Quedarse sin empleo en una Argentina en crisis es duro, tan duro como pelear para evitar el cierre de la propia fuente de trabajo, una lucha a la que se lanzaron los miles de trabajadores que lograron recuperar empresas quebradas y que, ahora sin patrón, lidian con la recesión para sobrevivir.

Los 450 empleados del laboratorio farmacéutico Roux Ocefa, fundado en 1935 en Buenos Aires por un inmigrante francés, cayeron en la cuenta de que algo andaba muy mal cuando a principios del 2016 la empresa empezó a suspender operarios, atrasarse en el pago de salarios y cerrar líneas de producción y, meses después, entró en concurso de acreedores.

En el 2017 todo el personal fue suspendido y una parte de él ocupó una de las plantas, en el barrio capitalino de Villa Luro, y conformó una cooperativa que batalló en la Justicia para lograr finalmente, en abril pasado, que le otorgara la continuidad de las operaciones bajo la conducción de los trabajadores.

Entretanto, un proceso duro: hubo otros dos propietarios con gestiones fallidas, una nueva toma de la planta, la declaración de quiebra y una lucha desgastante en la que hoy se mantienen 80 de los trabajadores originales.

"No estábamos preparados para hacernos cargo de una empresa. Hoy nos damos cuenta de que podemos hacerlo, pero implicó un cambio absoluto de responsabilidad. Tratamos de reforzar la autodisciplina, el compromiso y el esfuerzo para que el proyecto sea viable", dice a Efe Bruno Di Mauro, de 29 de años.

Di Mauro trabajaba en el laboratorio desde el 2012 como operario. Hoy es el presidente de Farmacoop, la cooperativa que formaron para zafar de la "condena a muerte" que implica perder el empleo.

"Tuvimos compañeros que lamentablemente se suicidaron al quedarse sin trabajo, compañeros que se enfermaron y terminaron muriendo en la cama de depresión y otros que simplemente no creen que sea posible sacar esto adelante y buscaron otro trabajo", señala Di Mauro.

Sin más opción que luchar

Pero buscar otro trabajo no es fácil en una Argentina con una tasa de desempleo de 10.6%, la más alta desde el 2006.

Casi un tercio de los desocupados lleva más de un año buscando trabajo y la tasa de desempleo es mayor para las mujeres, de 11.2%, un panorama que en el caso de Roux pesó y mucho a la hora de decidirse por una salida colectiva a la crisis.

Alicia Vasallo tiene 55 años y entró a los 19 al laboratorio, su primer trabajo y en el que siempre pensó que se jubilaría.

"Al ir corriendo los años, las posibilidades de trabajo cada vez son menos por mi edad. Hasta que surgió esta pelea y me sumé de lleno", cuenta Vasallo, quien apostó por la causa de la cooperativa no sin miedos pero a la que volvería abrazar "con las mismas ganas", según afirma con lágrimas en los ojos.

Con treinta años de experiencia en la empresa, Mónica Rufino, de 51, estuvo casi un año suspendida y tres meses sin cobrar hasta asumir que estaba al borde de quedarse sin trabajo definitivamente.

Dice que no pensó en buscar otro empleo porque los requisitos casi excluyentes son tener menos de 35 años, experiencia y formación universitaria.

Lo más duro, cuenta esta operaria de control de calidad, fue sentirse "desplazada de la sociedad" y lo mejor haber conocido a los jóvenes que están al frente de la cooperativa.

"Yo los admiro porque son inteligentes, aprendieron un montón de cosas y estudiaron para saber hablar con un juez y con el que sea", señala Mónica, emocionada.

"Creo que vamos a salir adelante, poder trabajar y estar bien. Es mi oportunidad, quizás la última", añade con un sonrisa.

Tratar de remontar en plena crisis

La actitud positiva de Mónica y sus compañeros es sin embargo puesta a prueba cada día, cuando reajustan sus planes para poder volver a producir en plena crisis económica de Argentina y sin ningún tipo de ayuda estatal.

"Tenemos un poco de mala suerte. Estamos empezando a tratar de reactivar el trabajo en un momento en que está paralizada la industria en Argentina. Nos encontramos con que los proveedores no nos pasan precios y los clientes esperan para comprar. Estos meses están prácticamente perdidos para nosotros. Estamos sobreviviendo", admite Di Mauro.

El primer laboratorio recuperado de Argentina da sus primeros pasos en un sector golpeado por la recesión: la producción farmacéutica en el país registró en agosto pasado un desplome interanual de 7.5%, ligeramente peor al desempeño promedio de la industria argentina.

El movimiento de las empresas recuperadas por sus trabajadores son un emergente de la crisis del 2001, la más severa que recuerda Argentina, pero cobra ahora nuevas fuerzas como resistencia al cierre de fuentes de empleo en estos tiempos de recesión.

De acuerdo a datos del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas de la Universidad de Buenos Aires, en Argentina hay 391 empresas recuperadas que gestionan unos 15,300 trabajadores.

Desde que Mauricio Macri, quien buscará la reelección el próximo domingo, llegó al Gobierno a finales del 2015, se recuperaron 51 empresas, un puñado en relación a los casi 22,000 empleadores que se dieron de baja en este período y que, según el antropólogo Andrés Ruggeri, coordinador del Centro de Documentación de Empresas Recuperadas, obedece a que el actual Ejecutivo "puso muchas trabas a la recuperación de empresas".

“Hay muchas empresas recuperadas que están paralizadas totalmente por falta de mercado. No cierran porque, al contrario de las empresas privadas, los trabajadores deciden aguantar porque saben que no tienen más opción que esa”, dijo Ruggeri.

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