(Foto: AFP)
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desmintió firmemente la semana pasada informaciones según las cuales estudiaría la anulación de los , ya aplazados el año pasado debido a la . Pero a seis meses de la apertura prevista, persisten dudas.

Cuando el país, parcialmente bajo estado de urgencia, hace frente a una violenta tercera ola de infecciones al , estas son las principales cuestiones que se plantean respecto a una eventual anulación.

¿Qué dicen los responsables?

El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, repitió el viernes que estaba “determinado” a organizar los Juegos este año, mientras que un portavoz del gobierno aseguró que no había “nada de cierto” en las informaciones del diario británico The Times, según las cuales Japón habría renunciado ya secretamente al evento.

El presidente del, Thomas Bach, había afirmado la víspera no tener “ninguna razón para creer que los Juegos Olímpicos de Tokio no se abrirán el 23 de julio”, admitiendo sin embargo que un número limitado de espectadores, incluso sin público, eran opciones posibles.

La decisión sobre la presencia eventual de público, incluido el procedente del extranjero, debe tomarse estos próximos meses.

¿Qué piensan los deportistas?

La presión de los deportistas fue vista como el elemento desencadenante del aplazamiento en marzo del 2020, poco antes de la decisión histórica del COI de postergar los Juegos un año.

Esta vez, varios comités olímpicos nacionales anunciaron que se preparan para enviar a sus deportistas a Japón, como estaba previsto, y la campeona olímpica griega de salto de pértiga Katerina Stefanidi, una de las líderes del movimiento de deportistas que defendía el aplazamiento el año pasado de los Juegos, es favorable a su mantenimiento en el 2021, a puerta cerrada si es necesario.

La gimnasta estadounidense Simone Biles espera también que los Juegos puedan tener lugar, “incluso si hay que estar en una burbuja”.

El gimnasta japonés Kohei Uchimura estimó sin embargo que eso solo tendría sentido si la opinión pública nipona, que actualmente se opone al mantenimiento de los Juegos este año, cambia de parecer.

¿Cuánto costaría la anulación?

Los organizadores reevaluaron en diciembre el presupuesto de los Juegos a 13,000 millones de euros (US$ 15,800 millones), 2,300 millones de euros (2.795 millones de dólares) más que la estimación precedente, debido a los costos del aplazamiento y a medidas sanitarias.

La suma total podría ser mayor, haciendo sin duda que Tokio-2020 los Juegos Olímpicos de verano más costosos de la historia.

Sin embargo, su anulación no afectaría verdaderamente a la tercera economía mundial, ya que las infraestructuras necesarias ya han sido construidas y “el costo de organizar los Juegos es probablemente inferior al 0.1% del PIB” japonés, explica a la AFP Tom Learmouth, del gabinete de estudios Capital Economics.

Algunos sectores como el turismo y la hostelería-restauración sufrirían pérdidas en caso de anulación, aunque el efecto dopante de los Juegos sobre el consumo no es evidente, y menos en período de pandemia.

¿Cuál es el margen de maniobra del gobierno?

Yoshihide Suga, primer ministro desde septiembre pasado, vio su popularidad hundirse debido a su actuación juzgada demasiado lenta y confusa frente a la pandemia.

Cuando una amplia mayoría de los japoneses se opone a la celebración de los Juegos este año, una anulación sería un mal menor en el plano político, estima Tobias Harris, analista de Teneo Intelligence.

“El riesgo político de organizar los Juegos y provocar de este modo una agravación de la pandemia me parece más pesado que admitir que su celebración sería demasiado peligrosa et trabajar con el COI sobre una solución más adaptada”, juzga Harris.

¿Qué consecuencias para el deporte?

El COI dispone de considerables reservas financieras que le han permitido hacer frente al aplazamiento el año pasado de Tokio-2020, pero los expertos estiman que una anulación tendría consecuencias desastrosas.

Muchas federaciones deportivas nacionales e internacionales se encontrarían en peligro financieramente, ya que algunas dependen estrechamente del dinero que les otorga el COI.

Algunos deportistas verían sus esperanzas de participar en los Juegos desaparecidas para siempre, y una anulación podría también debilitar la imagen del movimiento olímpico, cuando el número de ciudades candidatas estaba ya en declive antes incluso de la pandemia.