energía
energía

El verano pasado fue muy caliente en varias partes de Estados Unidos, aunque no rompió ningún récord de todo el país. El Centro de Datos Climáticos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica no está disponible en línea actualmente debido al cierre gubernamental, pero hace una semanas descargué unas estadísticas que demuestran que el periodo entre junio y agosto del 2018 fue el sexto periodo de tres meses más caliente desde 1895, que es cuando inician los datos.

Otro indicador importante de temperatura, el número de días-grado de refrigeración ponderados por la población, sí alcanzó un máximo récord para los 12 meses que terminaron en setiembre.

Sí, el término "días-grado de refrigeración ponderados por la población" suena complicado, pero es muy útil para analizar la demanda de electricidad de los aires acondicionados. Un día-grado de refrigeración refleja la distancia de la temperatura media del día de 65 grados farenheit (18.33 grados centígrados); un día con una temperatura media de 80 grados farenheit (26,66 grados centígrados) cuenta como 15 días-grado de refrigeración.

La Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU. (financiada a través de la ley de apropiaciones fiscales para el 2019 aprobada por el Congreso y firmada por el presidente en septiembre, por lo que su sitio web rebosa de datos, como siempre) hace el seguimiento según su división del censo y luego arroja una cifra nacional al asignar ponderaciones de población a cada una de las nueve divisiones.

El aumento en la cantidad de días-grado de refrigeración se ha debido en parte al aumento de las temperaturas y en parte a la tendencia de los estadounidenses, tras la propagación del aire acondicionado, a asentarse en lugares más cálidos.

Entiendo que el aire acondicionado no es precisamente la prioridad de EE.UU. en enero, aunque en el último enero los estados sudatlánticos (que van de Delaware a Florida) llegaron a tener 21 diás-grado de refrigeración. El tema despertó mi curiosidad mientras escribía una pieza sobre el uso de la electricidad en EE.UU. para la contraportada de Bloomberg Businessweek. Esta es una versión más detallada del cuadro que la acompaña.

La historia principal aquí es que, luego de crecer continuamente durante todo el siglo XX –con breves pausas durante las recesiones–, el uso de la electricidad en EE.UU. ha permanecido más o menos estable desde el 2007. Antes he escrito sobre esta estabilización de la electricidad, sus causas y sus consecuencias.

Lo nuevo es que la EIA está proyectando un incremento de 2.3% en el uso de la electricidad para el 2018, el mayor aumento desde la recuperación de la recesión en el 2010. Aún es muy temprano para decir con confianza cuáles son las causas de esto o si marca un alejamiento significativo de la tendencia (estable) reciente.

No obstante, dado que el incremento del 2018 ha estado impulsado principalmente por los consumidores de electricidad residenciales, no puedo evitar preguntarme por el posible impacto del aire acondicionado, el cual representa el mayor uso de electricidad en los hogares, con aproximadamente 15% del total.

Vivimos en una era en que (1) las temperaturas han estado subiendo, (2) los estadounidenses se han trasladado a lugares más cálidos y (3) las nuevas casas son cada vez más grandes. Estos tres factores deberían incrementar la demanda de aire acondicionado.

Los dispositivos cada vez más eficientes han suavizado el impacto en el uso de la electricidad, según el Departamento de Energía: "Los aires acondicionados de hoy utilizan entre 30% y 50% menos energía para producir la misma refrigeración que los dispositivos fabricados en la década de 1970". Aun así, el aumento continuo en el uso del aire acondicionado definitivamente parece impulsar la demanda de electricidad.

Dicho esto, puede que no esté impulsando la demanda de energía.
Los días-grado de calefacción son la otra cara de la moneda de los días-grado de refrigeración. Es decir, cada grado por debajo de 65 grados farenheit en la temperatura promedio de un día cuenta como un día-grado de calefacción; y por las mismas razones que aumentan los días-grado de refrigeración (aumento en las temperaturas y cambios en la población), los días-grado de calefacción están disminuyendo.

La electricidad es la fuente de energía de solo 36% de la calefacción residencial en EE.UU. (el gas natural representa 51%), de acuerdo con una Encuesta sobre el Consumo de Energía Residencial de la EIA en el 2015, así que menos calefacción y más refrigeración podrían dar como resultado un aumento en el uso de electricidad.

Sin embargo, en general, como concluyó el investigador de energía y transporte Michael Sivak en un ensayo del 2013, la calefacción usa mucha más electricidad en las ciudades frías que el aire acondicionado en las ciudades cálidas.

Eso se debe en parte a que las temperaturas frías de invierno en el norte de EE.UU. se alejan más de la línea de base de 65 grados farenheit que las temperaturas cálidas del verano en el sur del país (vale la pena señalar que incluso ahora hay más del doble de días-grado de calefacción en EE.UU. que días-grado de refrigeración), pero también porque los aires acondicionados tienen una mayor eficiencia energética que los calentadores y las calderas.

Mi conclusión es que el uso de la electricidad puede estar subiendo nuevamente. No obstante, también es razonable pensar que parte de ese aumento puede deberse a un desvío de otras fuentes de energía.

Está la dinámica del aire acondicionado vs. la calefacción que ya se discutió, con el agregado de que en los últimos años la electricidad ha superado al gas natural como la principal fuente de calefacción en los nuevos hogares.

Además, está el auge de los vehículos eléctricos, el cual no solo desvía la demanda del petróleo a la electricidad (generada actualmente en EE.UU. mediante la quema de gas natural y carbón, aunque la participación de las fuentes renovables está creciendo cada vez más rápido), sino que además podría disminuir en general el uso de la energía porque los motores eléctricos son más eficientes.Se proyecta que el uso de energía per cápita en EE.UU., cuyo pico ocurrió en 1979, también se haya disparado en 2018.

Esto debido en parte al aumento en el uso de electricidad de los consumidores residenciales; y también a incrementos en el uso de energía industrial (principalmente los productos del gas natural y el petróleo) y el consumo de diésel y combustible para aviones (pero no de gasolina). Parecen productos secundarios de lo que podría ser un pico cíclico en el crecimiento económico. Veamos qué pasa en el 2019.

Por Justin Fox