Unos 24,000 comercios ya cerraron definitivamente en Buenos Aires y otros 16,000 en el interior del país como consecuencia de la crisis provocada por el COVID-19. (Foto: AP)
Unos 24,000 comercios ya cerraron definitivamente en Buenos Aires y otros 16,000 en el interior del país como consecuencia de la crisis provocada por el COVID-19. (Foto: AP)

Tasas de caída de actividad no vistas ni siquiera en la recordada crisis de 2001-2002 en Argentina, un déficit galopante y una temida escalada en las tasas de desempleo y pobreza revelan cómo la crisis provocada por la pandemia del COVID-19 está sacudiendo los cimientos de la ya débil economía del país.

El coronavirus encontró a muy mal parada: hace dos años que el país estaba en recesión, con altísimos niveles de inflación y una deuda insostenible que ahora trabajosamente busca reestructurar.

La llegada del COVID-19 movió al Gobierno de Alberto Fernández a adoptar a finales de marzo estrictas medidas de aislamiento social que paralizaron la economía en abril y, aunque las restricciones se relajaron en parte en mayo y junio, en julio volvieron a endurecerse, particularmente en y su periferia, donde se concentra la mayor parte de la actividad económica del país.

Caída sin precedentes

Aunque la ya venía en caída, en abril se hundió el 26.4% -una magnitud sin precedentes en Argentina- hasta niveles del 2006.

De acuerdo a los últimos datos oficiales disponibles, dos sectores clave también se derrumbaron en abril a una escala sin antecedentes: la construcción se desplomó 86.4% y la industria, 34.4%.

También el sufrió el garrotazo y cayó 27% interanual.

Aunque hay mucha incertidumbre sobre cuánto caerá finalmente la economía argentina este año porque aún se ignora cuánto durará el confinamiento, expertos ya vaticinan que el desplome será mayor al 10.9% registrado en el 2002, cuando el país sufrió una de las peores crisis de su historia.

En este contexto, de acuerdo a fuentes sectoriales, unos 24,000 comercios ya cerraron definitivamente en Buenos Aires y otros 16,000 en el interior del país, mientras se teme que la crisis se lleve puestas a cerca de 100,000 empresas, particularmente pymes.

Déficit creciente

Con la actividad económica en el subsuelo, la recaudación tributaria también cayó en términos reales, al tiempo que el gasto público se disparó por la necesidad del Gobierno de atender a la crisis sanitaria y económica.

Así, el déficit fiscal primario se disparó en abril y se profundizó en mayo y consultores privados proyectan que el saldo fiscal negativo de este año será de 6.4% del PBI, desde un déficit de 0.44% en el 2019.

Para financiar el déficit, Argentina ha recurrido a una fuerte emisión monetaria, un factor que presiona a la inflación -de 43.4% interanual en mayo- y ha provocado algunas tensiones cambiarias.

El empleo, aún sin despidos, se resiente

Los últimos datos oficiales disponibles, correspondientes a abril, muestran que el mercado laboral comenzó a resentirse, a pesar de un decreto que prohibió temporalmente los despidos.

Debido a esta prohibición, aún vigente, la tasa de desvinculación cayó 50% interanual. Sin embargo, los temores empresariales ante el escenario incierto generado por la pandemia derivaron en un derrumbe de 75% en las contrataciones de nuevo personal.

Según un informe del Ministerio de Trabajo, el efecto de la pandemia sobre la economía provocó una reducción de las contrataciones de personal mayor que en todas las fases recesivas que atravesó la economía argentina en los últimos 20 años.

No obstante, la caída neta del empleo aún resulta inferior a la de la crisis del 2001-2002 porque las desvinculaciones se frenaron fuertemente, aunque se teme que éstas crezcan a medida que empresas y comercios quiebren o que la prohibición de despidos deje de tener vigencia.

Al cierre del primer trimestre del año, cuando las medidas de aislamiento recién comenzaban a aplicarse, la tasa de desempleo de Argentina era de 10.4%, aún lejos del récord de 24.1% del 2002.

Aun así, los datos oficiales dejan ver que, poco antes de que el COVID-19, golpeara de lleno la economía, 40% de la población activa del país tenía problemas de empleo, sea por estar en paro, subocupado o disconforme con su trabajo.

Pobreza, la peor cara de la crisis

No hay datos actuales del nivel de pobreza. La última cifra oficial, del segundo semestre del 2019, arrojaba que el 35.5% de los argentinos era pobre y un 8%, indigente. Hay, sin embargo, datos elocuentes del resquebrajamiento social.

Al Ingreso Familiar de Emergencia, un subsidio de 10,000 pesos (136 dólares) que el Gobierno planeaba conceder al momento de anunciarlo a 3.6 millones de personas de bajos o nulos ingresos, finalmente calificaron 9 millones de personas, sobre una población total de unos 45 millones de habitantes.

Por otra parte, también según datos oficiales, las personas que reciben asistencia alimentaria por parte del Estado pasaron, tras la irrupción de la pandemia, de 8 millones a 11 millones en Argentina, país que registró su máximo nivel de pobreza en octubre del 2002, cuanto la tasa tocó el 57.5%.

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