Hidrógeno. (Foto: Difusión)
Hidrógeno. (Foto: Difusión)

ha completado las primeras pruebas de transporte de licuado por vía marítima del mundo, en el marco de un ambicioso proyecto con el que aspira a comercializar en la próxima década una de esa fuente energética.

La base de operaciones del proyecto, que ha llamado la atención por su escala, inédita hasta ahora, está en una isla artificial situada cerca del aeropuerto de la ciudad japonesa de Kobe, en el oeste del archipiélago, donde se encuentra el atraque del Suiso Frontier, el primer carguero de hidrógeno licuado del mundo.

La iniciativa cuenta con el apoyo de los Gobierno de Japón y Australia y está liderada por un consorcio de siete empresas niponas con Kawasaki Heavy Industries al frente, que busca replicar con el hidrógeno su éxito como constructor de cargueros de gas natural licuado.

“Creo que el hidrógeno líquido jugará un papel muy importante a medida que nos dirigimos a la neutralidad de carbono”, dice Motohiko Nishimura, director general adjunto de la División de Estrategia de Hidrógeno de Kawasaki Heavy Industries.

Japón está entre los gobiernos que han incluido al hidrógeno en su estrategia energética para reducir las emisiones contaminantes. El país espera que este gas, que no emite dióxido de carbono cuando se quema, represente en torno al 1% de la generación energética del territorio para el 2030 y aumente en años posteriores.

Abordar la producción contaminante

El hidrógeno se emplea desde hace tiempo como combustible en la industria aeroespacial. Sus usos principales son el refinamiento de petróleo y la producción de químicos, mientras que su demanda en sectores generalistas como el transporte o la generación energética sigue siendo limitada, entre otros motivos por sus implicaciones ecológicas.

Hay muchas formas de producir hidrógeno, pero las más extendidas son a través del carbón o el gas natural, lo que supone que obtener esta fuente de energía limpia implica generar dióxido de carbono (CO2). Cómo capturar, almacenar o gestionar el CO2 sin liberarlo a la atmósfera “es un punto muy importante”, reconoce Nishimura.

El hidrógeno usado en el proyecto se produce a partir de lignito, un tipo de carbón, extraído en el Valle de Latrobe, en el estado australiano de Victoria (sur). Allí se está utilizando tecnología de captura y almacenamiento de carbono. El CO2 es absorbido por agua, que pasa a ser agua carbonatada que se almacena en un acuífero.

El hidrógeno obtenido allí se licua y se transporta a Japón en el mencionado carguero. Las primeras pruebas de transporte comenzaron en junio y el navío recorrió exitosamente los 9,000 kilómetros de distancia durante 16 días hasta descargar el hidrógeno en Kobe.

Las pruebas seguirán desarrollándose durante el 2022 para comprobar la validez y seguridad de la tecnología empleada y estudiar su viabilidad de comercialización, que aspira a comenzar en el 2030.

El Suiso Frontier tiene actualmente capacidad para 1,250 metros cúbicos de hidrógeno, pero ya se está trabajando en un carguero de mayores dimensiones que cuente con cuatro tanques, en lugar de uno, y permita multiplicar esa cantidad hasta 160,000 metros cúbicos.

Los tanques mantienen el hidrógeno líquido a -253 grados Celsius, por debajo de los -162 el gas natural, lo que permite comprimir la carga a 1/800 de su volumen en estado gaseoso, por lo que “tiene un desempeño diez veces mejor”, explica Nishimura.

Reducir costes

La adquisición masiva de hidrógeno a precios asequibles es clave para lograr una sociedad del hidrógeno, una fuente de energía cuyo potencial lleva décadas en el foco pero que no termina de cuajar.

Las instalaciones necesarias por su gestión son más costosas que las de otros recursos empleados actualmente, lo que sitúa su precio aproximadamente al doble que el del gas natural. La empresa aspira a que esta cadena de suministro y los avances en la producción del hidrógeno contribuyan a recortar el precio en un 70% para el 2030.

Para ello, Nishimura considera que se necesitan políticas y financiación que apoyen el desarrollo del hidrógeno, y califica de clave la demanda del sector eléctrico.

Japón consume varios millones de toneladas de hidrógeno al año en la actualidad, pero “sólo una porción es distribuido, entre 10,000 y 20,000 toneladas”, explica el japonés. El resto se usa en procesos de refinamiento de petróleo o la producción de semiconductores. El consumo se limita a uso interno en las fábricas que lo producen.

Con la cadena de suministro, la empresa pretende fundamentar una estructura para promocionar su uso a gran escala.