El presidente ruso y su homólogo chino inauguraron este lunes un gasoducto “histórico” que unirá por primera vez a los dos países, el primero de tres proyectos rusos para asentar su dominio en el mercado mundial del gas.

“¡El grifo está abierto! El gas entra” en China, dijo el presidente de Gazprom, Alexei Miller, cuando el gas de los yacimientos de Siberia oriental cruzó la frontera gracias al gasoducto Power of Siberia (Fuerza de Siberia).

La infraestructura tiene de momento más de 2,000 kilómetros de conductos. Cuando esté finalizada, la red tendrá un total de más de 3,000 kilómetros.

Las obras movilizaron a unas 10,000 personas durante más de cinco años, trabajando en regiones donde la temperatura puede caer hasta los -50 °C.

En una videoconferencia conjunta con el presidente chino Xi Jinping, el ruso Vladimir Putin se felicitó de un “evento realmente histórico, no solo para el mercado mundial de la energía, pero sobre todo para usted y para mí, para Rusia y China” y que según él “llevará la cooperación estratégica ruso-china a un nuevo nivel”.

“El desarrollo de las relaciones sino-rusas es y será una prioridad de la política extranjera de cada uno de nuestros países”, declaró por su parte el presidente Xi Jinping, muy cercano a su “amigo” Putin tras décadas de desconfianza entres los dos países.

En televisión se vieron a empleados de Gazprom, con uniformes blancos y azules, y de PetroChinay, con uniformes rojos.

El proyecto, que servirá para alimentar las enormes necesidades energéticas de China, concretiza la voluntad rusa de acercarse a Asia frente a un Occidente considerado hostil.

Por parte china, el gasoducto debería llevar gas a Shanghái en 2022 y 2023.

“Renacimiento” del gas ruso

El coste del Power of Siberia fue estimado por Gazprom en US$ 55,000 millones y en 2022-2023 tendrá una capacidad de 38,000 millones de metros cúbicos anuales, equivalente al 9.5% del gas consumido China.

Según los analistas de S&P Platts, Rusia está viviendo un “renacimiento” de su sector del gas, “comercialmente astuto y más estratégico que nunca”.

El nuevo gasoducto se acompaña de un enorme contrato de aprovisionamiento de gas a China, estimado en más de US$ 400,000 millones en los próximos 30 años, firmado entre Gazprom y el gigante chino CNPC en mayo de 2014 tras diez años de negociaciones.

El año 2014 fue también el de la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea, que provocó una ola de sanciones económicas occidentales y el deterioro de sus relaciones con Europa, el principal consumidor de gas ruso en el mundo.

Rusia mira ahora hacia el este y el nuevo gasoducto “es uno de los proyectos energéticos más esperados de Asia”, según los analistas de S&P Global Platts.

Hasta ahora la facturación de Gazprom procedía esencialmente de Europa y Turquía, clientes tradicionales de la compañía, heredera del ministerio soviético del gas.

A pesar de ello Gazprom sigue reforzando su mercado tradicional hacia occidente y tiene otros dos proyectos de gasoducto en marcha.

El primero es el proyecto germano-ruso Nord Stream 2, que pasa bajo el mar Báltico pero no Ucrania. Este país, adversario de los rusos y aliado de occidente, fue en los últimos años un problema para la estabilidad de las entregas de gas a la UE.

El Nord Stream 2 divide a los estados europeos, y algunos denuncian una dependencia demasiado importante de Moscú.

Alemania logró finalmente imponer su proyecto a pesar de las presiones de Donald Trump. La puesta en servicio permitirá doblar las entregas de gas ruso hacia Europa del Norte hasta 110,000 millones de metros cúbicos anuales.

Mas al sur, a partir de enero, otro gasoducto evitará pasar por Ucrania. Se trata del proyecto ruso-turco TurkStream, que simboliza la buena sintonía entre ambos países pero también las tensiones entre Ankara y sus aliados en la OTAN, tanto estadounidenses como europeos.

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