Londres
Londres

Las interminables votaciones indicativas del Parlamento sobre el Brexit ya se hacen difíciles de ver. Los legisladores no quieren elegir una opción y algunos simplemente hacen tiempo para garantizar una salida sin acuerdo.

Si de verdad quisieran decidir algo hay una cosa que podrían usar para romper el impasse: votación cualitativa.

"En comparación con el Parlamento británico, una esfinge es un libro abierto", lamentó el lunes en un discurso el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. "Tenemos que hacer que la esfinge hable".

La esfinge de Westminster ha estado lejos de mantener el silencio. Ha debatido varias opciones: una lista larga, por la cual se votó la semana pasada, y otra corta puesta a prueba el lunes. La razón por la cual no ha emergido una opción ganadora es el hecho de que parlamentarios tratan de evitar un fenómeno conocido como la paradoja de Condorcet, descrita originalmente por el matemático Nicolas de Condorcet en el siglo XVIII.

En palabras simples, como las decisiones democráticas colectivas dependen del orden en el cual se consideran las alternativas, estas podrían dejar insatisfecha a la mayoría. El procedimiento actual en el Parlamento, en donde se someten a votación opciones individuales por separado, ignora las segundas y terceras preferencias de los legisladores y produce resultados bastante extraños.

Emergen patrones de votación táctica. Una importante cantidad de parlamentarios respaldó las cuatro opciones el lunes, aunque al menos dos de ellas se excluían mutuamente, o las rechazaron todas pese a que no hay nada más en el menú.

La solución ideal de Condorcet fue encontrar una opción que ganaría en una ronda final contra cualquier otra, pero celebrar semejante serie de votaciones sería, en el caso del brexit, algo muy complicado que conllevaría el riesgo de alienar a los votantes.

No sería el primero en proponer una solución basada en un procedimiento de votación distinto. Otros han argumentado lo que se conoce en Estados Unidos como votación por orden de preferencia. Yo abogaría, no obstante, por una variante particular de este tipo de votación que creo que encaja mejor con la situación del Brexit.

Los métodos de votación preferencial se usan con más frecuencia para elegir candidatos en lugar de ideas o escenarios. Las elecciones municipales de Londres utilizan este sistema, en donde los votantes eligen una primera y una segunda opción.

Si ningún candidato obtiene una mayoría dentro de las primeras opciones, los dos participantes con más votos se enfrentan en una segunda vuelta en la cual los votos que reciben los candidatos sin éxito se redistribuyen de acuerdo con las segundas opciones. Los votantes británicos, sin embargo, rechazaron la idea de implementar este sistema para elecciones parlamentarias en un referendo del 2011.

Otro sistema de votación preferencial utilizado en el Reino Unido es la denominada "votación exhaustiva", el método que emplea el Partido Conservador para elegir a su timonel. En virtud de este sistema, se celebran votaciones reiteradas y el candidato con menor respaldo es eliminado en cada ronda.

Lo que le parece bien a los funcionarios electorales, no obstante, no funciona tan bien a la hora de resolver conflictos complejos como el Brexit. La idea en este caso no es solo determinar un ganador, sino además capturar la intensidad con la cual cada parlamentario respalda o rechaza cada opción.

El método que mejor encaja en esta situación es la votación acumulativa o cualitativa como se le llama en alguna literatura académica. En este escenario, los miembros del Parlamento tendrían una cantidad finita de puntos a distribuir entre las opciones que favorezcan. Aquella que reciba más será la ganadora.

Como los votos solo serían indicativos, no importaría que el sistema rompa con el principio una persona / un voto. Es más importante romper la paradoja de Condorcet y obligar a los parlamentarios a expresar una preferencia clara y constructiva.

Al asignar una cantidad de puntos, el sistema reflejaría diferencias más finas de opinión, dificultaría las votaciones tácticas y permitiría a los legisladores expresar un punto de vista. Los conservadores podrían manifestar su oposición relativa a varias formas de Brexit más blando, mientras que los laboristas podrían plantear los intereses de sus votantes que eligieron la opción de permanecer en la Unión Europea.

El resultado preferido se podría poner a prueba frente a todos los otros y se decidiría un camino a seguir. A solo unos cuantos días de que Gran Bretaña salga de la UE sin trato y en momentos en que el gobierno no puede conseguir la aprobación de su propio acuerdo, la flexibilidad y la imaginación son esenciales. Es probable que el bloque solo conceda otra extensión de las negociaciones una vez que la esfinge británica tome decisiones en lugar de rechazar todas las opciones.

Por Leonid Bershidsky

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

TAGS RELACIONADOS