Desde que anunciara a principios de este mes que las mujeres pueden viajar fuera del país sin el consentimiento de su tutor masculino, cientos de ellas se han aventurado a coger un avión y conducir en solitario o con amigas para disfrutar de los bazares de Baréin o los palacios de Kuwait.

Conduciendo su propio coche, Amal, una estudiante saudí de 22 años, es una de ellas. Realizó en las últimas semanas su primer viaje sin compañía al vecino Baréin.

La ilusión por hacer uso cuanto antes de su recién lograda independencia la llevó a saltarse el proceso burocrático para la obtención de un pasaporte y aprovechó que los saudíes pueden moverse por el Golfo solo con su carné de identidad, explica la joven.

La experiencia, afirma, fue indescriptible.

"Había viajado mucho con mi familia, pero esta vez es muy diferente. Es un momento histórico de liberación que me ha empapado de felicidad y optimismo", comenta Amal.

No ha sufrido especialmente el yugo de sus parientes varones, pero ha preferido mantener el viaje en secreto, por lo que tuvo que limitarlo a una breve salida de un solo día.

Eso sí, no descarta compartir su felicidad con todos la próxima vez. Y, quizás, alguna que otra nueva aventura que le permitan nuevas medidas todavía por implementar.

"Es un gran período, en solo un año pude conducir mi propio coche y luego viajar sola al exterior", valora optimista la estudiante.

Y es, tal y como recuerda, generaciones y generaciones de mujeres han perdido grandes oportunidades en sus vidas "debido a la intransigencia de padres y hermanos, que les impidieron viajar para estudiar o trabajar".

Hasta el pasado 1 de agosto, les era totalmente imposible obtener un pasaporte o cruzar las fronteras saudíes sin el permiso de un "mahrem", familiar varón con el que está prohibido mantener relaciones sexuales (un padre, hijo, hermano, tío o cuñado).

Es el último en una lista de derechos femeninos instaurados en medio del tímido aperturismo del ultraconservador país musulmán, cuyo príncipe heredero, Mohamed bin Salman, está empeñado en dar un lavado de cara a Arabia Saudí ante la opinión internacional.

Aunque organizaciones de derechos humanos y organismos internacionales han aplaudido medidas como las que en el 2017 les permitieron ponerse al volante o realizar trámites sin su "mahrem", muchas han pedido más manga ancha, por ejemplo, para las activistas encarceladas desde mayo del 2018, precisamente aquellas que lucharon por el levantamiento del veto para conducir.

Todavía las mujeres necesitan pedir permiso a su tutor para cuestiones matrimoniales.

Mientras continúa este debate, un gran número de mujeres han comenzado a disfrutar de la más reciente de sus libertades y casi un millar de ellas cruzaron en solitario los pasos fronterizos orientales hacia Baréin y Kuwait sólo en la primera semana tras su implementación, según el diario Al Masry al Yum.

Aunque las cosas han mejorado para las saudíes, las extranjeras todavía necesitan permiso de su esposo para moverse si este es su "patrocinador", o de su empresa en caso de que trabaje.

Riad todavía impone un sistema de patrocinio a los residentes extranjeros, por el que el padre de familia es el patrocinador de su esposa e hijos.

Suha, una expatriada libanesa de mediana edad, lamenta que las medidas no se hayan aplicado también a la población extranjera, estimada en más de 9 millones de los cerca de 33 millones de habitantes del país del Golfo.

La autorización del "mahrem" se consigue electrónicamente y en cuestión de segundos, pero para ella "es una cuestión de principios", ya que puede haber expatriadas que sufran el acoso o la extorsión de maridos o padres.

“Estoy feliz por las mujeres saudíes, pero me gustaría que esta decisión incluyera a mujeres extranjeras para que tenga un matiz de derechos humanos más completo”, concluye Suha.

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