El comportamiento de los bancos es menos escandaloso de lo que algunos de los titulares en prensa pueden hacer creer.
El comportamiento de los bancos es menos escandaloso de lo que algunos de los titulares en prensa pueden hacer creer.

Los grandes bancos quieren que la gente sepa que las noticias que indican que procesaron cientos de miles de millones de dólares de fondos sospechosos son antiguas y no necesariamente relevantes para la actual lucha contra el blanqueo de dinero. Pero esto es cierto sólo en parte.

La filtración de detalles de miles de transacciones sospechosas revela que las instituciones financieras y las autoridades podrían hacer mucho más para combatir la financiación del terrorismo, la corrupción y otros males globales.

Las acciones de grandes bancos como HSBC, Barclays y Deutsche Bank se desplomaban el lunes después de publicarse en prensa que muchos habían movido dinero presuntamente ilícito a pesar de encontrarse con avisos al respecto. BuzzFeed News se hizo con unos 2,100 informes de actividades sospechosas (SAR, por sus siglas en inglés) presentados a la Red de Control de Delitos Financieros de Estados Unidos (FinCen) y los compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y otros canales.

El comportamiento de los bancos es menos escandaloso de lo que algunos de los titulares en prensa pueden hacer creer. En lugar de bloquear las posibles transferencias delictivas, se supone que los bancos deben enviar los SAR a los organismos reguladores.

Esto se debe en parte a que los sistemas de lucha contra el blanqueo de capitales captan muchas transacciones legítimas: la llamada tasa de “falsos positivos” puede ser de alrededor del 90%, según un experto. El problema es que las autoridades están inundadas de SAR, ya que solo el FinCen ha recibido casi 700,000 este año.

Las notificaciones se amontonan en los organismos reguladores, que cuentan con poco personal, a la espera de ser investigadas... o no.

Los bancos podrían mejorar sus sistemas para detectar el lavado de dinero. Por el momento se basan en reglas muy genéricas, como si las transacciones involucran números redondos. Una solución aún mejor sería que los Estados exigieran a las empresas y a los particulares una transparencia total sobre la procedencia y el destino final del dinero.

Eso haría más difícil para los bancos alegar ignorancia sobre la naturaleza de las transacciones que manejan, o argumentar que los competidores les quitarán el negocio si no ejecutan las trasferencias.

Sin embargo, eliminar las complejas redes de empresas ficticias es difícil desde un punto de vista político. Lo más realista es que las diferentes agencias y bancos cooperen más estrechamente. En la actualidad, un banco internacional que descubra un rastro de dinero sospechoso que abarque Rusia, Argentina, Reino Unido y Suiza presentaría cuatro informes separados.

Los diferentes países probablemente investigarían por separado, y el banco podría no tener recibir noticias de ninguno de ellos. Estas celosas reservas con la información crea vacíos en los que prospera el delito, como la financiación del terrorismo que se detalla en las últimas filtraciones. Los bancos merecen parte de la culpa por tramitar transferencias dudosas, pero una lucha más eficaz contra el blanqueo de dinero comienza con la transparencia entre países.