China
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Hace poco más de 25 años, Shanghái lanzó su metro con una sola corta y gruesa línea. Desde entonces, ha agregado 15 líneas y unos 700 kilómetros, lo que convierte a su sistema de metro en el más largo del mundo. Está lejos de estar concluida.

La ciudad reveló recientemente planes para otros 300 kilómetros, incluido un ferrocarril terrestre, dentro de cinco años. Gran parte del trabajo continúa sin ser visto, ya que las máquinas perforan túneles por debajo de la superficie. Pero los hoyos alrededor de la ciudad ofrecen pistas sobre la actividad subterránea.

Son parte de un empuje nacional. El , en palabras de los medios de comunicación estatales, presionó el "botón de acelerar" en el gasto en infraestructura, una forma probada de impulsar la economía.

En el primer trimestre, el PBI de creció 6.4% en comparación con el mismo periodo del año anterior, igual cifra que en el último trimestre del 2018, la menor en una década. Eso sería envidiablemente rápido para la mayoría de los países. Pero a los funcionarios chinos les ha desconcertado la posibilidad de que esto pueda anunciar el comienzo de una caída más pronunciada.

El año pasado tales temores fueron ampliamente escuchados. La guerra comercial con Estados Unidos parecía destinada a volverse más desagradable. El mercado de valores de China se estaba desplomando. Los empresarios se quejaban de que las empresas estatales, que ya eran poderosas, las estaban dejando de lado.

Una campaña regulatoria para controlar los niveles de deuda provocó temblores en todo el sistema financiero, haciendo que los bancos se mostraran mucho más cautelosos en prestar efectivo.

Así que, a mediados del 2018, el gobierno de China cambió de marcha. Redujo los impuestos sobre los ingresos personales y las ganancias corporativas. Las autoridades ordenaron a los bancos prestar más a las pequeñas empresas.

Y los planificadores volvieron a impulsar la maquinaria de infraestructura. Durante meses habían evitado aprobar proyectos de metro, conscientes de la campaña para controlar la deuda. Pero en julio comenzaron a moverse de nuevo, con media docena de ciudades, incluida Shanghái, entre los beneficiarios.

Las ventas de equipos de excavación, un proxy de la construcción, se dispararon a un máximo trimestral de ocho años en los primeros tres meses del 2019.

Sin embargo, aún existen dudas sobre qué tan lejos llegará China sacándole jugo a la economía. Li Keqiang, el primer ministro, ha renunciado repetidamente a cualquier estímulo importante, temeroso de deshacer el progreso realizado para frenar el crecimiento de la deuda. Los beneficios de reducir los impuestos se han debilitado por los esfuerzos para recaudarlos de manera más estricta.

Mientras tanto, el impulso de la infraestructura muestra cómo China ha alcanzado un tamaño tal que su crecimiento se enfrenta a límites claros. Su objetivo es construir 3,200 kilómetros de líneas ferroviarias de alta velocidad este año. Eso es casi lo mismo que España, el país con la segunda red ferroviaria de alta velocidad más grande, tiene en total.

Para China, sin embargo, ha bajado desde un promedio de 3,600 kilómetros anuales en los últimos cinco años. Tampoco debe preocuparse el gobierno de que una economía ligeramente más débil provoque desempleo: con la fuerza laboral disminuyendo a medida que la población envejece, aparecen anuncios de ofertas de empleo en tiendas en todo el país.

Teniendo en cuenta todos los motivos de la moderación, muchos observadores están desconcertados por la fortaleza del crecimiento del crédito este año.

El financiamiento social total, una medida que consiste principalmente en préstamos bancarios y emisión de bonos,alcanzó los 8.2 billones de yuanes (US$ 1.2 billones) en el primer trimestre, un 40% más que en el mismo período del año pasado, muy por encima de la mayoría de los pronósticos. Una cuarta parte del financiamiento ha sido en préstamos corporativos a corto plazo.

En China, por lo general, esta es una señal de que los bancos estatales flexibles están prestando atención al llamado del gobierno para liberar el crédito más allá de la demanda de los prestatarios. El crecimiento podría así rebotar a mediados de año, dice Larry Hu, de Macquarie Securities.

Entonces, ¿estaban las expectativas de un estímulo limitado equivocadas? Lo más probable es que el cambio sea de tiempo en lugar que de magnitud. El gobierno parece estar cargando sus planes para impulsar el crecimiento.

Dos cálculos políticos pueden ayudar a explicar esto. El primero es la guerra comercial con Estados Unidos. China parecía estar a la defensiva el año pasado cuando su mercado de valores cayó. Un rally este año, impulsado por la inclinación de las políticas a favor del crecimiento, ha aumentado la confianza de China a medida que las negociaciones entran en la recta final.

El segundo es el 70 aniversario del gobierno del Partido Comunista el 1 de octubre, que el gobierno marcará con una serie de festividades. No quiere que se vean empañadas por quejas sobre la economía. Los constructores de metro pueden contar con un periodo ocupado.