Dirigir un negocio es una tarea difícil en muchas partes del mundo. Es por eso que el Banco Mundial (BM) ofrece a los gobiernos un incentivo para que este esfuerzo sea más sencillo y clasifica a los países de acuerdo a la carga de regulaciones exigidas a las empresas.
Este año, sin embargo, su índice Doing Business se ha visto envuelto en problemas de procedimiento. El 27 de agosto, el Banco Mundial dijo que la publicación del próximo conjunto de clasificaciones sufriría un retraso. Llega en un año en el que, según tiene conocimiento The Economist, China iba a ser clasificada como uno de los países que más mejoraron en el ranking. Sobre eso, el BM no hizo comentarios.
Algunos aplaudieron el aplazamiento porque piensan que el índice es contraproducente, engañoso o ambos. A muchos críticos les preocupa que aliente a políticos y tecnócratas, preocupados por las relaciones públicas, a recortar excesivamente las regulaciones y que ignore cómo se aplican las reglas en la práctica.
Un estudio del 2015 encontró una “correlación casi nula” entre los resultados del Doing Business y lo que dicen las empresas cuando son encuestadas directamente por el Banco Mundial.
Aun así, la reciente suspensión ocurrió no por preocupaciones metodológicas, sino por cuestiones sobre la integridad de los datos. Nueve denunciantes internos del Banco Mundial han alertado al equipo directivo sobre presuntas “irregularidades” en los índices publicados en el 2017 y 2019, incluidos los de Azerbaiyán, China, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
No es difícil entender por qué los países podrían querer que se manipulen las cifras. Bajar en la clasificación es políticamente vergonzoso. Mientras tanto, el Banco Mundial puede tener un incentivo para mantener ‘agradables’ sus relaciones con miembros importantes.
En el 2017, sus líderes empezaron a preocuparse de que China cayera en el ranking Doing Business, lo que llevó al banco a verificar los resultados, dice un ex funcionario con información privilegiada. Después de corregir un error de codificación y ajustar una decisión, su clasificación no bajó.
Otra causa de incomodidad proviene de los países que pagan al Banco Mundial para que les aconseje sobre cómo subir en la clasificación de Doing Business. China, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos pagan por dichos Servicios de Asesoramiento Reembolsables (RAS), que en el pasado eran brindados por algunos miembros del propio equipo de Doing Business. (El uso de funcionarios de Doing Business para estos fines se detuvo en el 2019).
Algunas mejoras de rendimiento desafían la lógica. Un correo electrónico visto por The Economist sugiere que el ascenso de Azerbaiyán para alcanzar el puntaje más alto a nivel mundial en derechos legales a la hora de obtener crédito el año pasado fue particularmente controvertido. Su puntaje general disminuyó.
El Banco Mundial está realizando una auditoría exhaustiva de sus procesos, incluidos los relacionados con el RAS. Independientemente de lo que descubra la investigación, la saga resalta la tensión entre los diferentes roles de la institución. Al Banco le gusta pensar que sus funciones diplomáticas y de investigación son complementarias... Si las cosas fueran así de simples.