(Foto: AP)
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Las protestas sociales en se agravaban el lunes a medida que se acerca el límite del ultimátum que el líder de los movilizados le dio al presidente para que renuncie.

La víspera, el mandatario rechazó la conminatoria y acusó a los opositores de gestar un golpe de Estado para derrocarlo.

“Vamos a resistir y estoy seguro que el pueblo está organizado”, dijo en una entrevista por radio.

Tras una pausa por la festividad religiosa de Todos Santos, las protestas callejeras regresaron con fuerza el lunes en las principales ciudades, aunque no se reportó choques con fuerzas del orden o entre grupos afines y opositores al mandatario. Según dirigentes opositores, las protestas se extienden a ciudades más pequeñas con cortes y barricadas callejeras a medida que el conflicto se prolonga.

Las manifestaciones comenzaron tras las elecciones del 20 de octubre, que dieron la ventaja a Morales en primera vuelta. Los opositores y un movimiento cívico-ciudadano rechazan ese resultado alegando que el mandatario hizo fraude para reelegirse a un cuarto mandato. En tres semanas de movilizaciones han fallecido dos opositores.

En los hechos, el gobierno afronta dos frentes opositores que hasta la semana pasada eran uno solo.

El expresidente , líder de la centrista Comunidad Ciudadana (CC), segundo en los comicios, demandó la víspera nuevas elecciones con un nuevo tribunal electoral y llamó a sus seguidores a mantener las movilizaciones.

En el frente más radical están las plataformas ciudadanas bajo el liderazgo del empresario Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, quien conminó a Morales a renunciar tras la muerte de dos manifestantes opositores.

“No estamos derrocando a un gobierno, estamos liberando a una nación”, dijo Camacho el sábado ante una gran concentración en Santa Cruz, un bastión opositor.

A pedido del gobierno, una comisión de lacomenzó una auditoria electoral, pero la oposición la rechaza bajo la sospecha de que avale el resultado.

Morales dijo que el informe, que se espera esté concluido en diez días, será “técnico-legal y no político”. Negó que haya fraude y emplazó a sus detractores a presentar pruebas.

El analista Jorge Dulón dijo que Morales tiene ante sí un escenario muy complicado por la polarización.

“La pelota está en la cancha del gobierno. Ellos deciden si quieren pacificar al país y buscar una solución”, sostuvo y agregó que no cree que la OEA pueda dar una solución viable a no ser que su informe señale que hubo errores que lleven a anular las elecciones y convocar nuevas.

Éstas son las mayores protestas que enfrenta Morales en sus casi 14 años en el poder.

El mandatario ya había llegado debilitado a los comicios por escándalos de corrupción y su empeño de reelegirse pasando por alto un referendo que le negó esa posibilidad, lo que encendió el rechazo ciudadano a pesar de su buena gestión económica, que garantizó estabilidad, baja inflación y crecimiento.

El respeto al voto moviliza las protestas. De parte del gobierno, grupos afines también protagonizan marchas para exigir que se respete el resultado.

Ciudades casi paralizadas por paros y cortes de ruta, barricadas callejeras opositoras, transporte parado, comercio a medias, suspensión de labores escolares, marchas a favor y en contra de Morales, vigilas, cacerolazos y choques con heridos y detenidos entre opositores y oficialistas son cotidianos desde hace 13 días.

Las fuerzas armadas no se han pronunciado sobre el conflicto.

Al mediodía, después de reunirse con líderes de sindicatos que lo respaldan, el helicóptero de Morales sufrió un percance y tuvo que aterrizar de emergencia tras una falla mecánica unos minutos después de despegar de la región altiplánica de Oruro, al sur del país. La Fuerza Aérea Boliviana, encargada del pilotaje de la aeronave, informó en un comunicado que hubo un problema “en el rotor de cola” y que se investigará el percance.

En el incidente “no se registraron daños personales”, acotó el comunicado. Las primeras imágenes mostraron al helicóptero despegando de una cancha de fútbol y aterrizando rápidamente cerca de unos automóviles estacionados.