Donald Trump se colocó nuevamente en el centro de la tormenta al expresar en forma vulgar su opinión de países como Haití, El Salvador y del África.
Donald Trump se colocó nuevamente en el centro de la tormenta al expresar en forma vulgar su opinión de países como Haití, El Salvador y del África.

(AP) Más de 150 años después de la abolición de la esclavitud y más de 50 años después de que se promulgó la ley de los derechos civiles, los de Donald Trump acerca de los inmigrantes han abierto un perturbador debate en Estados Unidos y en todo el mundo: ¿el presidente estadounidense es racista?


Para los demócratas y algunos historiadores, no hay muchos elementos para negarlo dadas las propias palabras y acciones del presidente. En un principio su ascenso político fue impulsado por su propagación de mentiras sobre la nacionalidad de Barack Obama, y luego por sus acusaciones de que los inmigrantes mexicanos que llegan a Estados Unidos son violadores y asesinos.


Durante una reunión privada realizada el jueves con legisladores, el mandatario cuestionó por qué Estados Unidos tendría que permitirle el ingreso a haitianos o a personas de , y dijo preferir que lleguen inmigrantes de Noruega, un país con habitantes de raza blanca en su mayoría.


“El presidente Trump dijo cosas cargadas de odio, viles y racistas”, señaló el senador demócrata Dick Durbin, quien estuvo presente en la reunión y confirmó las declaraciones del mandatario.


Pocos republicanos defendieron el viernes los comentarios del presidente, y los líderes de su partido guardaron silencio la mayor parte del día.


Los que sí hablaron argumentaron que lo dicho por Trump eran afirmaciones burdas sobre el infortunio económico de algunas regiones del mundo, no una expresión de preferencia racial.


Otros dijeron que Trump, un hombre de 71 años al que le encanta rechazar lo ceremonioso, estaba expresando puntos de vista que muchas personas tienen y no dan a conocer.


“He dicho todo el tiempo que el presidente muchas veces dice lo que la gente está pensando”, comentó el representante republicano Jim Renacci, candidato al Senado en Ohio, en declaraciones a Fox News. “Juzguemos al presidente por lo que hayamos hecho. No juzguemos al presidente por lo que dice”.


Trump ha negado reiteradamente que sea un racista, al grado que durante la campaña de 2016 dijo que era “la persona menos racista que existe”.


El viernes ofreció un vago desmentido de sus comentarios, al tuitear que no dijo nada “despectivo” sobre los haitianos. No se refirió a los reportes de que menospreció a los países africanos e ignoró las preguntas de los reporteros a este respecto.


Sin embargo, no hay duda de que el episodio le ha añadido más leña a los señalamientos de racismo que han perseguido a Trump durante años, mucho antes de que asumiera la presidencia.


En la década de 1970, el gobierno federal demandó en dos ocasiones a la compañía de bienes raíces de Trump por dar preferencia a inquilinos blancos por encima de los negros.


El magnate defendió firmemente la pena de muerte para un grupo de adolescentes negros y latinos que fueron acusados de violar a una mujer en Central Park, y que posteriormente fueron exonerados.


Ahora, como presidente, las palabras de Trump traen consigo el peso de una oficina que durante mucho tiempo ha ayudado a guiar la brújula moral de la nación y ha definido el ideal estadounidense para millones de personas en todo el mundo.


Aunque Estados Unidos tiene una historia racial complicada, la cual incluye esclavitud, segregación y persistentes disparidades económicas entre los blancos y las minorías, los predecesores de Trump más recientes de ambos partidos se han valido de su puesto para promover la igualdad y han respaldado políticas de inmigración que trajeron a millones de personas de África y Latinoamérica a Estados Unidos.


“Lo que Trump está haciendo sale a relucir periódicamente, pero en la época moderna, ningún presidente había sido tan insensible para las cuestiones de raza ni había mostrado franco desdén por las personas que no son blancas”, dijo Douglas Brinkley, historiador presidencial. Considera que Trump es el presidente más racista desde Woodrow Wilson, que estuvo en el poder de 1913 a 1921.


Wilson apoyaba la segregación, incluso al interior del gobierno federal, y se atribuye a sus políticas el retroceso de la naciente clase media negra en la capital del país al inicio del siglo XX.


Décadas después de que Wilson dejó el puesto, el presidente Richard Nixon hizo comentarios controversiales sobre los negros, los judíos y otras minorías en conversaciones privadas, incluida la frase: “¿Conocen un solo país negro que esté bien gobernado?”.


Muchos de los comentarios de Nixon salieron a la luz años después, tras la publicación de grabaciones de los años en que estuvo en la Casa Blanca.


Timothy Naftali, historiador presidencial y ex director de la biblioteca presidencial de Nixon, dijo que los comentarios de Trump como presidente fueron más perturbadores porque fueron dados a conocer justo cuando sucedieron y porque los efectuó durante el curso de una conversación acerca de las leyes que regulan quién puede ingresar a Estados Unidos.


“Este no es un ejemplo de una filtración que muestra que el presidente es un pelmazo”, dijo Naftali. “Esto muestra que el presidente está utilizando un lenguaje que implica que piensa como racista mientras elabora políticas de inmigración”.


Es de hacer notar que la Casa Blanca no desmintió que Trump haya efectuado esos comentarios, y en lugar de ello respaldó el espíritu de lo que aparentemente quiso decir.


En un comunicado, Raj Shah, portavoz de la residencia presidencial, dijo que Trump “lucha por obtener soluciones permanentes que fortalezcan a nuestro país al recibir a los que puedan contribuir a nuestra sociedad, hacer crecer nuestra economía y asimilarse a nuestra gran nación”.


Dos de los legisladores republicanos que participaron en la reunión, los senadores Tom Cotton y David Perdue, dicen “no recordar” los comentarios despectivos de Trump acerca de África.


Otro republicano que estuvo presente, el senador Lindsay Graham, insinuó que el mandatario sí dijo lo que se dice que dijo: “Luego de los comentarios del presidente, le di mi opinión directamente”.


Los aliados políticos de Trump ya han pasado por esto anteriormente, teniendo que arreglárselas para determinar cómo posicionarse detrás de un presidente que cuenta con partidarios que ellos anhelan tener y que expresa opiniones claras sobre temas controvertidos.


En agosto, después de que el mandatario dijo que “ambas partes” tenían la culpa en los enfrentamientos entre supremacistas blancos y contramanifestantes en Charlottesville, Virginia, muchos funcionarios republicanos condenaron las afirmaciones de Trump pero mantuvieron su respaldo hacia su presidencia en general.


El viernes, varios partidarios y asesores negros del presidente garantizaron que Trump está comprometido en apoyar a la comunidad negra después de un evento en la Casa Blanca en honor de Martin Luther King Jr.


Paris Dennard, director de comunicaciones estratégicas en el Fondo Universitario Thurgood Marshall, dijo que Trump “comprende a esta comunidad. Quiere ayudar a nuestra comunidad”.


Pero los participantes no se refirieron a los comentarios vulgares de Trump. Y otros partidarios del mandatario especificaron claramente que no quieren inmiscuirse en los cuestionamientos de si el presidente es racista.“Eso no es algo de lo que yo quiera hablar”, dijo Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara de Representantes.

En Atlanta, en la congregación de fieles que King solía encabezar, el reverendo Raphael Warnock de la iglesia bautista Ebenezer y otros líderes eclesiásticos programaron una conferencia de prensa para condenar las afirmaciones “viles y racistas” de Trump efectuadas la víspera del fin de semana que incluye el feriado del Día de Martin Luther King Jr.


Warnock dijo que es hipócrita de parte de Trump firmar una proclama en honor a King, dados sus comentarios.


“Un hombre gigantesco no necesita una proclama de un hombre pequeño como Donald Trump”, le dijo Warnock a The Associated Press.