Con Tusker como buque insignia de una gama de productos, EABL genera una cadena de valor que aporta el uno por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de Kenia. (Imagen referencial: EFE).
Con Tusker como buque insignia de una gama de productos, EABL genera una cadena de valor que aporta el uno por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de Kenia. (Imagen referencial: EFE).

Hay placeres en que son imperdibles, como beber -¡bien frío!- un botellín de Tusker, una refrescante cerveza famosa por el de su logotipo que cumple un siglo de historia y de orgullo nacional en Kenia.

“¡Celebramos cien años. Todo un logro!”, exclama a Efe Jane Karuku, consejera delegada de East African Breweries Limited (EABL), fabricante de esta cerveza de tipo “lager” (baja fermentación), color dorado muy claro y burbuja revoltosa y chispeante.

“Celebramos a los héroes y heroínas que nos precedieron”, continúa Karuku en la ribera del río Ruaraka, a las afueras de Nairobi, donde EABL tiene su sede central y sus orígenes, que se remontan a 1922.

Dos hermanos y una “rubia”

Entre esos “héroes y heroínas” destacan los hermanos George y Charles Hurst, dos nativos de Cardiff (Gales) y dos caras muy diferentes de la misma moneda: George, el mayor y aparentemente más serio; y Charles, el menor y con fama de juerguista y bebedor.

George hizo carrera de militar y Charles se desempeñó como banquero hasta que sus ambiciones comunes les llevaron a la “Tierra Prometida de África del Este”, como los periódicos británicos llamaban a Kenia, colonia entonces del Reino Unido.

Como muchos colonos, los hermanos galeses invirtieron en plantaciones que, asoladas por las plagas y los elementos, resultaron poco rentables.

En un momento de inspiración y, sobre todo, hastiado de brindar con té a la espera de recibir licores de importación, Charles le confesó a su hermano un sueño: construir la primera fábrica de cerveza de Kenia.

Los dos emprendedores eligieron como emplazamiento la boscosa ribera del río Rui-Rwa-Aka (actualmente Ruaraka), conocido como el “río de las mujeres” porque estaba reservado a las niñas de la etnia kikuyu durante la circuncisión por sus aguas frías y anestésicas.

Con la maquinaria comprada en Gran Bretaña y la ayuda del manual del fabricante y un amigo, Henry Dowding, que tenía contactos en una destilería, Charles hirvió una solución en un cuenco de cobre sobre fuego de leña y produjo la primera cerveza, embotellada a mano.

Esa novedosa “rubia”, al principio, “era (sólo) para los colonizadores”, apostilla Karuku. Así nació Kenya Breweries, antecesora de EABL, que se registró el 8 de diciembre de 1922.

Su primer pedido, de diez cajas, se entregó personalmente ese mes a un tal Mister Waterman, gerente del mítico Hotel Stanley de Nairobi, refugio años después de famosos como el escritor estadounidense y premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway.

Muerte en el “Jardín del Edén”

Pero la alegría duró poco. En 1923, George lideró una expedición de caza en el cráter del Ngorongoro (Tanzania), considerado el “Jardín del Edén de África”, y murió arrollado por un “tusker”, como llaman en esta zona a los elefantes de colmillos gigantes.

“Hurst efectuó dos disparos, pero el tusker lo estrelló contra un árbol. Muerte instantánea”, informó la revista Habari, al describir a George como un “cazador blanco del que se decía que era el hombre más valiente y temerario que jamás había cazado elefantes”.

Devastado por la tragedia y en homenaje a su hermano, Charles dio a la ya popular cerveza el nombre de Tusker, cuyo logotipo -¡cómo no!- es la cabeza de un elefante negro con enormes colmillos blancos dentro de un círculo de fondo amarillo.

El propio Charles Hurst murió en Inglaterra en 1966, pero el paquidermo se convirtió en una de las marcas más reconocibles de Kenia, presente hoy día no sólo en bares, restaurantes y supermercados, sino también en camisetas, posavasos, gorras, sudaderas y muros de hasta la aldea más remota del país.

“Tusker es una forma de vida en Kenia” y un símbolo de “orgullo nacional”, subraya Karuku sobre la célebre “lager”, elaborada con ingredientes locales, como cebada de la sabana del Masái Mara o agua de manantial de los montes Aberdare.

Esta “reina de la sabana” destaca también como la cerveza más comercializada en África del Este, donde millones de consumidores disfrutan su inconfundible sabor en Kenia, Tanzania, Uganda, Sudán del Sur, Burundi, Ruanda y la República Democrática del Congo.

Cerveza superventas

Con Tusker como buque insignia de una gama de productos, EABL genera una cadena de valor que aporta el uno por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de Kenia.

Además, siendo parte de la multinacional británica Diageo desde el 2000, la compañía utiliza ese trampolín para proyectarse en doscientos países.

“EABL es una joya de negocio con una fantástica herencia de cien años”, destacó el consejero delegado de Diageo, Ivan Menezes, el pasado mes en un acto para celebrar el centenario de Tusker en el Parque Nacional de Nairobi, donde EABL comprometió cien millones de chelines (unos 800,000 euros) para salvar elefantes en Kenia.

“Su impacto en África oriental, donde crea empleo para más de dos millones de personas, de forma directa e indirecta, demuestra más claramente lo que este negocio puede hacer el próximo siglo”, dijo Menezes.

Cien años después, la popularidad de Tusker sigue intacta en Kenia. “Es una cerveza superventas. Aquí se vende más que cualquier otra”, confiesa Eric Musyoka, empleado de un supermercado en Kilimani, un barrio acomodado de Nairobi.

Incluso “los extranjeros, cuando vienen al país, eligen primero Tusker porque es la cerveza original keniana”, añade Musyoka ante una estantería repleta de botellines que lucen la efigie del elefante más icónico del continente africano.