Theresa May
Theresa May

El Gobierno de todavía está prometiendo abandonar la unión aduanera de Europa cuando el Brexit se concrete el próximo año. La posición de la primera ministra es comprensible desde un punto de vista político, pero completamente indefendible; y captura perfectamente el problema en el que se ha metido Gran Bretaña.

Permanecer en la de la Unión Europea después del , o unirse a alguna versión especialmente adaptada, dejaría al Reino Unido con un problema peor que el que tiene actualmente como miembro de pleno derecho de la UE. Todos los que están a favor de permanecer en la UE piensan que es así, y muchos de los que apoyan la salida probablemente estarían de acuerdo. Proponer un resultado así es casi como admitir que todo el proyecto Brexit falló.

Falló, pero, lógicamente, eso es algo que May y sus colegas no están dispuestos a decir.

A pesar de todas las limitaciones de un acuerdo de la unión aduanera, salirse de la UE sin ningún tipo de acuerdo –un llamado Brexit “duro”, y el futuro al que el país se dirige– sería mucho peor. Las relaciones comerciales de Gran Bretaña quedarían sumidas en el caos y causaría un grave daño a la economía.

También pondría en peligro la paz en Irlanda del Norte al requerir una frontera “dura” entre el Norte y la República de Irlanda. Permanecer en la unión aduanera reduciría todos estos riesgos, razón por la cual negarse a aceptarlo resulta indefendible.

Los miembros de una unión aduanera aplican un arancel externo común a los bienes y comercian entre sí libre de aranceles. Esto no mantendría el comercio sin roces del con la UE; por eso, el pleno cumplimiento normativo y la membresía en el mercado único también son necesarios.

Por sí misma, por lo tanto, una unión aduanera no resolvería el problema fronterizo, pero ayudaría. Mientras tanto, los exportadores británicos se sentirían aliviados de saber que los negocios con la UE no se detendrían bruscamente.

El problema es que una unión aduanera impide que el Reino Unido firme sus propios nuevos acuerdos, negando uno de los principales supuestos beneficios del Brexit. Peor aún, Gran Bretaña estaría sujeta a los tratados comerciales de la UE con terceros, a pesar de no tener voto sobre ellos ni garantía de compartir los beneficios recíprocos que los acuerdos conferirían a los socios de la UE. La membresía en la UE ya es impopular en aproximadamente la mitad del país. Un arreglo tan asimétrico sería aún más tóxico.

Los partidarios del Brexit también tienen motivos para sospechar que los defensores del enfoque de la unión aduanera tienen una agenda oculta.

Este compromiso reconocería tácitamente que la decisión del Brexit fue incorrecta y, por lo tanto, parece el primer paso en una campaña para revertirla por completo. Pero esos mismos partidarios del brexit no tienen derecho a quejarse. Liderados por un Gobierno que no tiene confianza en su propia política, no han explicado de manera ni remotamente plausible cómo su brexit “duro” preferido puede tener éxito.

El punto esencial no ha cambiado. La votación del Brexit fue un error, y debe revertirse ahora, no más tarde. Los miembros del Parlamento británico se oponen en su mayoría al brexit, pero no pueden hacer su trabajo y actuar según esa convicción.

Por lo tanto, el país y sus legisladores quedaron peleándose por la opción entre un mal resultado y uno terrible.

Cómo exactamente se resolverá esta falla catastrófica de liderazgo es difícil de decir. En ningún partido ha surgido algún candidato pro-UE directo para el máximo cargo. El país parece agotado, y los llamados a un segundo referéndum para revertir la elección del Brexit están cayendo en oídos sordos. Nada menos que una importante crisis política parece capaz de romper la parálisis colectiva.

Se ha llegado a un punto en que una posibilidad tan terrible e impredecible comienza a parecer atractiva.