(Foto: Reuters)
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Muchas de las evaluaciones de los mercados financieros durante el 2017 de manera comprensible se centraron en los resultados impresionantemente favorables de las acciones y otros activos de riesgo. Sin embargo, también vale la pena considerar lo que no sucedió, en particular, nueve eventos que -al no producirse- contribuyeron a hacer que los últimos 12 meses fueran excepcionales para muchos inversores, grandes y pequeños.

Los superlativos se han usado y deberían usarse para describir el rendimiento del mercado de valores en 2017. La fructífera rentabilidad general, incluidas ganancias del 25% para el Promedio Industrial Dow Jones y del 19%  para el índice S&P 500, se dio en un entorno de volatilidad extremadamente baja.

El índice VIX, la medición de volatilidad del mercado que más se sigue, registró nueve de sus diez niveles más bajos el año pasado.

La serie de máximos históricos durante el año -71 solo para el Dow- estuvo acompañada de muy pocos episodios de retroceso en el mercado. Y las pocas veces que eso ocurrió, fueron cómodamente limitados en tamaño, duración y alcance.

En general, el Dow subió nueve meses seguidos, la racha más larga desde 1959; el S&P arrojó retornos positivos cada mes del año. El poderoso desempeño de las acciones no estuvo limitado a Estados Unidos. Algunos mercados internacionales tuvieron desempeños mejores, incluyendo un retorno de casi 40% en las acciones de Hong Kong, y el índice MSCI ACWI (excluido EE.UU.) tuvo un sólido retorno del 24%.

Además de las buenas noticias para los inversores, el costo de la mitigación del riesgo asociado con la cartera de inversión tradicional 60 de acciones/40 de bonos fue mínimo, e incluso inexistente con un enfoque diversificado de renta fija. En otro giro inusual, tanto las acciones como los bonos arrojaron retornos positivos.

El rendimiento de los bonos del gobierno de EE.UU. a 10 años terminó el año en 2.41%, o cuatro puntos base más bajo que al comienzo del año.

Dado el aumento en las acciones mundiales, ese ciertamente no es el rendimiento que se esperaría para el "activo sin riesgo" según la historia. Además, las negociaciones en el mercado de bonos del gobierno de EE.UU. se movieron en un rango relativamente estrecho todo el año y los bonos a 10 años pasaron cerca del 80% del tiempo en una banda de solo 30 puntos base.

Sí, hay una larga e impresionante lista de cosas que fueron extremadamente buenas para los inversores en 2017, ya que los mercados respondieron favorablemente a la trifecta de:

* Un repunte sincronizado en el crecimiento global, turboalimentado en EE.UU. por el progreso en las medidas procrecimiento,* Fuerte rentabilidad corporativa, y

* Amplia liquidez, particularmente debido a las políticas de los bancos centrales y la redistribución del efectivo de las empresas que regresó al mercado a través de mayores dividendos y recompras.

Sin embargo, por larga y significativa que sea la lista de superlativos para 2017, también vale la pena mirar lo que no sucedió, en especial si el objetivo es mirar hacia el 2018.

En este sentido, vale la pena mencionar nueve cuestiones:

La falta de un error en la política de la Fed. Desconcertando de nuevo a los críticos, la Reserva Federal tomó medidas importantes en la normalización de la política monetaria sin perturbar los mercados y/o descarrilar el crecimiento económico.

Estas medidas incluyeron varias alzas de tasas de interés y establecer el calendario para reducir el balance. Y si bien la Fed fue ayudada en cierto grado por las medidas no convencionales extremadamente flexibles que continuaron siendo implementadas por otros bancos centrales, en particular el Banco de Japón y el Banco Central Europeo, se debe dar crédito a la planificación cuidadosa y la respuesta política mesurada de los responsables de las políticas estadounidenses, incluso en impulsar hábilmente a los mercados en al menos dos ocasiones importantes para reflejar de manera más realista sus intenciones para la tasa de interés a corto plazo.

No se produjeron alteraciones duraderas para el comercio. Pese a los temores de algunos, la administración Trump no se retiró del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ni declaró a China manipulador de divisas ni canceló pactos de libre comercio con países como Corea del Sur.

Sí, se retiró de las negociaciones del acuerdo de Asociación Transpacífico, pero este acuerdo todavía estaba en proceso y no había tenido un impacto notable en el comercio.

En lugar de desvincularse de los acuerdos comerciales existentes, EE.UU. presionó a sus socios para que buscaran prácticas de comercio internacional más justas, reforzando más que socavando las políticas procrecimiento que persiguió en otros lugares.

No hubo aumento de la inflación. A pesar de la fuerte disminución de la tasa de desempleo y un año de impresionante creación de empleo neto ni el crecimiento salarial ni la tasa de inflación dieron un salto significativo.

Esta falta de presión de precios dejó perplejos a muchos economistas, fue contra lo que la historia predeciría, impulsó una respuesta del mercado con la noción de crecimiento "ricitos de oro" y contuvo las preocupaciones del mercado sobre un ajuste excesivo de la política de la Fed.

No hubo una liquidación de los bonos del gobierno de EE.UU. La falta de presión inflacionaria fue uno de los factores que ayudó a explicar un mercado de bonos gubernamentales que volvió a desafiar las expectativas.

La persistencia de rendimientos bajos y estables reforzó el apetito del mercado general de tomar riesgos, respaldado por la idea de que -con el Banco de Japón y el BCE manteniendo una política monetaria ultrarrelajada- la comunidad de bancos centrales seguiría siendo el mejor amigo por siempre de los inversionistas.

No hubo apreciación del dólar. Después de la apreciación notable al comienzo de 2017 y las consecuentes declaraciones de cautela del presidente Donald Trump sobre la fortaleza excesiva de la moneda, el dólar se mantuvo relativamente débil la mayor parte del año, pese a que la Fed elevó las tasas, EE.UU. adoptó medidas para favorecer el crecimiento, la expansión económica se amplió y la reforma fiscal fomentó la repatriación de ganancias corporativas desde el exterior.

Además de reducir las tensiones comerciales, esto eliminó los obstáculos para el crecimiento de EE.UU. y reforzó el optimismo en cuanto a las ganancias corporativas.

No hubo una ofensiva reglamentaria sobre el bitcoin. Pese a que algunos temían que el aumento histórico de los precios del bitcoin fuera una burbuja que terminaría por estallar y perjudicar a la mayoría de los pequeños inversores, hubo muy poca reacción regulatoria contra un fenómeno que algunos también creen está potenciando las actividades ilegales.

Esto reforzó una visión más general en cuanto a que el péndulo regulador ahora ha oscilado sólidamente, anunciando un período de desregulación general.

No hubo contagio de Puerto Rico o Venezuela. Aunque Puerto Rico y Venezuela incumplieron pagos contractuales de sus bonos, ninguno de los eventos generó contagio en los segmentos municipal y de mercados emergentes, ni mucho menos en el mercado más amplio. Los inversionistas trataron ambos eventos como hechos aislados y no constitutivos de una amenaza de repercusiones adversas.

No hubo un shock geopolítico para los mercados. Corea del Norte continuó sus descaradas amenazas de ataque nuclear durante la mayor parte de 2017, incluso en la víspera de Año Nuevo.

Sin embargo, los mercados siguieron ignorando el riesgo casi todo el año, apostando, correctamente, a que las provocativas palabras seguirían siendo eso y no se traducirían en acciones que perturbarían los mercados durante el año.

La OPEP no se desintegró. A pesar de la presión de los bajos precios del petróleo al comienzo del año, las tensiones relacionadas con Qatar dentro del Consejo de Cooperación del golfo Pérsico y varias guerras de poder entre Irán y Arabia Saudita, la disciplina operativa del cártel de la OPEP no se vio erosionada. Por el contrario, se fortaleció durante el año. Eso, junto con la cooperación efectiva de Rusia y otros productores no pertenecientes a la OPEP, permitió que los precios del petróleo resistieran las presiones competitivas del shale y terminaran el año en niveles no vistos desde diciembre de 2014. Esto dio un impulso importante a las reservas de energía, revirtiendo el rendimiento muy inferior que registró durante el primer semestre de 2017.

El hecho de que estas nueve amenazas no se materializaran contribuyó al sólido desempeño anual que tuvieron en 2017 los activos de riesgo. Juntos, turboalimentaron un alza impulsada por las mejores perspectivas económicas, la fuerte rentabilidad corporativa y la amplia liquidez. Después de cerrar los libros de un gran año, los inversores ahora deben evaluar la durabilidad de esta combinación inusual de cosas que sucedieron y que no sucedieron.

Feliz Año Nuevo y mis mejores deseos para un feliz, saludable y exitoso 2018.

Mohamed El-Erian