bancos centrales
bancos centrales

El Banco de Japón y el se abstendrán de realizar cualquier cambio importante cuando sus comités de política monetaria se reúnan esta semana, aun cuando ambas economías han experimentado recientemente su crecimiento más sólido en más de una década.

Por ahora, la inflación (que se considera demasiado baja) y las monedas (que se consideran demasiado fuertes) dominarán el proceso de toma de decisiones, aunque probablemente no tanto como para evitar entregar pistas sobre un futuro cambio gradual del sesgo de flexibilización que ha dominado la postura de la durante varios años.

Es probable que el BCE tenga discusiones de política interna más divididas cuando su Consejo de Gobierno se reúna el jueves. El principal problema se refiere a la orientación política que el BCE proporciona a los mercados sobre lo que sucederá después de que el actual programa de compras mensuales de 30,000 millones de euros (US$ 37,000 millones) se acabe en septiembre (como se indicó anteriormente).

Aliviados por un crecimiento más fuerte y preocupados por las consecuencias involuntarias de la dependencia prolongada de medidas monetarias no convencionales, incluida la postura ultraexpansiva inherente al programa de flexibilización cuantitativa y las tasas de política negativas, algunos miembros del consejo presionarán por lo que el presidente del banco, , denominó en enero una "parada repentina", esto es, la finalización de las compras de activos en septiembre.

Desestimarán las incertidumbres asociadas a las elecciones del 4 de marzo en Italia, donde fuerzas más centristas fueron aplastadas por dos partidos anti-establishment, el Movimiento 5 Estrellas y la Ligar Norte, que en conjunto captaron cerca del 50% de los votos. Y apuntarán a la formación de un gobierno de coalición en Alemania dirigido por la canciller Angela Merkel que promete trabajar estrechamente con el presidente francés, , en reactivar el trabajo para una mayor integración europea.

Otros argumentarán en favor de una vía de política más gradual y condicional, buscando como mínimo retrasar cualquier señal hasta el verano (boreal). Al hacerlo, mencionarán las preocupaciones sobre la baja inflación, la apreciación de las divisas y la posibilidad de que los motores de crecimiento cíclicos de Europa alcancen un punto máximo. También podrían señalar el posible impacto regional de las incertidumbres sobre la política comercial de Estados Unidos.

En lugar de tomar una decisión esta semana, es probable que el BCE haga una apuesta y guarde silencio sobre sus intenciones políticas específicas hasta el verano. Pero esto podría no impedir los indicios respecto a la señal de larga data de un "sesgo de flexibilización", específicamente, el trabajar con miras a eliminar la presunción de que -si la perspectiva de base s no se materializa- es más probable que las autoridades de los bancos centrales relajen la postura a que la ajusten.

El Banco de Japón también considerará ese giro, aunque puede demorar más que el BCE en adoptar el cambio. De hecho, aparte del componente de política, el banco central japonés se enfrenta a un equilibrio de argumentos similar cuando considera cómo hacer que evolucione su propia política de compras de activos, tasas de política ultrabajas y un límite explícito de la tasa de interés sobre los bonos del gobierno a 10 años. También tratará de evitar causar problemas mientras el Parlamento considera las nominaciones al Consejo de Política.

La vacilación de los dos bancos centrales para hacer algo más que comenzar a alterar sus sesgos de flexibilización puede ser vista por algunos como más evidencia de posturas de política ultraflexibles. Pero adoptar ese enfoque equivaldría a pasar por alto una realidad más amplia.

Después de muchos años experimentando con la política monetaria no convencional, y dependiendo de ella de manera prolongada, los bancos centrales de las economías avanzadas, liderados por la de EE.UU., se encuentran en diversas etapas de una transición. Como he argumentado antes, este redireccionamiento político lento, mesurado y aún condicional se traducirá -durante los próximos trimestres- en hacer que el ajuste cuantitativo altamente secuencial sea más simultáneo.

Y este proceso creará las condiciones para eventuales tasas de política más altas en Europa y Japón, junto con una salida del mercado de los bonos del gobierno que ofrecen rendimientos negativos (en términos nominales).

La velocidad de esta transición, tanto para las instituciones individuales como para la comunidad de bancos centrales en su conjunto, dependerá de datos de alta frecuencia (especialmente de inflación y movimientos cambiarios).

Otro factor importante serán las medidas implementadas por los gobiernos nacionales a medida que se vuelven más activos en la formulación de políticas económicas en los países avanzados clave, como Francia, Alemania, Japón y EE.UU. En el proceso, descubriremos si la comunidad de bancos centrales en su conjunto puede entregar lo que la Fed ha podido generar por sí sola hasta ahora: una "bella normalización".

Por Mohamed A. El-Erian

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.