El objetivo del Green New Deal, alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en EE.UU. para el 2030, según escribe Cembalest, “no está en la órbita de lo posible”.
El objetivo del Green New Deal, alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en EE.UU. para el 2030, según escribe Cembalest, “no está en la órbita de lo posible”.

El mundo no está ni remotamente cerca del ritmo de reducción de emisiones de carbono al que necesita llegar, dijo un ejecutivo sénior de J.P. Morgan Asset Management a sus clientes esta semana, y para cambiar eso será necesario tomar decisiones mucho más duras de lo que se cree.

En su informe anual de “Perspectivas de Energía”, Michael Cembalest, presidente de inversión en mercados y estrategia para el grupo de gestión de activos, escribió que Estados Unidos debe disminuir el uso de carbono mucho más rápidamente, opinión que comparte con los autores del llamado “Green New Deal”, entre ellos la representante demócrata por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez, actualmente en su primer mandato.

Pero Cembalest dice que los defensores de ese plan minimizan la dificultad de las metas a conquistar. El objetivo del Green New Deal, alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en EE.UU. para el 2030, según escribe Cembalest, “no está en la órbita de lo posible”.

“La gente no sabe bien qué es viable”, dijo Cembalest en entrevista telefónica este martes. “Creo que harán falta más sacrificios de lo que se entiende”.

‘Bancarrota intelectual’
Cembalest comienza su informe, “Mountains and Molehills” (montañas y granos de arena), publicado el lunes, señalando que, incluso si el mundo lograse generar toda su electricidad con fuentes sin emisiones, como la energía renovable o la nuclear, la electricidad representa menos de un tercio del consumo de combustibles fósiles.

Mucho más difícil, sostiene Cembalest, será eliminar los combustibles fósiles de la producción industrial, como la del cemento, el acero, el amoníaco y el plástico. Esas fábricas suelen funcionar directamente quemando carbón u otros combustibles fósiles, que pueden generar más calor y presión.

“A algunos representantes de la derecha se los acusa de estar en ‘bancarrota intelectual’ respecto a las cuestiones climáticas, y yo veo evidencias de eso”, dice Cembalest en el informe. “Pero la deshonestidad intelectual respecto a la viabilidad del Green New Deal no le sirve a nadie. En el mejor de los casos, es un eslogan para impulsar el apoyo al cambio; en el peor, es una señal de lo poco que hicieron sus defensores”.

Cambios
Luego, Cembalest evalúa algunas de las tecnologías incipientes que más llamaron la atención de los defensores del clima y los inversores, y explica por qué ninguna es tan prometedora como parecería.

Plantar o replantar árboles para absorber carbono del aire “es una solución de baja tecnología que puede servir y sirve”, pero es poco probable que reduzca el total de emisiones de EE.UU. más que unos pocos puntos porcentuales, incluso si se implementa a escala muy grande. La captura y el embargo de carbono, el etanol celulósico, las nuevas tecnologías de almacenamiento de energía y la llamada fundición de aluminio “libre de carbono” también se ensalzan demasiado, escribe Cembalest.

El mensaje a los inversores, dijo Cembalest, no es que reducir las emisiones no sirve, sino que EE.UU. y otros países tendrán que aceptar cambios mucho más grandes —y probablemente impopulares políticamente— para alcanzar esa meta.

Uno de esos cambios podría ser un mayor uso del derecho a expropiar tierras privadas para construir líneas de transmisión y transportar la electricidad generada por el viento hasta los centros de población, dijo Cembalest. Eso podría implicar un aumento de impuestos, incluidos los que gravan el carbono. Y podría significar usar menos bienes y servicios.

“La reducción del consumo tendrá que formar parte de la ecuación”, dijo Cembalest.