Más allá del terrible peaje a nivel de muertes, la pandemia de la covid-19 también ha provocado una enorme montaña de deuda pública global, que los países deberán hacer frente en el medio plazo, debido a la continua presión de liquidez y el alto gasto público para contener los efectos de la crisis sanitaria.
La situación ha ocasionado que, por primera vez en la historia, la deuda soberana global haya igualado el tamaño de la economía mundial, creando un nivel de incertidumbre “desconocido”, según expertos.
“La crisis del COVID-19 ha devastado la vida de las personas, sus trabajos y negocios. Los Gobiernos han tomado medidas enérgicas para amortiguar el golpe, por un total de 12 billones de euros en todo el mundo”, apuntó esta semana el Fondo Monetario Internacional, que dijo que estas medidas fiscales “han salvado vidas” y empresas, pero también han resultado muy “costosas”.
-Última década sobrendeudada-
Pese a la contracción de la economía mundial, que caerá un 4.4 % en 2020, la pandemia no ha generado un cambio de ciclo en cuanto a deuda, sino que ha exacerbado la fase de endeudamiento y la ha convertido en más densa.
Pero a este escenario se ha llegado después de una década en la que “la recaudación de impuestos a nivel global se ha estancado, se han reducido algunos tributos y las regiones con tasas más bajas de colecta impositiva se han mantenido estables o planas”, según Jaime Atienza, responsable de políticas de deuda de Oxfam Internacional.
Esto se ha sumado al alto nivel de endeudamiento, que se debe principalmente al factor oferta, con un embolsamiento de liquidez “muy grande” en el sistema financiero global, y a las continuas emisiones de deudas en países emergentes y economías de ingresos bajos.
“Algunos países que ya estaban en tensión han tenido problemas inmediatos, como los más pobres; y otros, como los europeos o EE.UU., tienen márgenes para seguir endeudándose, pueden emitir moneda y mantener un escenario de tipos bajos”, detalló Atienza.
“Hay muchas incógnitas: el nivel de incertidumbre actual no lo conocíamos”, reflexionó.
-Los países pobres, al descubierto-
Por otro lado, los países más pobres del mundo enfrentan una situación común: la devaluación de su moneda provoca que el coste de sus bonos crezca, creando un escenario “muy complicado” en el medio plazo.
Un informe publicado este lunes por el Banco Mundial (BM) revela que la deuda entre los países más pobres aumentó un 9.5% hasta los 744,000 millones de dólares en 2019 con respecto al año anterior, lo que a juicio del presidente de la multilateral, David Malpass, evidencia la necesidad “urgente” de actuar, especialmente con la crisis provocada por la pandemia.
Para tratar de amortiguar esta situación, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó este lunes un alivio inmediato de la deuda para 25 países miembros con el objetivo de enfrentar el impacto económico de la pandemia en esas naciones.
La mayoría de los países beneficiados pertenecen a África: Benín, Burkina Faso, República Centroafricana, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Gambia, Guinea, Guinea-Bisáu, Liberia, Madagascar, Malaui, Mali, Mozambique, Níger, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Sierra Leona y Togo.
Completan la lista Afganistán, Haití, Nepal, Islas Salomón, Tayikistán y Yemen.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, explicó en un comunicado que este fondo aporta ayudas a los “miembros más pobres y vulnerables para cubrir sus obligaciones de deuda con el FMI durante una fase inicial durante los próximos seis meses”.
A esta medida se añadió la decisión de los ministros de Finanzas del G-20, que optaron esta semana por prolongar la suspensión de la deuda a las naciones más pobres.
Para Atienza, es necesaria “la cancelación de los pagos de la deuda” ya que, sin ella, “solo se retrasará el tsunami de deuda que se apoderará de muchos de los países más pobres del mundo, dejándolos incapaces de afrontar la inversión en salud y seguridad social”. EFE