“Estoy orgulloso de ellas. Yo nunca discuto asuntos relacionados con mi familia. No se dedican ni a los negocios ni a la política. Simplemente viven su vida y lo hacen dignamente”, dijo Putin en diciembre del 2015, en una de las contadísimas ocasiones en que aludió a sus descendientes. (Foto: Getty Images)
“Estoy orgulloso de ellas. Yo nunca discuto asuntos relacionados con mi familia. No se dedican ni a los negocios ni a la política. Simplemente viven su vida y lo hacen dignamente”, dijo Putin en diciembre del 2015, en una de las contadísimas ocasiones en que aludió a sus descendientes. (Foto: Getty Images)

María y Katerina, las dos hijas del presidente ruso, Vladímir Putin, sancionadas este miércoles por Occidente, son el secreto mejor guardado del Kremlin. Su identidad nunca ha sido confirmada oficialmente, por lo que los propios rusos no saben ni cómo son ni a qué se dedican.

“Estoy orgulloso de ellas. Yo nunca discuto asuntos relacionados con mi familia. No se dedican ni a los negocios ni a la política. Simplemente viven su vida y lo hacen dignamente”, dijo Putin en diciembre del 2015, en una de las contadísimas ocasiones en que aludió a sus descendientes.

La última foto de Putin con sus hijas data del 2002, durante unas vacaciones en la costa, y ambas están de espaldas. Desde entonces, María y Katerina han sido protegidas con especial celo por los servicios de seguridad rusos.

Se sabe que actualmente residen en Rusia y que desde el 2014, cuando este país fue objeto de sanciones occidentales por la anexión de Crimea y su injerencia en el Donbás ucraniano, han viajado en varias ocasiones a países occidentales.

En el 2021 ambas participaron en el Foro Económico de San Petersburgo, aunque como especialistas en sus ámbitos profesionales, no como hijas del jefe del Estado. Eso sí, su patronímico es Vladímirovna, es decir, hijas de Vladímir.

Hijas de Vladímir y Liudmila

Putin se casó en 1983 con Liudmila Shkrebneva, que trabajaba entonces como azafata de una línea regional en el enclave báltico de Kaliningrado.

Su primera hija, María, nació el 28 de abril de 1985 en la antigua Leningrado, actual San Petersburgo, tras lo que la pareja se mudó a Dresde, donde Putin trabajó para la KGB.

De hecho, su segunda hija, Katerina, nació en esa ciudad de la República Democrática Alemana el 31 de agosto de 1986.

Regresaron a la URSS en 1990, un año antes de la desintegración del Estado totalitario. Después de más de un lustro en la antigua capital zarista, en 1996 se trasladaron a Moscú, donde Putin trabajó en la Administración presidencial.

Aunque era un secreto a voces que ya no vivían juntos, Putin y Liudmila no anunciaron su separación hasta junio del 2013.

En el 2017 Putin desveló que tenía dos nietos, uno de los cuales supuestamente acababa de nacer, aunque no confirmó el nombre de los padres.

“Mis hijas dan los primeros pasos en sus carreras, pero ya han logrado algunos éxitos. Considero que cada persona tiene derecho a su propio destino. Mis hijas nunca fueron niñas estrellas y nunca les gustó ser el centro de los focos”, dijo el presidente.

María, la hija mayor

María, de 36 años, utiliza el apellido Vorontsova. Se licenció en biología en San Petersburgo y en medicina en una universidad de Moscú.

Médica endocrinóloga de profesión, es políglota (inglés, francés, alemán y neerlandés) y ha salido varias veces en televisión hablando sobre enfermedades genéticas infantiles, según la prensa occidental.

Casada con el empresario holandés Yorritt Fassen, que llegó en el 2006 a Rusia para trabajar en el consorcio gasístico Gazprom, la hija mayor de Putin vivió, según la prensa, en la ciudad de Voorschoten, en el sur de Holanda.

Según los medios, el matrimonio tuvo que abandonar suelo holandés tras el derribo en julio del 2014 en el este de Ucrania del avión de Malaysian Airlines con 298 personas a bordo, en su mayoría holandesas, de lo que Occidente acusa a los separatistas prorrusos.

Actualmente, María Vorontsova es accionista de la compañía Nomeko (Nueva Compañía Médica), que se dedica a la construcción de instalaciones médicas, incluido un centro oncológico en San Petersburgo.

Katerina, la hija menor

Katerina, de 35 años, utiliza el apellido Tíjonova. En el 2018 el Gobierno estadounidense la identificó como hija menor del jefe del Kremlin.

Se licenció por la Universidad Estatal de Moscú, donde ejerce desde hace varios años como directora del Centro Nacional de Reserva Intelectual, conocido como Innopraktica.

Estuvo casada con el empresario Kiril Shamálov, con el que vivió en la localidad francesa de Biarritz, tras lo que se separaron en el 2018, según la prensa.

Tíjonova se dedica a investigaciones relacionadas con la inteligencia artificial, en los últimos años uno de los temas preferidos de su padre, y también a desarrollar proyectos de tecnologías punta vinculados con la principal universidad moscovita.

También es conocida por su afición a las competiciones de baile moderno (rock) en pareja. Participó en varios campeonatos nacionales, europeos y mundiales, y un vídeo con su actuación circula por Youtube.

Supuestas hijas fuera del matrimonio

En el 2020, el portal de investigaciones Proekt, declarado indeseable por las autoridades al año siguiente, emitió un amplio reportaje sobre la existencia de una supuesta tercera hija de Putin.

Según dicha investigación, Putin habría mantenido una relación sentimental con Svetlana Krivonóguij, quien ahora sería una de los accionistas del banco Rusia, vinculado con el entorno más cercano al jefe del Kremlin, y tendría propiedades por más de US$ 100 millones.

Fruto de dicha relación, según Proekt, habría nacido una niña en el 2003, cuando Putin ya estaba al mando del Kremlin, hija (Elizaveta) que guardaría un gran parecido con el presidente.

El nombre de Krivonóguij se mencionaba en los Papeles de Pandora publicados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sobre actividades financieras cuestionables de funcionarios y oligarcas cercanos al Kremlin.