Vacuna Sinopharm. (Foto: EFE)
Vacuna Sinopharm. (Foto: EFE)

Los retrasos en las entregas de vacunas occidentales en Europa se han convertido en una oportunidad para Rusia y China, que utilizan sus remedios contra el COVID-19 para ganar influencia en el centro y el sureste del continente.

Todo ello pese a que sus vacunas siguen estando muy lejos de ser aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que por el momento solo ha dado el visto bueno a tres fármacos: los de BioNtech-Pfizer, Moderna y AstraZeneca.

En Serbia, que aspira a entrar en la Unión Europea (UE), su Gobierno celebra ser el líder de la región por población vacunada, con un 7.7% de sus cerca de siete millones de habitantes, sobre todo gracias a la vacuna china Sinopharm.

Este país tradicionalmente muy prorruso también ha autorizado ya el uso de la vacuna rusa Sputnik V, aunque ha recibido solo unas pocas miles de dosis hasta el momento.

Sus vecinos ven con recelo como en Serbia avanza el plan de vacunación, mientras que en los países de la UE, que depende por completo de los medicamentos aprobados por la EMA, se sigue estancado en torno a un 3% de inmunización.

Rusia no ha ocultado que la vacuna es parte de una estrategia para aumentar su influencia en el extranjero, eligiendo un nombre que evoca la carrera espacial durante la Guerra Fría con Estados Unidos.

China, por su parte, ha asegurado que no utilizará sus vacunas como herramienta diplomática, pero en algunas declaraciones públicas altos funcionarios han vinculado los fármacos a una mejora en la cooperación.

Hungría, gobernada por el ultranacionalista y eurocrítico Viktor Orbán, fue el primero en seguir el ejemplo serbio y ha aprobado de forma extraordinaria y nacional el empleo de vacunas chinas y rusas.

En una reciente legislación “hecha a medida”, Budapest permite en su territorio el uso de vacunas que han sido administradas a nivel mundial a más de un millón de personas y en al menos otro país comunitario o candidato a la entrada en la UE, en evidente referencia a Serbia.

Hungría recibió esta semana una primera entrega de 40,000 dosis de Sputnik V, aunque no las ha administrado todavía, mientras que ha encargado más de un millón de dosis de Sinofarm, la vacuna preferida por el propio Orbán.

Tras un encuentro este viernes en Budapest con el primer ministro checo, Andrej Babis, el jefe de Gobierno húngaro destacó el ejemplo de Serbia y señaló que “ahora lo más importante es conseguir la mayor cantidad posible de vacunas”, sean de donde sean.

Babis, por su parte, fue más cauteloso al decir que “la mejor vacuna es la que está disponible”, aunque dijo que habría que valorar el caso de Hungría, el único país de la UE que ha autorizado a nivel nacional vacunas no aprobadas por la EMA.

Si hay posibilidad de adquirir también otra vacuna que la aprobada por la UE, entonces se podría considerar un procedimiento similar al de Hungría”, señaló el primer ministro checo, cuyo país es uno de los más golpeados por la segunda ola de la pandemia.

Según la página web oficial de Sputnik V, esta vacuna tiene una eficacia de 91.6% y más de 50 países ya han solicitado oficialmente remedios del fabricante ruso para cerca de 1,200 millones de personas.

La perspectiva de la entrada en Europa de la vacuna Sputnik V se produce cuando el alto representante de Exteriores de la UE, Josep Borrell, admitió que las relaciones con Moscú “están bajo una gran tensión” tras el envenenamiento y encarcelamiento del líder de la oposición Alexei Navalny.

Para Rumanía, que con unos 19 millones de habitantes es el país más grande de los Balcanes, la posibilidad de recurrir al remedio ruso está fuera de debate.

Con dos bases estadounidenses en su territorio, Rumanía considera a Rusia como “una amenaza estratégica” para la seguridad regional, por lo que apuesta plenamente por vacunas occidentales y descarta cualquier contacto con rusos o chinos para su plan de vacunación.

Consideraciones estratégicas de ese tipo en la lucha contra la pandemia las deja de lado el canciller austríaco, Sebastian Kurz, quien defendió este jueves desde su perfil de Twitter que “no debe haber tabúes geopolíticos a la hora de aprobar vacunas”.

Cualquier vacuna adicional que sea eficaz y esté aprobada es importante. Sólo juntos a través de la cooperación internacional podremos derrotar esta pandemia”, señaló el jefe de Gobierno austríaco, cuyo país se han asegurado suficientes vacunas para poder inmunizar el doble de su población.