(Foto: Istock)
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Una persona que ha pasado previamente el y que recibe una única dosis de la vacuna de o de está igual o mejor protegida que alguien que nunca ha tenido la enfermedad y ha recibido dos dosis, según un estudio.

La investigación, publicada en el England Journal of Medicine, fue dirigida por científicos de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí de Nueva York.

El equipo examinó las muestras de sangre de 110 personas, 67 de las cuales no habían resultado previamente infectadas y otras 43 que sí.

Todos los participantes recibieron la vacuna de Pfizer o la de Moderna, basadas ambas en la nueva tecnología de ARN (ácido ácido ribonucleico mensajero).

Los científicos observaron que los participantes que ya habían contraído el coronavirus antes de recibir la primera dosis “desarrollaron rápidamente títulos uniformes y altos de anticuerpos días después de la vacunación”.

Esos “títulos” se refieren a la concentración en sangre.

Los científicos tomaron varias muestras de los participantes y observaron que en los días que siguieron a la primera vacuna, los niveles de anticuerpos de quienes habían pasado previamente la infección fueron de 10 a 45 veces superiores que en quienes no la habían tenido.

Cuando ambos grupos recibieron su segunda dosis, los niveles de anticuerpos entre los previamente infectados eran todavía seis veces más altos que quienes no se habían contagiado antes.

Pero “no se observaron títulos crecientes de anticuerpos en los supervivientes al COVID-19 que recibieron la segunda dosis de la vacuna”, escribieron los científicos, señalando que esa dosis de refuerzo se mostró de beneficio limitado para personas previamente infectadas.

No se percibió una diferencia sustancial en la producción de anticuerpos entre ambas vacunas.

El equipo también analizó si los efectos secundarios difirieron entre las personas infectadas previamente frente a las que no, estudiando a 230 participantes.

En general, no hubo efectos secundarios serios que requirieran hospitalización.

Los receptores de las vacunas con inmunidad preexistente mostraron una mayor frecuencia de efectos secundarios entre medios y moderados como cansancio, dolor de cabeza, escalofríos, dolor muscular, fiebre o dolor articular.

El equipo avisó, sin embargo, de que se trataba de datos limitados y precisaban más investigación para confirmar esta tendencia.