"Queremos hacer dialogar ambos universos, explorar esta pasarela entre arte y ciencia", indica el presidente del Museo de Historia Natural, Bruno David. (Foto: Difusión)
"Queremos hacer dialogar ambos universos, explorar esta pasarela entre arte y ciencia", indica el presidente del Museo de Historia Natural, Bruno David. (Foto: Difusión)

¿Cómo un mineral se convierte en una joya sublime? Desde una de las alhajas más antiguas del mundo hasta el diamante azul de mayor tamaño jamás encontrado, una muestra en París explora el universo de las piedras preciosas, objetos eternos en el cruce del arte y la ciencia.

La exposición “Piedras preciosas”, en el Museo de Historia Natural, se presenta como una cueva de maravillas, véase el collar de 673 diamantes de la reina Nazli de Egipto, y de rarezas expuestas por primera vez, como una piedra calcárea en la que se aprecia “dibujado” un castillo con nubes, árboles y pájaros, puro fruto del azar de la naturaleza.

Este ambicioso paseo estético en la penumbra, guiado por la “emoción”, muestra a la vez el laborioso proceso de transformación de todo mineral que acaba en el escaparate de una exclusiva joyería, y abre la puerta a la comprensión científica sobre cómo la Tierra forma en sus entrañas diamantes, rubíes, esmeraldas.... y así hasta 200 variedades.

“Queremos hacer dialogar ambos universos, explorar esta pasarela entre arte y ciencia”, indica el presidente del Museo, Bruno David.

Captar la vida en movimiento

Una dualidad que sin embargo no existió hasta el siglo XIX, cuando el minerólogo francés René-Just Haüy, se interesó por primera vez en las piedras preciosas como objeto científico. Su atractivo estético se remonta en cambio a al menos 90,000 años, como ilustra una diminuta concha hallada en Argelia, una de las tres joyas más antiguas que se conservan.

¿Por qué esa fascinación? “Hay una parte de misterio”, afirma Nicolas Bos, presidente de la centenaria casa de alta joyería Van Cleef & Arpels, coorganizadora de la muestra.

Pero también “porque lo que nos maravilla es el lado efímero y frágil de la belleza que vemos en la naturaleza, como las flores, las mariposas... Y la piedra preciosa, un objeto inerte que dura eternamente, captura esa vida en movimiento cuando miramos en su interior”, añade.

Un embrujo que la muestra lleva al paroxismo mostrando por primera vez obras exclusivas como el resplandeciente “Árbol de turmalinas”, de Jean Vendôme (1930-2017), padre de la joyería contemporánea, al haber sido el primero en montar joyas a partir de minerales naturales.

El diamante de “color exacto”

Curiosamente, una de las “joyas” de la muestra corresponde a la única réplica expuesta: el diamante azul de “color exacto”, el más grande jamás encontrado, comprado por Luis XIV a un viajero francés que lo adquirió en India en 1668. “Pesaba 23 gramos, 115 quilates”, según el comisario François Farges. Robado en 1792, fue de nuevo tallado, “se quedó con solo 9 gramos” por lo que la forma que le había dado el monarca fue un enigma hasta... 2007.

“Ese año, hallamos en las reservas del Museo un molde sin nombre ni procedencia y nos dimos cuenta de que correspondía a ese diamante mítico. Pudimos recrear su forma gracias a técnicas de escáner y ordenador, pero para volver a darle su color, recurrimos a la física cuántica. Lo logramos al cabo de un centenar de intentos mediante nanodeposiciones de partículas”, agrega el comisario, calificando la hazaña de primicia mundial.

Junto a la reconstitución de ese diamante “azul rey”, figura además una réplica de su forma original (azul claro) y del robado (azul oscuro). “Y es que el color aparente de una piedra cambia al tallarla”, precisa Farges.

Testigos del origen del Sistema Solar

En su vertiente científica, la exposición muestra cómo los minerales guardan los secretos de la historia de la Tierra desde su formación, hace casi 4,600 millones de años, y cómo estos pueden sufrir siete tipos de procesos naturales para convertirse en piedras preciosas.

Así, el diamante surge de las “presiones terribles que reinan en las profundidades de la Tierra” y el rubí es resultante de “un gran reciclaje” llamado metamorfismo, provocado por la tectónica de las placas terrestres.

Sin olvidar los meteoritos de motivos espectaculares, más antiguos que la Tierra, como el que cayó en 1967 en México. “Hay casas que los convierten en joyas para que su portador pueda lucir un testigo de la formación del Sistema Solar”, según Farges.