China
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La guerra comercial entre China y EE.UU. acabó estallando el 6 de julio, fecha en que el país norteamericano impuso un arancel del 25% sobre importaciones chinas por 34.000 millones de dólares, a lo que China respondió aplicando el mismo arancel sobre importaciones estadounidenses de la misma cuantía. Posteriormente, Trump amenazó con aplicar aranceles adicionales sobre la totalidad de las exportaciones de China, cerca de 500.000 millones de dólares, algo a lo que China no podrá responder, simplemente porque el total de lo que importa desde EE.UU. es de unos 150.000 millones de dólares. Sin embargo, el país asiático puede plantear represalias más allá de las importaciones, aunque algunas de las posibles medidas podrían tener efectos secundarios sobre su propia economía.

(i) Restricciones a las empresas estadounidenses en China.
La inversión de empresas americanas en China ascendía a US$ 256,000 millones en 2017. Las autoridades pueden ralentizar la actividad empresarial americana simplemente intensificando las inspecciones, atrasando licencias, poniendo multas o incluso restringiendo la participación de empresas chinas en cadenas de valor global. No obstante, estas medidas podrían reducir el atractivo de China como destino de la inversión extranjera directa.

(ii) Restricciones al comercio de servicios, como la educación y el turismo.
Estados Unidos cuenta con un superávit de US$ 39,000 millones en servicios, más de la mitad por el gasto de turistas y estudiantes chinos en Norteamérica. El país asiático podría imponer más restricciones con vistas a controlar el número de turistas que visitan EE.UU. Sin embargo, el efecto de esta medida sería limitado, ya que China no tiene un peso tan elevado en el sector turístico americano.

(iii) Mayor cooperación con otros países en los ámbitos comercial y de inversión internacional.
China está impulsando activamente la firma de un acuerdo de libre comercio (ALC) y de un tratado bilateral de inversión (TBI) con la UE y Japón, así como la firma de un acuerdo de asociación económica global con, entre otros, los países que integran la ASEAN (Asociación de Naciones del Asia Sudoriental). Estas iniciativas van dirigidas a compensar las repercusiones de la guerra comercial, además de ofrecer una vía para que China pueda fortalecer su posición negociadora.

(iv) Venta de bonos del Tesoro de EE.UU.
China es el mayor acreedor de EE.UU., ya que posee bonos del Tesoro por un valor total cercano a 1.17 billones de dólares estadounidenses. Aunque esta medida se antoja poderosa a primera vista, puede que no resulte tan efectiva en la práctica, empezando por la propia devaluación del valor del colateral en el balance de China. Además, como respuesta, la Reserva Federal podría anunciar una ralentización de sus subidas de tipos, lo que contribuiría a amortiguar el impacto derivado de las ventas de China. Asimismo, EE.UU. podría incluso invocar su legislación en materia de seguridad nacional para congelar la tenencia de sus bonos del Tesoro por parte de China si considera que este país busca alterar el mercado financiero estadounidense.

(v) Devaluación del renminbi.
La reciente devaluación del renminbi hace sospechar al mercado que China podría recurrir a esta medida en represalia contra EE.UU. Esta opción no nos parece factible, porque los efectos colaterales de esta estrategia son absolutamente impredecibles. Como vimos en 2015-2016, una depreciación cambiaria acusada puede provocar salidas de capital a gran escala y plantear serias amenazas para la estabilidad financiera china. Así, el Banco Popular de China extremará la cautela para evitar cualquier riesgo de creación de una espiral adversa entre depreciación cambiaria y huida de capitales.

En conclusión, tras analizar los distintos instrumentos que China podría utilizar en su enconada disputa comercial con EE.UU., consideramos que sus opciones para contrarrestar las medidas arancelarias del país norteamericano son limitadas. En el lado positivo, la realidad podría llevar a China a buscar activamente una solución a través de negociaciones bilaterales, en lugar de intensificar su confrontación con EE.UU. Esperamos que las dos partes retomen pronto las negociaciones tras esta primera fase de guerra comercial.

Por Le Xia
Economista jefe de BBVA Research para Asia