Air France-KLM
Air France-KLM

París.- La irrupción por sorpresa del Estado holandés en el capital de la aerolínea generó este miércoles malestar en el , accionista de referencia del grupo, pero también entre los dirigentes de la compañía.

Un día después de que el ministro holandés de Economía, Wopke Hoekstra, anunciara que su país había acudido a la Bolsa de París para hacerse con el 12.68% de la alianza, París parece descolocada.

Su homólogo francés, Bruno Le Maire, calificó la operación de "incomprensible" e "inesperada" y anunció que se reunirá con Hoekstra en los próximos días para exigirle "aclaraciones".

También torció el gesto el presidente, Emmanuel Macron, que mostró su temor de que la aerolínea franco-holandesa se convierta en el campo de batalla de influencias estatales.

Bajo cuerda, con operaciones propias de "traders", Holanda lanzó el asalto el pasado día 20 y se fue haciendo con su paquete accionarial.

Los mercados habían detectado movimientos y en cinco sesiones sus acciones habían subido un 24%.

Tras desvelarse quién estaba detrás, se instaló la desconfianza entre los inversores y la acción acabó este miércoles con una caída de 11.74%.

La irrupción de Amsterdam en el capital de la aerolínea se produce, oficialmente, para preservar los intereses de , que desde la fusión no ha dejado de ganar en peso frente a su rival francés, lastrado por las tensiones internas entre la empresa y sus trabajadores.

El Gobierno holandés, que invirtió 680'000,000 de euros en la operación, tiene previsto desembolsar más para llegar al 14.4% del capital y situarse a la misma altura que el

Aunque oficialmente el ministro no lo dijo, los sindicatos expresaron que se trata de un signo de desconfianza con Francia.

El movimiento se produce en un momento clave de la empresa, que desde la llegada a su dirección ejecutiva del canadiense Benjamin Smith había conseguido calmar las tensiones en el seno de Air France.

El nuevo director general consiguió un acuerdo con los trabajadores de la compañía francesa, la piedra en la que había tropezado su antecesor, Jean-Marc Janaillac, lo que le dejaba las manos libres para afrontar nuevas iniciativas.

En ese contexto, no ocultó su proyecto de fusionar ambas compañías para ganar en perímetro, ahorrar costes y ampliar horizontes en el contexto cada vez más competitivo del transporte aéreo.

Eso suponía unir Air France, una compañía mayor que tiene su base en París, un aeropuerto de mayor proyección, con que en el ejercicio 2017 aportó el 80 % de los beneficios del conglomerado.

Desde Ámsterdam se teme que la fusión diluya la especificidad holandesa y que, paulatinamente, pierda autonomía al tiempo que Schiphol sea apartado en beneficio de los aeropuertos parisienses.

Argumentos que fueron desmentidos desde la empresa, cuyo Comité de Administración se reunió de urgencia para analizar el nuevo contexto creado.

Los administradores consideraron que la irrupción holandesa se hizo "sin ninguna concertación" y aseguraron que tratarán de que no varíe el rumbo marcado por Smith.

Además, negaron que esa nueva dirección vaya a hacerse en detrimento del espíritu holandés del grupo y que en su diseño se contó con la opinión de Ámsterdam, muy interesado en impulsar Schiphol como un "hub" de talla europea.

"Trataremos de que no afecte a la nueva dinámica del grupo y de sus compañías, impulsadas por el nuevo director general", señaló el Consejo de Administración.

Holanda, el movimiento ha generado dudas. El Estado invierte una cifra considerable y no es seguro que eso le dé acceso al control de la empresa, porque París es un accionista más antiguo, lo que le otorga más peso.

Los otros accionistas de referencia son Delta Air Lines y China Airlines un 8.8% cada una, mientras que los empleados tienen un 3.9%.