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Nada bloquea el camino como una planta energética gigante. O una mina de carbón. O un campo de gas.

Dos tomos publicados la semana pasada, uno que miraba hacia el pasado y el otro hacia el futuro, muestran la imperecedera importancia de los factores en el campo (o bajo el suelo), en lo que respecta a la transición hacia una energía con menos emisiones de carbono.

La última revisión estadística anual de la energía mundial de BP Plc impone el tono con su título: “An unsustainable path” (Un camino insostenible). El informe muestra que las emisiones de carbono crecieron el año pasado a su ritmo más rápido desde el 2011, con lo que alcanzaron un nuevo récord.

Lo peor es que esto se debió inesperadamente a un crecimiento en la demanda de energía primaria, mucho del cual atribuye BP a los efectos del clima: las personas que encienden sus aires acondicionados el medio del calor inusual o la calefacción cuando hace mucho frío, lo que señala los círculos viciosos generados por el cambio climático.

El martes, BloombergNEF publicó su más reciente "New Energy Outlook" (El nuevo panorama de la energía), en el que pronostica la forma del sector global de la electricidad para el 2050. En ciertos aspectos, tiene un tono más optimista, ya que describe un escenario donde la energía generada sin combustibles fósiles crece a aproximadamente 70% de la mezcla global, en comparación con poco más de un tercio hoy en día.

Las energías eólica y solar se convierten en las mayores fuentes, y en conjunto componen aproximadamente la mitad de la mezcla. El año pasado, BloombergNEF esperaba que las emisiones del sector energético alcanzaran su pico en el 2027; ahora estima que lo alcanzaron el año pasado y que deberían caer 36% para el 2050.

No obstante, esto no es necesariamente compatible con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados, mucho menos el nivel de 1.5 grados que podría hacer una gran diferencia en la mitigación de los efectos potencialmente catastróficos. Como escriben los analistas de BloombergNEF:

El panorama para las emisiones globales y el mantenimiento de los aumentos de temperatura en o por debajo de 2 grados es mixto, de acuerdo con el informe NEO de este año.

Por una parte, la ampliación de la energía solar, la eólica y las baterías pondrá al mundo en un rumbo compatible con estos objetivos, por lo menos hasta 2030. Por otra, se requerirá mucho más a partir de ese punto para mantener al mundo por ese camino de los 2 grados.

Parte del problema es el contendiente actual. En su revisión del 2018, BP halló que la energía renovable lideró el crecimiento en la generación global de energía. No obstante, el carbón ocupó un segundo lugar cercano, y los combustibles fósiles en general representaron casi la mitad del crecimiento.

Parte de ese incremento en la energía proveniente del carbono fue cíclico. Sin embargo, también refleja el hecho simple de que una vez una planta energética –o cualquier otra instalación de producción– se construye, los propietarios querrán mantenerla funcionando tanto tiempo como sea posible, y para cambiar eso se requiere un giro importante en la economía o las políticas.

La capacidad de utilización para la flota China de carbono volvió a subir por encima de 50% el año pasado por primera vez desde el 2014, según datos de BloombergNEF, y toda la flota se expandió 39% en ese periodo.

Como tuiteó Gregor MacDonald, autor de "Oil Fall" (La caída del petróleo), tras la publicación del informe de BP: "aunque las energías solar y eólica se mueven rápido, necesitan moverse aún más rápido para ahogar el crecimiento marginal [de los combustibles fósiles]".

La gran ventaja de las energías solar y eólica es que son tipos de energía fabricados, no extraídos –como el carbón–. Por tanto, sus costos han caído rápidamente y deberían seguir haciéndolo.

BloombergNEF calcula que los costos absolutos de la electricidad del viento y la energía solar al nivel de los servicios públicos han caído en 49% y 85% respectivamente desde el 2010. Estas fuentes ahora son más baratas que la energía de las NUEVAS plantas a carbón o gas en dos tercios del mundo, en comparación con menos de 1% hace apenas 5 años, y eso incluye a China.

No obstante, las plantas a carbón o gas EXISTENTES son otra historia: funcionan siempre y cuando puedan cubrir sus costos de operación. Por ejemplo, BloombergNEF no espera que la energía solar deteriore el valor de las plantas de carbón existentes en China antes del 2027.

Este problema no es exclusivo de China. Los nuevos proyectos de energía solar en India no socavarán la economía de la generación a carbón existente hasta el 2039, de acuerdo con las proyecciones de BloombergNEF –y en el escenario de precios bajos no lo harán hasta el 2049–.

Tampoco está confinado a las potencias energéticas asiáticas. La campaña de "los pulmones negros" de la Casa Blanca puede no estar produciendo muchos adelantos, puesto que se espera que las plantas a carbón quemen en el 2020 aproximadamente la mitad que en el 2010, según proyecciones del gobierno. El gas natural producido con fracking es otra cosa.

El auge en la producción estadounidense el año pasado fue el mayor para cualquier país en la historia, de acuerdo con BP; los productores en la cuenca Pérmica queman más gas en exceso cada día de lo que se usa en todo el mercado residencial de Texas.

Por ende, a pesar de que la demanda de gas en EE.UU. ha subido casi un tercio en la última década, los precios han caído. En EE.UU., el terco titular del primer lugar con el que deben competir las energías renovables es invisible.

Por tanto, no es de extrañar que los combustibles fósiles se mantengan en los sectores energéticos de China, India y EE.UU.; mientras que Europa –sin una flota de plantas a carbón o acceso al gas barato– se descarboniza mucho más en la visión de BloombergNEF.

El gas proveniente del shale ha tenido un rol central en la reducción de las emisiones de carbono estadounidenses hasta ahora, puesto que ha ayudado a desplazar la energía del carbón. En últimas, sin embargo, también bloqueará el progreso hacia un escenario inferior a 2 grados centígrados para limitar el cambio climático, a menos que las formas de energía con cero emisiones puedan competir con él.

Eso resulta especialmente cierto cuando se consideran aspectos adyacentes de la descarbonización, como la energía para el transporte y la calefacción.Puede que los costos de la energía renovable, y las baterías, caigan aun más rápido de lo que BloombergNEF anticipa, o que otras tecnologías, como la captura de carbono, eventualmente resulten útiles y costoefectivas a escala. También puede que no.

Lo que muestra el informe de BloombergNEF es que, bajo suposiciones razonables construidas en torno a tecnologías y mercados existentes, el sector de la energía global puede llevarnos hasta cierto punto en el camino para limitar el cambio climático, pero no todo.

Para superar el bloqueo se necesita rediseñar más nuestros mercados energéticos, principalmente poniendo un precio a los resultados que queremos –menos emisiones– mediante impuestos al carbono o algo similar.

En este punto, no obstante, el bloqueo es menos económico y más político. El rol de China en la financiación de las nuevas plantas a carbón en todo Asia es un gran desafío.

Mientras tanto, en EE.UU., lo más interesante que ha ocurrido recientemente en este campo es que algunos republicanos en el Congreso se han mostrado preocupados por el cambio climático, aunque extrañamente a favor de escoger ganadores entre las tecnologías –especialmente la energía nuclear y la captura de carbono– y usar palabras sonoras como "innovación", en vez de ponerle un precio al carbono y dejar que el capitalismo haga lo suyo.

Pero que sientan la necesidad de hacer algo ya dice mucho, y señala el riesgo implícito en el análisis de BloombergNEF y la insostenibilidad mencionada en el informe de BP. Dada la escala de los cambios necesarios en nuestros sistemas energéticos y la energía proveniente de combustibles fósiles, confiar en que la tecnología simplemente lo resuelva, sin reformas del mercado que lo motiven, es pensar con el deseo.

Y a medida que el reloj avanza, y las fortunas políticas se mueven de un lado a otro, el momento para que las medidas basadas en el mercado saquen lo viejo podría dar paso a algo más drástico.

Por Liam Denning