“Todo el impulso tras los populistas europeos no puede achacarse al efecto Trump”, comenta Peter Geoghegan, investigador de la plataforma independiente OpenDemocracy. (Foto: EFE)
“Todo el impulso tras los populistas europeos no puede achacarse al efecto Trump”, comenta Peter Geoghegan, investigador de la plataforma independiente OpenDemocracy. (Foto: EFE)

En la mañana del 5 de noviembre, Europa despertaba asombrada ante una rueda de prensa del presidente de Estados Unidos, , en la que aseguraba que había “ganado fácilmente” unas elecciones que aún se estaban escrutando. Entre el estupor general, un primer ministro de un miembro de la UE aplaudió estos comentarios.

Su nombre era Janez Jansa y su país, Eslovenia, asumirá la presidencia del Consejo en algo más de cinco meses. En su Twitter, escribió que estaba “claro” que el pueblo americano había elegido a Trump para cuatro años más, y que “mayor sería su triunfo cuanto más lo negaran los medios”.

Semanas después, sin embargo, la inmensa mayoría del mundo libre ha reconocido la victoria de , que asumirá la presidencia este miércoles y, en respuesta a una eurodiputada, Jansa renegó públicamente de Trump y dijo que nunca le había felicitado por su victoria. A horas de la marcha de su altavoz al otro lado del Atlántico, los “trumpistas” europeos miran al futuro con dudas.

CAUTELA ANTE EL EFECTO DE LA MARCHA DE TRUMP EN EUROPA

El día en el que se oficializó el resultado electoral, el expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk escribió en Twitter que la derrota de Trump “puede ser el principio del fin del triunfo de los populismos de extrema derecha también en Europa”, pero varios expertos prefieren llamar ahora a la cautela.

“Entiendo que puede ser tentador decir algo así, pero aún es pronto”, advierte Peter Geoghegan, investigador de la plataforma independiente OpenDemocracy, que señala que muchos líderes del espectro de la derecha populista europea “no necesitaron a Trump para tener éxito”.

“Todo el impulso tras los populistas europeos no puede achacarse al efecto Trump”, añade este experto.

Geoghegan apunta a que Donald Trump “no ha supuesto una gran ruptura” en el partido republicano y que lo que permanecerá tras su salida de la Casa Blanca este miércoles será “su forma de hacer política”, que ciertamente ya existía antes del 2016.

Esto explica que un líder europeo como Matteo Salvini, de la Liga italiana, “vio lo que funcionaba en redes sociales y lo aplicó sin necesitar permiso de Trump”, y “no va a dejar de hacerlo” aunque no tenga un espejo en el que mirarse al otro lado del Atlántico.

Por su parte, Alice Stollmeyer, directora ejecutiva de la fundación Defend Democracy, avisa de que, para estos movimientos, “contar con el presidente del país más poderoso del mundo les daba una cierta legitimidad”, pero opina que su marcha “no va a ser el fin del populismo de extrema derecha”.

“Trump es más un síntoma de un movimiento. Está por ver cuánto tiempo durará el impacto de su salida, pero pueden buscar a otros líderes que les legitimen o mantener un perfil bajo durante un tiempo”, recalcó.

BIDEN, MUY CRÍTICO CON EL POPULISMO Y LA EXTREMA DERECHA

En cualquier caso, está claro que el nuevo inquilino de la Casa Blanca no tiene entre sus planes poner las cosas fáciles a los Salvini, Le Pen y Orbán de toda Europa. Durante la campaña, puso en el mismo nivel a la dictadura bielorrusa de Alexandr Lukashenko y a Polonia y Hungría, los dos Estados miembros de la Unión Europea que más problemas han tenido con Bruselas por su falta de respeto a los valores del Estado de derecho.

“Uno ve lo que ocurre desde Bielorrusia hasta Hungría, pasando por Polonia, y el ascenso de los regímenes totalitarios en el mundo. Nuestro presidente respalda a todos los matones”, dijo Biden durante la campaña electoral.

Pese a que Trump ha ejercido durante cuatro años como un aliado político de Budapest y Varsovia, en tensión constante con Bruselas, estos dos países no han tenido más remedio que rendirse a la evidencia de los votos y a la confirmación de Biden como nuevo presidente, y han acabado concediendo su victoria.

Para Stollmeyer, la certificación de los votos por el Senado el pasado 6 de enero ha podido ejercer como un golpe de “realismo político” para los pocos políticos europeos que aún se resistían a felicitar a Biden, aunque a esta suerte de rendición también pudo contribuir la violencia en el Capitolio de esa misma jornada.

Geoghegan también opina que el estallido de violencia en la capital estadounidense, que acabó con cinco muertos, fue clave a la hora de que muchos líderes dieran la espalda de cierta forma a Trump, o al menos no le respaldaran abiertamente. Fue el caso de Nigel Farage, el rostro del populismo probrexit en el Reino Unido.

En muchos países, recuerda el experto, “ni siquiera a los votantes de los partidos de extrema derecha les gusta Trump”, por lo que la violencia fue, de cierto modo, la gota que colmó el vaso.

“Tanto los líderes europeos de extrema derecha como algunos republicanos en EE.UU. han escuchado a sus votantes y el potente rechazo público a la violencia. Pero también juega un papel (…) que se hayan dado cuenta de que es mejor ir ajustándose a la realidad”, concluyó Stollmeyer.