Entre agosto del 2019 y julio del 2020, la deforestación en la selva amazónica aumentó un 9.5% frente al periodo anterior y alcanzó su mayor nivel desde el 2008, según cifras del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil. (Foto: GEC)
Entre agosto del 2019 y julio del 2020, la deforestación en la selva amazónica aumentó un 9.5% frente al periodo anterior y alcanzó su mayor nivel desde el 2008, según cifras del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil. (Foto: GEC)

La situación del Amazonas resume y constituye las “prioridades comunes” de la cooperación de la Comisión Europea y la ONU con América Latina y el Caribe en materia ambiental, como son el abordaje del , la pérdida de biodiversidad y la contaminación, afirmó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Frenar la deforestación, la degradación del sistema amazónico es una prioridad global”, afirmó el asesor sénior del Subprograma Regional de Ecosistemas Saludables para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Juan Bello.

La Comisión Europea (CE) y el PNUMA anunciaron esta semana que han establecido prioridades comunes para la cooperación ambiental en América Latina y el Caribe durante los próximos cinco años.

Estas prioridades van encaminadas a abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, pérdida de biodiversidad y la contaminación en el marco de la recuperación de la pandemia del , explicó la agencia de las Naciones Unidas.

“Los tres confluyen en el caso amazónico: necesitamos acción climática, acciones positivas para la conservación y protección de la biodiversidad en el , y atender o cambiar aquellos modelos económicos, patrones de producción y consumo, que están generando una huella negativa contra el bioma amazónico”, precisó Bello.

Claramente, dijo el funcionario, el Amazonas enfrenta un “momento crítico, resultado de un proceso de degradación de varias décadas, con cifras “muy preocupantes” del aumento de la deforestación en el amazonas brasileño, pero que también “están ocurriendo procesos de deforestación en otros países de la región amazónica”.

Entre agosto del 2019 y julio del 2020, la deforestación en la selva amazónica aumentó un 9.5% frente al periodo anterior y alcanzó su mayor nivel desde el 2008, según cifras del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil.

Estos mismos datos dan cuenta que la pérdida de cobertura vegetal en el bioma amazónico que abarca alrededor de un 60 % del territorio brasileño llegó hasta los 11,088 kilómetros cuadrados en el último año, un área superior a la de países enteros como Líbano o Jamaica.

Bello señaló que “cualquier esfuerzo de gran escala para un bioma tan importante como el amazónico requiere modelos de cooperación que trasciendan fronteras, que involucran a múltiples países” en múltiples niveles.

Así, dijo Bello, “uno de los primeros temas que se va a estar de alguna manera abordando, son los procesos a nivel económico, estamos hablando por ejemplo de los acuerdos comerciales relacionados con la industria de los alimentos, allí hay una cantidad de relaciones de lo que es la deforestación, la ganadería, la exportación de productos cárnicos a Europa”.

La subdirectora general de Asociaciones Internacionales de la Comisión Europea, Marjeta Jager, afirmó que “América Latina y el Caribe constituye una prioridad geopolítica para hacer avanzar la agenda ambiental global y el Pacto Verde europeo y para maximizar la oportunidad de una recuperación verde” en el contexto de la pandemia.

Caso centroamericano

En noviembre pasado, Centroamérica fue azotada en un lapso de menos de 15 días por dos huracanes de máxima categoría, Eta e Iota, que dejaron unos 200 muertos, desaparecidos y una millonaria destrucción en infraestructura y cultivos, en especial en Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador.

Para Bello, el caso centroamericano “es un muy buen ejemplo de los impactos directos que ya estamos viendo del cambio climático, y sobre todo de las consecuencias que tienen” para la población, como desplazamientos de comunidades, crisis humanitarias, periodos de sequía “nunca antes reportados que acaban con los medios de vida de miles de familias”.

Es un tema “absolutamente crítico” que está pasando en muchas partes del mundo y que evidencia las “profundas inequidades de la triple crisis planetaria”, dijo Bello.

Argumentó que muchas veces “en el caso particular del cambio climático, las naciones que han sido menos responsables por la emisión de gases de efecto invernadero en últimas terminan siendo las más vulnerables, las más afectadas y las menos preparadas para poder enfrentar estos desafíos”.

Bello lamentó que no se haya “cumplido cabalmente” el principio y los mecanismos de responsabilidades comunes establecidos en los grandes acuerdos y convenios ambientales negociados desde 1992 en la Cumbre de Río de Janeiro, “para que los países menos desarrollados puedan acceder a los recursos y a las tecnologías necesarias para enfrentar estos desafíos”.

“Se necesita que haya esa transferencia de recursos, esos mecanismos de compensación globales, y que las naciones menos desarrolladas puedan adaptarse rápidamente y puedan por supuesto tener condiciones favorables para los cambios que ya estamos viendo”, remarcó Bello.

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