aplazó el viernes su decisión de imponer aranceles sobre la importación de autos y autopartes, a fin de evitar una escalada de las disputas comerciales o afectar las conversaciones con países europeos y Japón.

Trump ha dicho claramente que cualquier decisión final sobre la materia depende de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea. En audiencias públicas el año pasado, la idea dede autos casi no obtuvo apoyo, ni siquiera de la industria automotriz estadounidense.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo que la decisión de Trump responde a un estudio del Departamento de Comercio según el cual la importación de automóviles y ciertas autopartes amenazan la seguridad nacional.

En una proclama, Trump ordenó al representante comercial Robert Lighthizer que siga negociando acuerdos para afrontar esa amenaza.

"La defensa y la superioridad militar de Estados Unidos dependen de la competitividad de nuestra industria automotriz y de la investigación y desarrollo que genera esa industria", dijo Sanders en un comunicado.

"Si no se llega a acuerdos en 180 días, el presidente decidirá si son necesarias nuevas medidas y cuáles serán", agregó.

A primera vista, los fabricantes de automotores se beneficiarían con un impuesto sobre sus competidores extranjeros, pero muchos fabricantes estadounidenses dependen de autopartes importadas que se encarecerían con los

John Bozzella, presidente de Global Automakers, dijo que si el presidente impone nuevos impuestos sobre autos y autopartes, "los consumidores estadounidenses recibirán un puñetazo en el estómago". Dijo que los aranceles vigentes han acrecentado los costos, reducido la competitividad global del sector y generado una incertidumbre que frena las inversiones y el crecimiento.