(Foto: ASO)
(Foto: ASO)

Julio, sur de , el sol cae de plano en las carreteras que jalonan la Provenza y el asfalto se derrite al paso del pelotón del Tour de Francia, que de forma paulatina ha visto como las altas temperaturas se han convertido en un factor determinante de la carrera.

Hasta ahora el Tour había discurrido con temperaturas moderadas, pero a medida que se acercaron al sur, el mercurio comenzó a subir para convertirse en un factor suplementario de preocupación.

"Todo el día he llevado hielo en la nuca", aseguraba el líder, el francés Julien Alaphilippe, que pese al calor reconoció que fue "una jornada menos dura que lo normal".

No fue una subida repentina de las temperaturas y, además, la jornada de reposo sirvió también de adaptación a las nuevas condiciones, lo que modera la inquietud, según el médico de Movistar, Jesús Hoyos.

Los termómetros marcaron hasta 37 grados durante la etapa que discurrió en torno a Nimes y aunque los ciclistas se lo tomaron con relativa calma, en una etapa prácticamente plana de 177 kilómetros, todos los equipos prestaron especial atención a la hidratación.

La mitad de Francia está en alerta por las altas temperaturas y el Gobierno multiplica los mensajes de atención. En líneas generales, recomienda no hacer nada de lo que tienen que hacer los participantes en el Tour.

Sin apenas sombra entre los campos de cereal, de bosques poco frondosos, viñas y lavandas, los médicos de los equipos insistieron en que, en días como hoy, beber es todavía más importante.

El del equipo Total, Hubert Long, asegura que en una jornada normal un ciclista puede perder hasta un kilo durante una etapa. Pero con temperaturas extremas que se vivieron, la merma puede llegar a los tres.

El equipo Movistar calculaba antes de la etapa que sus 8 ciclistas podrían consumir hasta 300 bidones en la etapa, entre 20 y 30 por ciclista, unos para beber, otros refrescar su recalentada piel.

"Con la brisa que corre en el pelotón se está mejor que parado", relativiza Carlos Verona, uno de los debutantes en la ronda gala, que se alegra de que la etapa apenas tenga pendientes, lo que habría convertido el calor en un factor mucho más determinante.

La clave para el español es hidratarse antes de empezar y también ponerse hielo en la espalda, para atenuar el impacto del sol pesado de julio.

Otros se lo colocaban en los cascos para mantener fría la cabeza, el objetivo de los chorros de agua de los bidones que no pararon de verse en la jornada.

Trabajo extra para los aguadores, que tuvieron que multiplicar las idas y venidas a los coches en busca de bidones para repartir entre sus compañeros.

Para beber, aseguran los médicos, el agua debe estar a unos 20 grados y en algunos casos le agregan productos antitérmicos como el paracetamol.

También es importante mantener el equilibrio de sales minerales, porque con el sudor el cuerpo pierde mucha cantidad, lo que puede afectar al organismo.

Por ello, junto a las que se puedan agregar en los bidones, los corredores consumen unas barritas energéticas especiales destinadas a los días de calor.

El seguimiento especial no acaba con la etapa. "Prestamos atención particular a sus orinas, para ver cómo puede haber afectado el calor y la deshidratación", explica el médico del Sunweb, Anko Bolens.

En caso de que detecten alguna carencia, el corredor en cuestión es objeto de una hidratación particular.

El calor no afecta a todos los ciclistas de la misma manera. En algunos casos ha sido un motivo de preocupación permanente.

Es el caso de Thibaut Pinot, cuarto de la general y que se ha revelado como el hombre fuerte de la montaña en el paso de los Pirineos.

El ciclista, originario de los Vogos, ha trabajado los últimos años para adaptarse al calor, que en el pasado le afectó de forma negativa.

Con frecuencia, el ciclista del Groupama vio enterradas buena parte de sus opciones en los Pirineos, mientras que su rendimiento fue más positivo en carreras disputadas en primavera.

El propio Pinot asegura que le viene de familia y su equipo le instaló en la granja en la que vive en la falda de los Vosgos, no lejos de la frontera con Suiza, una sauna para aclimatar su cuerpo a la alta temperatura.

El tratamiento parece haber surtido efecto y en esta edición ha salido bien parado de los Pirineos, con triunfo en el Tourmalet y el segundo puesto en Prat d'Albis. Por delante los Alpes, donde la temperatura se espera algo más moderada y donde en el pasado el francés ha mostrado mejores sensaciones.