Susana Malcorra: Día Internacional del Multilateralismo
Susana Malcorra: Día Internacional del Multilateralismo

Esta semana diversas voces de los ámbitos políticos, económicos y diplomáticos reafirmaron su compromiso por reforzar el multilateralismo como concepto fundamental para afrontar la pandemia del COVID-19 y su efecto en la economía mundial. Desde la XXVII Cumbre Iberoamericana en Andorra hasta la I Conferencia Iberoamericana de Bancos Centrales, organizada por España, todos los participantes coincidieron en subrayar la importancia del sistema multilateral para superar esta crisis.

Las sendas declaraciones de cancilleres y gobernadores de bancos centrales no pudieron llegar en mejor momento, en tanto hoy 24 de abril se celebra el , conmemorado desde el 2019 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).

Para ahondar en el tema, conversó con Susana Malcorra, decana de IE School of Global and Public Affairs (Madrid, España), quien a su vez se desempeñó como ministra de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri y fue la jefe de gabinete del Secretario General Ban Ki Moon en la ONU.

¿Cuál es su apreciación del multilateralismo en épocas de pandemia y rivalidades entre grandes economías?

En términos generales, creo que este es un momento de gran desafío para el multilateralismo, en donde los principios fundacionales que llevaron a la existencia del sistema multilateral de las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial, de alguna manera no están siendo apreciados de la misma forma que se hicieron en el momento de su creación; y es más, en algunos casos, están siendo cuestionados. Esto ya de por sí es un desafío. Estamos en un periodo de mayor ensimismamiento por parte de los países, mayor visión introspectiva, y eso hace que el multilateralismo haya estado y esté ‘hackeado’ desde hace un tiempo.

Esto se acelera sin duda por la rivalidad geopolítica, la rivalidad comercial, la rivalidad estratégica entre China y EE.UU.; y la pandemia, que es intrínsecamente un desafío global, ha puesto en relevancia y en valor lo que está ocurriendo.

Mi lectura personal es que la pandemia en sí misma no fue algo que ayudó y contribuyó a acelerar el proceso multilateral; de hecho, las reacciones de los países en general han sido bastante poco coordinadas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha intentado o intenta el mayor esfuerzo de coordinación pero cuando uno mira la forma en que se ha encarado la cuestión de la vacunación se da cuenta de que no hay una integración y aproximación al tema sino que todo se ve desde una perspectiva mucho más nacional, mucho más de puertas adentro que de puertas afuera, que es la visión multilateral.

Creo que es un momento difícil, la pandemia debió haber puesto en relevancia y en valor la significación que tiene el sistema multilateral pero me parece que aún no estamos ahí y que la respuesta ha mostrado que nos hemos quedado corto del multilateralismo.

Mirando hacia el futuro ¿ve con optimismo los esfuerzos globales para hacer frente a la pandemia?

Soy una optimista nata y soy una profunda creyente del sistema multilateral, pero tengo que ser muy franca y lo que veo es que todavía hay una gran reticencia por parte de muchos a jugar el rol que se necesita. En el caso de COVAX, claramente cuando uno ve la distribución de las vacunas en el mundo nota una enorme diferencia entre los países con poder adquisitivo y los países que están más rezagados; y COVAX está lejos de poder cubrir esa brecha que se ha establecido. Me parece que la iniciativa de COVAX es excelente pero es insuficiente para toda la demanda que existe, sobre todo para la demanda de los países más pobres, e incluso los países de renta media, a los cuáles COVAX no aplica.

Considero que se necesita una visión más amplia y más global de la implicancia de la distribución de las vacunas. En una reciente conversación con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ella decía que una buena política de vacunas era una buena política económica. Entonces, cuando vemos que las vacunas están siendo accesibles a los países más desarrollados, a las primeras potencias y no así a los países en desarrollo o de renta media, esto muestra que hay una gran probabilidad de que la brecha posCOVID se acentúe.

Dentro de mi optimismo nato, yo no estoy viendo una situación tan positiva, me parece que estamos un poco en un círculo vicioso de una visión más de fronteras hacia adentro, de una visión más endogámica, hacia las propias prioridades, que se entienden pero que al mismo tiempo se contradicen contra la realidad de que la pandemia no se va a erradicar hasta que no se erradique en todas las partes del mundo. Aquí no se salva nadie, solo. Creo que ese principio, que es el principio básico del multilateralismo, ese principio fundacional de Naciones Unidas, está siendo poco considerado en este momento.

¿Cree que las divisiones y protestas sociales dentro de los países jueguen en contra del multilateralismo en América Latina y el mundo?

La cuestión de la fractura, de la división, de enorme búsqueda de extremos, no es una característica de la región, es una característica del mundo en este momento, y sí definitivamente, está muy vinculado al debilitamiento del sistema multilateral, porque cuando se llevan las cosas a posiciones extremas, la probabilidad de que las sociedades se fracturen y se enfrenten internamente es mayor, y eso es mucho menos conducente a generar espacios de diálogo tanto dentro de los países como entre los países. Todo se ideologiza demasiado.

El multilateralismo tiene que ser una cuestión de Estado, que trascienda una visión meramente ideológica y evidentemente esto no está ocurriendo. El problema que estamos viendo es que hay polarizaciones extremas en algunos casos y sobre todo polarizaciones que llevan a negar la existencia del otro.

El problema mayor en este momento en el mundo es que hay una cierta incapacidad y resistencia a reconocer al otro como interlocutor. Uno no puede pretender que todos piensen y sean como uno, pero uno tiene que ser capaz de reconocer al otro y sentarse a intentar atender y entender al otro. Eso es lo que está faltando y obviamente eso tiene un impacto enorme en el multilateralismo; pero tiene otro impacto que me parece estamos perdiendo de vista, se está dando esto muy condicionado por los ciclos electorales, que son ciclos electorales muy cortos que, con estos cambios violentos de un lado a otro, ponen en riesgo la continuidad de la democracia porque el ciudadano de repente empieza a sentir que no hay nadie que responda a su problema real del servicio que necesita de su gobierno, que es la solución a su problema específico y eso hace que el ciudadano sea cada vez más escéptico respecto a los gobiernos, los liderazgos, la política y fundamentalmente, respecto a la democracia.

Lo descrito es muy grave porque el multilateralismo, la democracia y el diálogo siempre han estado muy asociados y hoy estamos en un periodo en lo cual eso está en riesgo, lo hemos visto en el año 2019 con la enorme cantidad de demostraciones de ciudadanos en la calle que ahora han desaparecido, no porque los problemas hayan desaparecido, sino porque el confinamiento y el distanciamiento social y las medidas que el COVID ha impuesto han puesto una tapa sobre esta olla a presión.

Una de las cosas que yo temo es que superado este periodo, volvamos de repente a situaciones más graves todavía porque si algo ocurrió con la pandemia es que muchas de las cosas que los ciudadanos reclamaban se han agravado, no se han mejorado. Ese para mí, es un problema serio y es un problema del mundo de hoy.

¿Cómo ve el escenario geopolítico? ¿Bajarán las tensiones entre EE.UU. y China?

No veo que la rivalidad geopolítica disminuya sobre todo entre EE.UU. y China. Es una rivalidad basada en términos económicos, comerciales, de posicionamiento de las tecnologías que van a tener un impacto en el futuro cada vez mayor y lo hemos visto en el periodo de la pandemia. No veo que vaya a desaparecer. De hecho, si hay una política que tiene cierta continuidad desde la administración Trump a la de Biden es la política respecto a China. Muchos de los que hoy tienen un rol fundamental en la administración Biden han dicho que una de las pocas cosas en las cuales no se distanciaban tanto con la administración Trump, es la visión respecto a China y que se puede ver aún acentuada por el foco que la administración Biden le pondrá a las cuestiones de derechos humanos, que no eran tan fuertes en el caso del presidente Trump.

No avizoro una baja en las tensiones. Me parece que es posible que haya unas formas mejores, un manejo más diplomático, un lenguaje un poco menos duro, pero en el fondo de la cuestión me parece que vamos a ver algo que va a continuar y quizás vaya en aumento.

Por último, ¿qué opinión le merece la crisis política del Perú, con cuatro presidentes desde el 2016?

Esta crisis política es un tema de preocupación y tristeza para aquellos que creemos que el Perú, a pesar de la política y dejando la pandemia por un segundo de lado, sigue sosteniendo una situación económica razonable.

Perú es un país muy especial en el sentido de que de alguna manera tiene un sistema montado en los principios del parlamentarismo, en donde el Congreso o Parlamento, tiene un rol fundamental en la capacidad de cuestionar al poder Ejecutivo. La diferencia del Perú con un sistema parlamentario puro es que cuando el sistema parlamentario destituye al Ejecutivo, la parte Legislativa se va junto con la parte Ejecutiva, lo cual quiere decir que todo el mundo tiene algo para perder, o ganar, en un recambio.

En el caso del Perú, al haber una diferencia en el tratamiento que el Congreso pueda hacer del Ejecutivo sin verse afectado, eso me parece que le quita una capacidad de balance a los procesos de decisión. Los procesos de cambio de gobierno son procesos serios, que están embebidos en la Constitución de cada uno de los países, pero que requieren de una templanza, tranquilidad y calma en el manejo, y de que todas las partes sientan que lo que se está decidiendo tiene un impacto sobre todas ellas. El problema del Perú es que una de las partes puede decidir sobre la otra sin verse impactada y me parece que este es un punto que le da debilidad institucional al Perú y que probablemente los peruanos se tengan que sentar a repensar y revisar.