Aumento de la RMV: impacto en la economía y formalidad

Hace unas semanas, se reavivó el debate en torno a la Remuneración Mínima Vital (RMV), tras declaraciones del Gobierno en las que afirmaba que estaba próximo a definir una nueva alza. Al cabo de tres meses, todavía no se tiene claro si finalmente el Ejecutivo apostará por ello, y con justa razón, pues elevar la RMV requiere de un exhaustivo análisis, que no debe ser tomado a la ligera, ni con fines populistas.

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Pero, ¿por dónde pasa la evaluación? Es clave que el análisis tome en cuenta las actuales condiciones del país, así como el real alcance de la medida. Respecto al primer punto, hoy nuestra nación atraviesa serias dificultades económicas y financieras, que harían insostenible un aumento de la remuneración mínima, ya que se atentaría contra la estabilidad de las empresas peruanas, muchas de las cuales aún no se recuperan de las recientes crisis económicas del país.

En cuanto al segundo punto, el impacto positivo del aumento de la RMV no sería grande, debido a que dicha medida únicamente se aplicaría en el sector formal, donde, a la fecha, solo labora el 30% de la Población Económicamente Activa (PEA) ocupada. El 70% restante, trabaja en la informalidad. Es decir, solo se beneficiaría a 3 de cada 10 peruanos con empleo.

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A ello se suma un dato no menor: las personas que laboran en el sector formal son empleadas principalmente por micro y pequeñas empresas, las cuales sufrirían el mayor golpe de un incremento del salario mínimo. De acuerdo con datos del INEI, al segundo trimestre del 2024, en el Perú existen 3.36 millones de compañías registradas en el Directorio Central de Empresas y Establecimientos; y, de este total, el 99% pertenecen a las categorías antes mencionadas.

Así, serían estas empresas –el grueso del tejido empresarial nacional– las que absorberían el golpe del incremento de la RMV. En pocas palabras, se perjudicaría a organizaciones familiares o unipersonales que día a día se esfuerzan por mantenerse dentro de las leyes nacionales, pagando impuestos y cumpliendo con los derechos de todos sus trabajadores, colaborando con el crecimiento del país.

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Un salario mínimo alto elevaría los costos salariales para estas empresas, lo que podría llevarlas a contratar menos trabajadores o, en el peor de los casos, condenarlas a desaparecer, ingresando incluso a la informalidad. Se generaría una olla a presión para las mypes en proceso de recuperación (tras las recientes crisis económicas), dejándolas con pocas alternativas para sobrevivir. El impacto también alcanzaría a los trabajadores formales, quienes podrían quedar desempleados u optar por empresas informales, donde el sueldo promedio apenas llega a los S/ 858, muy por debajo de la actual RMV.

Aunque la consideración de un aumento del sueldo mínimo debe ser valorado, debido a la complicada situación económica que atraviesan muchos peruanos, tenemos que ser conscientes que se podría terminar dañando al sector formal que cumple con sus obligaciones, en beneficio de la economía nacional.

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¿Por qué camino se debe optar entonces? Las autoridades nacionales deberían enfocar sus esfuerzos en reformas estructurales que impulsen la formalización y la mejora de la productividad de las mypes. Solo de esa manera habrá más peruanos con los derechos exigidos por la ley y, al mismo tiempo, las empresas peruanas tendrán la capacidad económica para afrontar alzas de sueldos, sin que ello perjudique su sostenibilidad y futuro.

Lo expuesto confirma que se requiere analizar detenidamente qué necesita nuestra economía y priorizar calendarios técnicos sin tinte político, pues dicha decisión puede tener un efecto bumerán sobre la economía y la productividad del país.