Angela Merkel

A pesar de todos los prematuros obituarios políticos, la canciller alemana no ha perdido su habilidad para negociar compromisos que no agradan a nadie, pero que de alguna manera funcionan para todos. La declaración conjunta sobre migración de los líderes nacionales de la , elaborada en Bruselas en la madrugada del viernes, reconcilia los intereses de los países con las posiciones más contradictorias -Alemania, Italia y las naciones de Europa oriental- y hace suficiente como para lograr que nuevas rebeliones de los socios bávaros de la coalición de Merkel parezcan poco razonables.

Las partes en el debate sobre migración llegaron el viernes a la cumbre de la con posturas que parecían difíciles de unificar. Merkel necesitaba el consentimiento de los países donde los inmigrantes indocumentados llegan por primera vez a Europa, como Grecia, Italia, España y, en menor medida, Hungría, para devolver a los solicitantes de asilo que intentan trasladarse a , un país más rico, mientras se estudian sus casos. El ministro del Interior alemán, Horst Seehofer, cuyo partido Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera es parte de la coalición gobernante de Merkel, tiene una postura dura frente a la migración dentro de la UE de posibles refugiados. La CSU enfrenta una difícil elección en octubre y está tratando de atraer a los votantes nacionalistas del partido antiinmigrante Alternativa por Alemania (AfD).

Por el contrario, el primer ministro italiano Giuseppe Conte, que presentó su propia solución migratoria europea el domingo pasado, insistió en que la migración dentro de la UE dejará de ser un problema cuando Europa acuerde que los países de entrada no deberían asumir la responsabilidad exclusiva de los inmigrantes que llegan a ellos después de navegar por el Mediterráneo desde África. En lo que va del año, España ha recibido a casi 18.000, Italia más de 16.000 y Grecia, 13,000. Es justo que el resto de Europa ayude, ha argumentado Conte.
Por su parte, los europeos del Este, liderados por el primer ministro húngaro, Viktor Orban, insistieron en que no deberían ser obligados a aceptar refugiados de otros países en nombre de la solidaridad porque era una imposición sobre su soberanía.

Al final, todos obtuvieron lo que querían, si no todo lo que querían.
El premio para Conte consistió en "centros controlados" establecidos en los estados miembros de la UE con "pleno apoyo de la UE" para "distinguir entre migrantes irregulares, que serán devueltos y aquellos que necesitan protección internacional, para quienes se aplicaría el principio de solidaridad". Esta es una promesa bastante específica para aliviar la carga financiera y burocrática de Italia, que permitió a Conte decir, al abandonar las conversaciones, que Italia "ya no está sola".

Los europeos del Este se cercioraron de que los "centros controlados" no fueran impuestos a ningún país que no los quisiera. La redacción, claramente el resultado de un acalorado intercambio de opiniones, es torpe pero sin ambigüedades: "Todas las medidas en el contexto de estos centros controlados, incluidas la reubicación y el reasentamiento, serán de carácter voluntario".

Merkel también obtuvo el párrafo que ella necesitaba. Establece que los "movimientos secundarios de solicitantes de asilo entre estados miembro" socavan el sistema de asilo europeo y el acuerdo de viaje sin fronteras de Schengen, por lo que "los estados miembros deben tomar todas las medidas legislativas y administrativas internas necesarias para contrarrestar tales movimientos y cooperar estrechamente entre ellos para ese fin".

Eso puede parecer poco específico a primera vista y, por un momento, la CSU se quedó desconcertada. "Debemos confirmar felizmente que la política europea común de asilo está avanzando en la dirección correcta", dijo Hans Michelbach, miembro de la dirección del partido, después de conocer la declaración de Bruselas. "La pregunta es qué significa para las fronteras nacionales y la admisión de personas ahora y en los próximos meses".

Sin embargo, la declaración significa que no se necesita una acción unilateral; los mandatarios de España y Grecia, que adoptaron una postura conciliadora en las conversaciones, ya han acordado informalmente readmitir a cualquiera de "sus" solicitantes de asilo que se encuentren en Alemania. Conte no lo ha dicho claramente, pero sí aprobó el llamado a la cooperación para detener los "movimientos secundarios" a cambio de la promesa del "centro controlado".

La CSU también debería considerar la postura del canciller austríaco Sebastian Kurz. Con su firme postura en materia migratoria es el ídolo político de los bávaros, y el primer ministro del estado y miembro del CSU, Markus Soeder, incluso lo invitó -y deliberadamente no a Merkel- a ayudar en la campaña del partido para las elecciones de octubre. Pero Kurz claramente se ha manifestado a favor de soluciones negociadas dentro de la UE y ha amenazado con tomar contramedidas si Alemania intenta unilateralmente devolver a los solicitantes de asilo a través de la frontera con Austria.

La declaración de Bruselas presenta a Seehofer y su partido una buena oportunidad para reclamar la victoria. Después de todo, los "movimientos secundarios" no se habrían abordado tan rápidamente a nivel europeo si no hubieran ejercido presión sobre Merkel. Una confrontación adicional sería contraproducente. La CSU no ha logrado ganar en las encuestas bávaras desde que entró en una batalla pública con Merkel, y aunque la mayoría de los alemanes está a favor de devolver a los solicitantes de asilo registrados en otros países, una encuesta nacional reciente de Infratest Dimap mostró que tres cuartos de los alemanes preferirían una solución europea a las cuestiones migratorias por sobre una solución alemana unilateral.

Las divisiones políticas parecen haber sido zanjadas, o incluso subsanadas. La pregunta es si las soluciones que se están elaborando bajo una fuerte presión política realmente funcionarán, tanto desde un punto de vista práctico como moral.

La UE ahora tiene la intención de construir todo tipo de campos de refugiados: en el norte de África para los cruces existentes y en Europa para procesar solicitudes de asilo. Esto es esencialmente un sistema de detención para personas cuyo "crimen" es buscar una vida mejor y más segura; es poco probable que ayude a la integración de aquellos a quienes finalmente se les permitirá ingresar a Europa.

Además, los campos norafricanos crean un enorme potencial de abusos, desde la corrupción hasta diversas formas de inhumanidad. Europa podría estar comprometiendo sus valores al buscar el consenso entre sus estados miembros, algunos de los cuales tienen fuertes partidos nacionalistas y antiinmigrantes.

NOTA: Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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