros (principalmente países periféricos y bancos más pequeños y menos diversificados) tienden a centrarse en la emisión de instrumentos subordinados (principalmente capital) y depósitos como su principal fuente de financiación.

En definitiva, el aspecto clave del todavía indefinido marco de MREL será el nivel de subordinación que fijarán las autoridades de la UE. El impacto puede llegar a ser muy significativo, dado que los instrumentos subordinados son más caros de emitir; por lo que los costes de financiación de los bancos sufrirán un aumento mayor, impactando negativamente en la rentabilidad, o incrementando el coste del crédito. Ante una subida de tipos, el coste de emitir se incrementa y cumplir con el ritmo de emisión anual estimado supone un reto para la banca europea.

Por Javier García/María Rocamora
BBVA Research