FOTO 6  | En una transmisión en vivo en Facebook el 6 de octubre, Bolsonaro declaró: "Gobernaremos para todos, independientemente de su fe religiosa, inclusive para quien es ateo. Gobernaremos para todo el mundo, para los gays inclusive, que hay gays que son padres, que son madres". (Foto: EFE)
FOTO 6 | En una transmisión en vivo en Facebook el 6 de octubre, Bolsonaro declaró: "Gobernaremos para todos, independientemente de su fe religiosa, inclusive para quien es ateo. Gobernaremos para todo el mundo, para los gays inclusive, que hay gays que son padres, que son madres". (Foto: EFE)

El ultraderechista, favorito para ganar la presidencia de Brasil, pretende aliarse con para dar un vuelco a la política externa de la mayor potencia latinoamericana.

" quiere que sea grande. Yo también quiero un grande", afirmó el excapitán del Ejército, que cuestiona la búsqueda de alianzas Sur-Sur de los gobiernos de izquierda (2003-2016) y siembra dudas sobre la permanencia de Brasil en instancias multilaterales como el Acuerdo de París contra el cambio climático.

Bolsonaro puede llegar a "ser bastante parroquiano y pensar solo en Brasil", opina Michael Shifter, director del centro de estudios Diálogo Interamericano, con sede en Washington.

Aun así moverá las fichas diplomáticas. Y sobre el tablero están cuestiones como la estratégica relación con China, el eventual traslado de la embajada brasileña en Israel y la crisis en Venezuela.

Nuevos amigos, nuevos enemigos
Bolsonaro no se ha mordido la lengua para cuestionar a "la decadente" Venezuela, así como a Cuba. "Dejaremos de elogiar a dictaduras asesinas y de despreciar o atacar a democracias importantes como , Israel e Italia", sostiene su programa.

En su intento de agradarle a Trump y asegurar el apoyo de las poderosas iglesias evangélicas, Bolsonaro anunció su intención de mover la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. También le prometió al gobierno ultranacionalista italiano que extraditaría al exmilitante de izquierda Césare Battisti, condenado a cadena perpetua en el país europeo.

De concretar lo primero, generaría tensión con el mundo árabe y "pondría fin al principio de neutralidad [brasileño] en el conflicto entre israelíes y palestinos", advierte Thomaz Favaro, de la consultora Control Risks.

Aunque para posicionarse como aliado de Trump, "falta saber si habrá reciprocidad", agrega. El líder estadounidense ya se ha quejado de "lo difícil" que es hacer negocios con , a raíz de sus barreras arancelarias.

Trump viene sumando aliados frente al gobierno de izquierda de Venezuela, sondeando la posibilidad de una opción militar, y presiona a México y los centroamericanos por la crisis migratoria.

Al mismo tiempo, negocia con Brasil el uso de la base de lanzamiento de satélites de Alcántara, una opción denunciada por sectores nacionalistas brasileños, que la ven como una pérdida de soberanía. El excapitán podría tener la última palabra al respecto.

¿Un gigante aislado?
Si bien Bolsonaro tendrá mucho por hacer casa adentro -reducir el desempleo que castiga a 12.7 millones de brasileños o frenar la violencia que mató a 63,800 personas en el 2017-, sus decisiones en el frente externo podrían aislar a Brasil, advierte Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas.

Él "no aprecia el multilateralismo; no le interesa la integración regional. Debido a su retórica, vamos a tener mucha dificultad en tener relaciones fuertes con países que lo pensarán dos veces antes de encontrarse con el presidente Bolsonaro", remarca.

El exoficial, defensor de la dictadura militar (1964-1985) y de sus métodos de tortura, planea flexibilizar el porte de armas y dejar a la policía con las manos libres para actuar contra el crimen.

Esas opciones le han valido comparaciones con el presidente filipino Rodrigo Duterte y su cuestionada guerra contra las drogas.

El candidato de izquierda Fernando Haddad lo acusó de querer convertir a Rio de Janeiro en un "estado miliciano como Filipinas", a propósito de los grupos parapoliciales que actúan en las favelas.

El difícil distanciamiento con China
Mientras quiere congraciarse con Estados Unidos, Bolsonaro ha enviado señales inamistosas a China, el principal socio comercial de Brasil desde el 2009 y uno de sus mayores inversores.

Primero visitó Taiwán -cuya soberanía no es reconocida por Pekín- y luego soltó que el gigante asiático estaba "comprando a Brasil".

"Si la situación económica sigue complicada, no tendrá más opción que profundizar" el trato con los chinos, remarca Shifter. Brasil recién se está recuperando de dos años de recesión (2015-2016) y una mala relación con Pekín "tiene un costo económico gigante", coincide Stuenkel.

Pese a sus declaraciones, el exembajador de Brasil en Estados Unidos Rubens Barbosa estima que una vez en el poder, Bolsonaro "atenuará" sus posiciones más radicales.

"Lo que vamos a tener es una política externa liberal y de aproximación a países desarrollados, abierta a la negociación de acuerdos comerciales y con posición muy firme en cuanto a la protección de las fronteras (frente al crimen) y en relación con Venezuela", sostuvo.