Donald Trump y Theresa May.
Donald Trump y Theresa May.

La decisión de la primera ministra de no prohibir de entrada a era la elección más fácil. Eso no quiere decir que fuera la correcta.

Estados Unidos ha estado pidiendo a gritos a los países que excluyan el equipo de telecomunicaciones fabricado por la compañía China, bajo el argumento de que es vulnerable al hackeo por parte de actores patrocinados por el estado de su propio país. Sin embargo, Huawei también tiene algunos de los dispositivos más avanzados para la próxima generación de redes 5G. Es un dilema.

May tenía argumentos para ignorar la considerable presión del presidente Donald Trump. En primer lugar, sus propios asesores de inteligencia –el Centro nacional de ciberseguridad– no se han atrevido a defender la prohibición públicamente.

Segundo, la industria de las telecomunicaciones británica, cuyas firmas más representativas son BT Group Plc y Vodafone Group Plc, insiste en que prohibir el uso de los equipos 5G de Huawei ralentizará el despliegue de las nuevas redes.

Tercero, el Reino Unido quiere mantener una relación comercial fuerte con Pekín, lo cual sería más difícil si Gran Bretaña proscribe los productos de una de las compañías más representativas de China.

También quiere seguir siendo un centro para la inversión en tecnología tras su salida de la Unión Europea, y sin redes 5G no podría serlo.No obstante, hay razones para el escepticismo respecto a los últimos dos puntos.

El director ejecutivo de Vodafone, Nick Read, está entre los que han dicho públicamente que no existe mucha demanda inmediata de redes 5G. Esto socava de alguna manera la urgencia de retener el acceso a los dispositivos de Huawei.

Para los operadores de telecomunicaciones, es probable que la importancia de Huawei tenga tanto que ver con fomentar la competencia con los rivales europeos Ericsson AB y Nokia Oyj como con el ritmo de la implementación de 5G. Más competencia significa que los operadores pagan menos por el equipo.

Y si el desarrollo de redes de próxima generación en realidad no es una necesidad inmediata, la falta de ellas no sería una gran diferencia para la inversión en tecnología en Gran Bretaña.

Ahora, consideremos los riesgos a los que se enfrenta May por su decisión. Los actores estatales chinos podrían intentar acceder e irrumpir en la infraestructura crítica de Gran Bretaña y sus redes de seguridad. Tal vez más significativo en el corto plazo, se arriesga a despertar la ira de Trump, quien podría cumplir su promesa de no compartir información de inteligencia con el Reino Unido.

Es posible saber cómo llegó la primera ministra a su decisión. Los riesgos para la economía ganaron.

El equipo de Huawei estará restringido de las partes vitales de la red, los centros y los servidores a través de los cuales se transfieren los datos, pero estará permitido en partes menos cruciales como las antenas, de acuerdo con el Daily Telegraph.

Sin embargo, esa distinción podría ser irrelevante dada la naturaleza distribuida de las 5G, en la que las antenas pueden saltarse partes vitales de la red y comunicarse entre ellas directamente.

May claramente está intentando ensartar el hilo en el ojo de la aguja. Su esperanza será que al excluir el equipo de Huawei de la parte clave de la red pueda mantener feliz a EE.UU., y al permitirlo en todo lo demás evite ofender a los chinos.

Su decisión parece haber estado determinada por las presiones del brexit. Si el divorcio de la UE no estuviera en curso, tal vez sería más fácil para May sucumbir a la presión de EE.UU. y ajustarle las riendas a Huawei. Pero ahora que Gran Bretaña se quedará solo, necesita mantener a China como socio comercial más que cuando era miembro de la UE.

La primera ministra está dejando la infraestructura crítica británica más vulnerable a las incursiones chinas. Pero May probablemente siente que no tiene más opción.

Por Alex Webb