Lo que se decide hoy son los diputados de la próxima Asamblea de la República y de la que saldrá el futuro Gobierno, en un momento determinante para Portugal, todavía en pandemia y con la recuperación económica y social por delante.
Lo que se decide hoy son los diputados de la próxima Asamblea de la República y de la que saldrá el futuro Gobierno, en un momento determinante para Portugal, todavía en pandemia y con la recuperación económica y social por delante.

Al fantasma de la abstención que planea sobre las elecciones en Portugal desde hace décadas se han sumado este domingo el récord de contagios que deja la pandemia. Pero hay portugueses a los que les puede más el miedo a no decidir el futuro de su país que al virus: “El voto es sagrado”.

Las palabras son de Manuela, una lisboeta que ha acudido a votar a primera hora en un colegio electoral abierto en la Universidad Autónoma de Lisboa y a la que “nunca” se le pasó por la cabeza quedarse en casa.

“Si hay elecciones es para votar, no es para después decir que no queremos esto o aquello. Somos responsables por lo que pasa”, sostiene en declaraciones a EFE.

Lo que se decide hoy son los diputados de la próxima Asamblea de la República y de la que saldrá el futuro Gobierno, en un momento determinante para Portugal, todavía en pandemia y con la recuperación económica y social por delante.

A pesar de ello, la abstención, que en las últimas citas electorales osciló entre el 45% y el 60%, será elevada, auguran los expertos.

-Seguridad para calmar los miedos-

Esta vez la abstención va a ser mayor... No hay casi nadie aquí”, comentan Maria Lourdes y Maria Filomena tras depositar su voto en el mismo colegio. Ambas tienen ya una edad considerada de riesgo frente a la pandemia, pero afirman sentirse “seguras”.

Todo está preparado para que el temor al contagio no aleje a los portugueses de las urnas, desde las indicaciones para mantener la distancia hasta el desinfectante y las mascarillas quirúrgicas para los despistados que no saben que no se permiten de tela.

La votación se está desarrollando dentro de la normalidad. Están creadas las condiciones de seguridad para que la gente ejerza su voto”, asegura a EFE Vasco, presidente de una de las mesas.

Las medidas son una dificultad añadida para algunos. “Se me empañan las gafas con la mascarilla y no leo bien la papeleta”, comenta un elector de edad avanzada mientras intenta poner la cruz en el partido escogido.

En esta mesa había 100 votos registrados dos horas después de la apertura, aunque la mitad respondían a la jornada anticipada realizada hace una semana.

“Hasta esta hora estamos con buena afluencia, pero puede ser también que los anticipados hayan sido una ayuda”, señala Vasco.

Entre quienes optaron por anticipar su voto el domingo pasado está el líder socialista, António Costa, que hoy volvió a las urnas sólo como acompañante de su mujer y de sus perros.

Costa, al igual que su principal rival, el conservador Rui Rio, aseguró ante los micros que está “tranquilo”, antes de que uno de los perros se aburriese de tanta cámara y empezase a ladrar.

No ha sido el único can de la jornada. A la Autónoma se ha acercado una electora de unos 20 años con su perro, una de las caras más jóvenes entre los votantes vistos en este colegio, donde la media de edad es elevada.

Los miembros de la mesa se acercan a acariciarlo para darse un respiro ante la larga jornada que les espera, porque lo peor está por llegar.

-La hora de los confinados-

El momento crítico será entre las 18 y las 19 horas, cuando están llamados a las urnas los confinados por covid.

Los miembros de las mesas, que tuvieron prioridad para ponerse la dosis de refuerzo, tienen disponibles trajes de protección para el final de la tarde.

Estos son los primeros comicios en Portugal en los que se permitirá a los contagiados romper el aislamiento.

“Creo que (dejarles salir) es la decisión que era posible. Si hubiese voto electrónico sería mejor”, señala a la salida un votante, Jorge.

La opinión más repetida es que era la única forma de dejar a los confinados -cerca de unos 800.000 con derecho a voto- participar en las elecciones.

“Es un poco abrir un precedente. Después en el futuro tal vez puede haber otras situaciones en las que las personas también quieren hacer algo estando aislados, pero creo que es una medida razonable”, considera Luís.

El cierre de las urnas dirá qué temor pesó más a los portugueses.

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