Luego de 11 años en un popular restaurante de la capital chilena, Pedro Campos quedó desempleado en enero tras la crisis provocada por una ola de protestas que sacudieron al país el año pasado, lo que lo llevó a buscar una nueva forma de sustento: hacer pan.

Meses después, con la llegada de la de coronavirus en marzo y las posteriores medidas de confinamiento, su improvisada venta de una decena de panes de masa madre en la barriada sureña de Puente Alto se transformó en una próspera actividad.

“Me vi en la necesidad de generar (ingresos). Hemos ido invirtiendo pero también se ha visto un poco de ganancia”, detalló.

Al igual que Campos, muchas personas se han “reinventado” tras perder uno de los casi 2 millones de empleos destruidos por la pandemia. Algunos han logrado lucrativos negocios con sus nuevas actividades y no tienen intenciones de volver al mercado formal de trabajo.

“Me gustaría ser el dueño de mi panadería y darle trabajo a otra gente”, anhela Campos, quien aspira avanzar en “legalizar” su fuente de sustento.

Grupos de en condominios ofrecen desde alimentos y bebidas alcohólicas (legalmente prohibido sin permisos sanitarios) hasta bisutería y bicicletas, mientras Instagram se ha convertido en otra fuente de emprendimientos.

Pero el riesgo de ser sancionados por el riguroso Servicio de Impuestos Internos o por las autoridades sanitarias debido a la falta de permisos hace que las personas no declaren estas actividades, pese a ser fuente de sustento de muchas familias e incluso emplear a terceros.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dijo que usan los criterios de la OIT para su encuesta de empleo, por lo que esas nuevas actividades no son siempre susceptibles a las cifras de ocupación.

Debido a la tendencia creciente, el gobierno lanzó la campaña “Tu empresa en un día”, que busca facilitar los trámites para legalizar estos negocios. Sólo en agosto se crearon 16,545 empresas, un alza interanual de 21%.

Esto “demuestra cómo las personas saben que emprender puede ser una alternativa de fuente laboral, además de una posibilidad de reinventarse y por supuesto de sustento económico que les permita salir adelante”, dijo el subsecretario de Economía, Esteban Carrasco, durante un acto público.

Andrés, quien perdió su trabajo de chef en un restaurante, se sumó a dos socios para crear una “pizzería virtual” que se promociona por Instagram e incluso él mismo reparte en su bicicleta.

Aunque han formalizado el negocio, el emprendedor -que prefiere no dar su apellido por la situación del mismo- reconoce que las ventas se han multiplicado y muchas veces sirven para impulsar otros emprendimientos.

“Tenemos mucha ‘venta negra’ a mayoristas que nos compran de a 50 (pizzas) y las revenden en sus condominios o contactos”, explicó.