(Foto: Getty)
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Por Mac Margolis

El socialismo cubano ha sobrevivido a “cigarros explosivos”, contrarrevolucionarios de Keystone y el colapso de la Unión Soviética. Así, por más dolor que el gobierno quiera infligir sobre la economía de la isla a través de una nueva serie de sanciones, parece improbable la desaparición de la autocracia en La Habana.

No hay duda alguna, las medidas que impuso recientemente van a doler —entre ellas la prohibición de cruceros, restricciones a las remesas y luz verde para que los antiguos negocios cubanos agraviados puedan demandar y exigir indemnización sobre propiedades embargadas.

Se pronostica que el, la segunda fuente principal de divisas en , va a caer en 8.5% este año, ya que las entradas disminuyeron 12% en el primer trimestre del 2019. El crecimiento en las empresas autorizadas está en el punto más bajo en una década.

Es un golpe para un país que ya está tambaleando a raíz de la crisis en , país que ha proporcionado petróleo a tasas más bajas pues de otro modo reduciría aún más las divisas. Sin embargo, si La Habana hace lo correcto, la crisis mejorada por Estados Unidos podría impulsar un cambio de imagen que la economía de la isla necesita para fomentar el crecimiento y despojarse de décadas de un inútil dirigismo.

Es cierto que en Cuba se practica la gerontocracia autocrática, pues mueven de lugar algunos muebles y tildan el proceso de renovación. Sin embargo, existen motivos de esperanza.

El final de la generosidad soviética a principios de la década de 1990, que provocó una caída de un tercio en el PBI de Cuba, llevó a Fidel Castro a otorgar más autonomía a las empresas gubernamentales, a alentar el empleo autónomo y a recortar los copiosos subsidios estatales. El problema es que, una vez Cuba comenzó a recuperarse, se cerró esa ventana de libertad disruptiva durante el llamado "período especial".

Raúl Castro continuó la tradición con una década de reformas que promovieron la descentralización a la vez que conservaron el control de la economía de mando. Ahora el presidente tiene su propia emergencia, y su primer instinto fue mirar hacia atrás e incitar a “fortalecer la empresa estatal socialista, que es nuestra mayor fuerza productiva”.

Ha concedido un aumento salarial en el sector estatal y prometió introducir cerca de 22 medidas no especificadas para impulsar la empresa gubernamental.

Podría decirse que Cuba está mucho mejor posicionada para manejar esta desaceleración. Su sector privado emergente en turismo ha tenido un crecimiento dinámico. La inversión extranjera ha ganado terreno, gracias en parte a nuevas regulaciones.

La producción nacional de petróleo se ha triplicado desde 1989, lo que ha reducido a la mitad la dependencia casi total de Cuba del crudo venezolano importado, informó el economista Pavel Vidal, en una evaluación del primer trimestre para Cuba Standard.

La base de la banca es más sólida, la comunicación ha mejorado y un flujo constante de remesas irriga la economía. Las reformas constitucionales han borrado el tabú sobre la propiedad no estatal, poniendo más negocios y tierras en manos privadas. "La inclusión de la propiedad privada en la Constitución fue un gran logro", dijo William LeoGrande, académico cubano en American University.

"También está emergiendo un pequeño grado de presión política de la sociedad; el sector privado discretamente presenta objeciones a las restricciones y hace que el gobierno responda parcialmente a sus demandas", agregó.

Y aunque la ayuda china no iguala las antiguas indulgencias soviéticas, Pekín ha restructurado o perdonado unos US$ 6,000 millones de deuda cubana, aliviando así la presión sobre las obligaciones externas de La Habana. Sin embargo, resolver la crisis económica actual requiere mucho más.

"Si se tratara de una crisis moderada, el gradualismo sería suficiente, pero la situación ahora es mucho más grave", dijo Vidal, docente en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia. "Infortunadamente, las medidas tomadas hasta ahora no han logrado una transformación que logre sostener el crecimiento económico".

Es poco lo que Cuba puede hacer frente al colapso de Venezuela o las sanciones más estrictas de Estados Unidos. "Sin embargo, el impacto de estos choques se ha incrementado por las propias debilidades de Cuba", argumenta Ricardo Torres, economista de la Universidad de La Habana. "Si hubiéramos hecho nuestro trabajo hace años, ahora estaríamos en una posición mucho más sólida. Cuba debería enfocarse en las políticas internas".

Dos medidas internas que Cuba podría adoptar son la restructuración del inflado sector estatal y una reforma monetaria para deshacerse del sistema de doble moneda —un peso vinculado al dólar para los cubanos, otro peso sobrevaluado para los negocios del sector público—, que distorsiona los precios y apuntala la ineficiencia de las estatales. Ambas reformas requieren coraje y dinero en efectivo: hasta un tercio de las estatales probablemente fracasarían porque no son rentables, dijo Vidal.

La mejor manera de suavizar el inevitable golpe de la reforma monetaria sería expandiendo el sector privado. "Si racionaliza el sector estatal y despide a decenas de miles de personas, necesita encontrarles trabajo", dice LeoGrande. "Un sector privado dinámico es una herramienta de supervivencia".

Primero, sin embargo, el gobierno tiene que decidir si quiere tener un sector privado. ha recorrido parte del camino, otorgando licencias a decenas de miles de empresas privadas, incluidos restaurantes, tiendas y posadas, y ha autorizado a proveedores extranjeros como operadores de hoteles europeos y Airbnb. Pero prácticamente detuvo las nuevas licencias el año pasado. El número de empresas autorizadas en Cuba cayó a 584,477 en el primer trimestre, 1.5% menos que en agosto pasado, informó Cuba Standard.

La burocracia todavía afecta a los empresarios. Los proveedores de transporte deben presentar 26 documentos diferentes para obtener una licencia. Otros servicios privados requieren 29. Los impuestos a las empresas pueden llegar hasta 50%, con deducciones mínimas. Los jefes pagan un impuesto laboral por cada empleado, lo que desalienta la contratación.

Los minoristas deben comprar sus productos a proveedores estatales, a menudo con una prima. Un grupo de 22 agencias gubernamentales supervisa los asuntos comerciales. No sorprende que los ingresos turísticos del sector privado hayan caído de US$ 706 millones en el 2017 a US$ 474 millones en el 2018, y más dolor viene en camino para el resto de este año, reconoce Vidal.

Los cubanos no están equivocados cuando dicen que parte de sus problemas son culpa de las condiciones externas. Y no importa la contradicción de que el peso de las sanciones de Estados Unidos recaerá más, no sobre el estado cubano sino sobre el sector privado en dificultades, exactamente la gente que uno pensaría que los capitalistas estadounidenses quieren alentar. Pero Cuba tiene sus propios depredadores a los que culpar.

El transporte alternativo y Airbnb tal vez no son lo que los rebeldes de Cuba tenían en mente cuando reclamaron la Perla de las Antillas para someterla al socialismo. Sin embargo, dada la oportunidad, las innovaciones en la isla ofrecen la oportunidad de salvar a la revolución de sí misma.